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08 de Mayo de 2024 /
Actualizado hace 8 horas | ISSN: 2805-6396

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Especiales / En ejercicio


“Las grandes historias judiciales pueden ser grandes historias literarias”

06 de Diciembre de 2023

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Recientemente, la editorial Planeta publicó el libro Leyes y leyendas, en el cual se desentraña, en clave de crónicas periodísticas, las historias ocultas en los expedientes de siete grandes procesos judiciales que, de una u otra forma, han repercutido hasta nuestros días, entre ellos, la disputa entre la multinacional Chevron y el Estado ecuatoriano; los juicios de Núremberg; la expropiación de las casas roneras Havana Club y Bacardí, por parte del régimen de Fidel Castro, y los juicios del Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia.

En esta entrevista, el abogado ecuatoriano Víctor Cabezas Albán, autor de la obra, habla sobre cómo surgió la idea del libro, cuyo prólogo estuvo a cargo del exministro Alejandro Gaviria, y también de algunas cuestiones derivadas de su labor como consultor en el ámbito empresarial.

Víctor Cabezas Albán es un abogado laboralista ecuatoriano graduado en la Universidad San Francisco de Quito, con estudios de magíster en Derecho del Trabajo, en la Universidad Externado de Colombia, y en Derecho, en la Universidad de los Andes. En el 2023, obtuvo un LLM en la Universidad de Pennsylvania (EE UU), donde adelanta estudios de doctorado en Derecho. Además de ser profesor, es un destacado consultor empresarial en asuntos laborales. Su pasión por la escritura lo llevó a publicar recientemente Leyes y leyendas (Planeta).

ÁMBITO JURÍDICO: ¿Qué lo motivó a escribir ‘Leyes y leyendas’?

Víctor Cabezas Albán: Leyes y leyendas es un esfuerzo por recuperar el poder de la prosa judicial atrincherada entre los expedientes procesales. También ha sido una forma de aliviar una ansiedad relacionada con mi forma de abordar el Derecho. Desde mi época de estudiante, sentía que las grandes historias judiciales también eran grandes historias de la literatura y sentí angustia por no poderlas mostrar al mundo, a un público que yo pensaba que podía encontrarlas entretenidas y estimulantes. El libro, de cierta forma, es una manera de lidiar con esa ansiedad de las historias no contadas.

Á. J.: ¿Cuál fue la parte más exigente de todo el proceso del libro?

V. C. A.: Como abogado estoy entrenado para leer expedientes procesales. Al inicio de este proceso, creía que el mayor reto estaría en procesar esa información, pero me equivoqué. Mi mayor desafío estuvo en encontrar la dimensión, las palabras, las escenas y las puntuaciones adecuadas para reflejar el relato de las víctimas. Leyes y leyendas cubre juicios históricos que retrataron las peores atrocidades de la humanidad. No es solo el holocausto judío, sino el genocidio contra los bosnios musulmanes ocurrido en los albores de la década de los noventa en plena Europa occidental. Encontrar la tónica, el equilibrio y la pasión adecuada para contarlas con dignidad fue, sin duda, el mayor reto del libro.

Á. J.: ¿Qué espera sembrar en sus lectores?

V. C. A.: Curiosidad. Veo al expediente judicial como una fuente de historias entretenida, que nos presenta conexiones insospechadas con la política, la economía, la vida social y la cultura. En realidad, espero que sumergirnos en un juicio sea un buen pretexto para entender una época y para detonar preguntas sobre el peso de la ley en la construcción del discurso de la historia. También espero sembrar la duda con respecto al pasado. A menudo, se dice que lo que pasó ya no se puede cambiar. Yo dudo de eso. Creo que la interpretación del ayer es, como toda empresa humana, un reto colectivo que podemos resignificar de la mano de la literatura. Ese cuestionamiento al pasado estático y que poco nos dice de nosotros mismos es, también, una aspiración de siembra.

Á. J.: Al inicio del capítulo ‘Piratas sin puerto’, usted dice que, a pesar de ser imprescindible para preservar la vida individual y social, el litigio en derechos humanos es estéril y poco rentable, si se compara con las reglas de juego que protegen, por ejemplo, la inversión extranjera. ¿No es una contradicción que, en medio de esta realidad, se haya puesto en boga el enfoque de derechos humanos en el ámbito empresarial?

V. C. A.: La inclusión de los derechos humanos en el discurso empresarial es algo reciente y, de hecho, encuentra su detonante en las imaginativas luchas judiciales de personas como Doli Filártiga y otros que desafiaron el derecho clásico en pos de su dignidad y de la memoria de sus víctimas. No es una contradicción. Es, más bien, un efecto colateral positivo. Un legado silencioso de las víctimas.

Á. J.: Claudia Goldin acaba de ganar el Premio Nobel de Economía por su trabajo en el campo de las brechas salariales y su impacto sobre las mujeres. ¿Qué recomendaciones de Goldin deberían tener en cuenta las empresas para ser mejores empleadoras?

V. C. A.: Los aportes de Claudia Goldin han sido vitales para entender los fundamentos económicos de un problema político: el machismo laboral. Sus estudios adelantados desde la década de los ochenta nos han permitido comprender, por ejemplo, que la disponibilidad de tiempo en las mujeres está directamente relacionada con su progreso laboral. Y, a su vez, esa disponibilidad de tiempo está determinada por el rol social que, más o menos voluntario, asumen en la escena familiar. Goldin, por lo tanto, abogaba por evaluar distinto a las mujeres, por tener indicadores de resultados, más que de permanencia temporal. Ella también adelantó estudios sobre temas que hoy nos parecen normales: la necesidad de que existan medidas afirmativas para que los permisos maternales no afecten el crecimiento laboral, la necesidad de que haya transparencia en las evaluaciones y en los ascensos, que se traten, pues, como actos políticos sujetos a un escrutinio serio.

Á. J.: ¿Es posible equilibrar la estabilidad laboral y la rentabilidad empresarial?

V. C. A.: Por supuesto. La estabilidad laboral es un indicador de eficiencia. Un empleado o una empleada es, también, una inversión de tiempo y dinero. Su estabilidad es un factor positivo en ambas vías.

Á. J.: ¿Qué libro que le haya gustado recientemente recomendaría?

V. C. A.: Estoy muy entusiasmado con un libro que transita entre la ficción y la crónica, entre la memoria familiar y el ensayo teórico: ¿Qué pasó con Seki Sano?, de Sandro Romero Rey. Allí, el autor explora el itinerario de uno de los maestros del teatro moderno más importantes del siglo, que llegó a Colombia a hacer una revolución, pero fue expulsado luego de ser acusado de comunista por otro celoso colega. O, al menos, esa es la versión oficial, que Romero Rey derribará en su investigación. Curiosamente, él comienza esta investigación durante la pandemia, recluido, sin más que una pantalla para entender Japón, la posguerra y la extraña Colombia de los cincuenta.

Víctor Cabezas Albán

Es abogado laboralista ecuatoriano graduado en la Universidad San Francisco de Quito, con estudios de magíster en Derecho del Trabajo, en la Universidad Externado de Colombia, y en Derecho, en la Universidad de los Andes (Colombia). Tiene un LLM en la Universidad de Pennsylvania (EE UU), en donde adelanta estudios de doctorado en Derecho.

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