Pasar al contenido principal
26 de Abril de 2024 /
Actualizado hace 7 minutos | ISSN: 2805-6396

Openx ID [25](728x110)

1/ 5

Noticias gratuitas restantes. Suscríbete y consulta actualidad jurídica al instante.

Opinión / Columnista Impreso

Columnistas

Tendencias siglo XXI

22655
Hernán Avendaño Cruz

Hernán Avendaño Cruz

Economista y catedrático

 

 

Hacer un alto en el acelerado ritmo que impone la dinámica económica de corto plazo para ver un poco más allá es útil si se quieren vislumbrar las sendas que tomará la economía mundial y tratar de colegir la forma en que impactarán a la economía colombiana.

 

Entre las múltiples tendencias que se avizoran, destaco tres que pueden tener efectos en Colombia: la creciente demanda de alimentos, el nuevo panorama de la energía, y el reshoring.

 

En el tema de alimentos el punto de partida ya es complejo: en siete de los últimos ocho años creció más el consumo que la oferta, y el crecimiento de los rendimientos se viene desacelerando.

 

Los retos consisten en atender la creciente demanda de alimentos, derivada del crecimiento poblacional, el aumento de la clase media en las economías en desarrollo, y los requerimientos de la industria de biocombustibles.

 

Por el lado de la oferta, la atención de esa mayor demanda implica innovaciones tecnológicas que permitan crecer los rendimientos, la incorporación de más tierras de cultivo y contar con la adecuada provisión de agua.

 

Cabe esperar que la ciencia responda a este reto que enfrenta la humanidad, como lo ha hecho en casos anteriores, para aumentar la productividad del agro. Con relación a las tierras nuevas, según la FAO, las economías en desarrollo pueden incorporar alrededor de 120 millones de hectáreas, la mitad de ellas, aportadas por siete economías entre las que se incluye a Colombia. En materia de agua, mientras hay regiones del mundo que ya padecen problemas críticos de abastecimiento o que caminan raudamente hacia ellos, Colombia es una de las economías con mayor riqueza hídrica en el mundo.

 

El nuevo panorama de la energía surge de la explotación de petróleo y gas no convencionales en EE UU y el descubrimiento de potenciales yacimientos en otras regiones del mundo.

 

Las implicaciones económicas son vastas. Empiezan por el cierre del déficit que por décadas ha registrado EE UU en su cuenta corriente, lo que a su vez puede ocasionar presiones revaluacionistas del dólar. Una derivación de la recuperación del autoabastecimiento energético de esta economía es la reducción de la importancia geopolítica del Oriente Medio y del cartel de la OPEP.

 

Adicionalmente, la producción de productos no convencionales puede ocasionar una menor demanda de carbón en EE UU y en otras regiones del mundo. Parte de ella puede ser compensada por la sustitución que Japón hará de energía nuclear por otras fuentes.

 

Por último, el abaratamiento de los costos de la energía ya está repercutiendo en la mejora de la competitividad industrial estadounidense, con el potencial desencadenamiento de una nueva tendencia que se empieza a conocer como reshoring o backshoring.

 

Esta tendencia, que nace del abaratamiento de la energía y de la pérdida de competitividad relativa de China, se manifiesta en la reinstalación de empresas en las economías desarrolladas, especialmente en EE UU.

 

En China los salarios vienen creciendo de forma sostenida, en parte por la mejora de la productividad y en parte por la escasez relativa de mano de obra especializada. No obstante, la producción por trabajador sigue siendo inferior a la de EE UU, por lo que el efecto combinado es un cierre de la brecha de costo laboral unitario ajustado por productividad.

 

Un estudio de Boston Consulting Group (“Made in America, Again. Why Manufacturing Will Return to the U.S.”) tomó en cuenta estos factores para la fabricación de autopartes y los proyectó al 2015; estimó que el ahorro de costos laborales entre localizar una empresa en China o en EE UU se reducirá del 65 % al 39 % entre el 2000 y el 2015. “Adicionalmente, puesto que los costos laborales son un cuarto de los costos totales de fabricar la autoparte, el ahorro total se reducirá a menos del 10 %”.

 

Al descontar de ese ahorro el costo y tiempo del transporte, que puede tomar alrededor de 30 días desde China hasta EE UU, hay casos en los que la ventaja relativa desaparece y se torna atractiva la localización más cerca del consumidor.

 

Síntesis: en un mundo cada vez más integrado es difícil escapar a las tendencias globales. Las aquí reseñadas muestran la importancia de comprenderlas y pensar en las adaptaciones de las empresas colombianas para aprovecharlas.

 

En la primera, son claras tanto las ventajas naturales del país como los esfuerzos que hay que realizar para aprovecharlas. La segunda plantea retos en productividad para la minería y la producción de hidrocarburos en Colombia, así como en exploración del potencial del país en los no convencionales. Con la última, es importante hacer un seguimiento detallado de las industrias que serán candidatas al reshoring y evaluar las ventajas de localización de Colombia para ser un destino alternativo de esas inversiones que saldrán de Asia.

Opina, Comenta

Openx inferior flotante [28](728x90)

Openx entre contenido [29](728x110)

Openx entre contenido [72](300x250)