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07 de Mayo de 2024 /
Actualizado hace 27 minutos | ISSN: 2805-6396

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Especiales / En ejercicio


“Investigar y enseñar el Derecho es una opción para el ejercicio profesional”

07 de Junio de 2023

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“Investigar y enseñar el Derecho es una opción para el ejercicio profesional” (Humberto Pinto)

Tania María Camila Luna Blanco no solo es reconocida por ser una voz experta en Derecho Constitucional, en Historia del Derecho y en Teoría Jurídica, pues, además, su compromiso y dedicación con la academia le ha merecido el reconocimiento, de estudiantes y colegas, como una docente e investigadora ejemplar.

ÁMBITO JURÍDICO conversó con Luna Blanco sobre cómo la enseñanza y la investigación del Derecho debe ser considerada como una forma de ejercer la profesión y, sobre todo, como una vía para aportar a la sociedad.

ÁMBITO JURÍDICO: ¿En el actual contexto colombiano, la enseñanza e investigación del Derecho es una opción viable para el ejercicio profesional?

Tania María Camila Luna Blanco: Viable y necesaria. La enseñanza del Derecho no es un pasatiempo ni un espacio para construir prestigio profesional, es vocación y compromiso. Hay mucha responsabilidad al enseñar. Mucho más en un país con más de 195 pregrados en Derecho, uno de los que más produce abogados en el mundo; con más de 1.000 profesionales sancionados al año por la comisión de faltas disciplinarias y con el reto de dialogar con las dinámicas de una sociedad con inteligencias cambiantes.

Comprometerse con la enseñanza del Derecho no solo exige entregar la vida a la formación académica, sino también a adquirir una mirada pedagógica y didáctica para ponerla al servicio de los otros. Un profesor de vocación no es una máquina reproductora de sonido que recita la lección, es un ser humano que dedica parte de su tiempo a pensar cómo hacer para que sus estudiantes aprendan a conocer por sí mismos, a hacer y a ser de manera reflexiva y crítica. La educación es autonomía. Por ello, vale la pena preguntarse: ¿entregamos a nuestros estudiantes herramientas para que puedan aprender a aprender aun sin nosotros o sin importar el contexto de su ejercicio profesional? Ahí la formación en investigación es realmente importante.

Á. J: ¿Cuál debe ser, en ese caso, el rol del docente?

T. M. C. L. B.: Formamos a nuestros estudiantes en contenidos, pero necesitamos maestros que se enfoquen también en el desarrollo de habilidades de lectura, escritura, argumentación, investigación en el Derecho y ética profesional. Leer y escribir en la universidad y en un pregrado en Derecho es diferente a leer en el colegio. Nuestros estudiantes de Derecho reclaman teorías llenas de realidad política, capaces de explicar nuestros propios contextos. Pienso que cada vez creen menos en el profesional que se ubica al frente del salón de clase con poco tiempo y disposición para enseñar, así sea muy prestigioso. Por el contrario, demandan maestros que construyan aulas vivas y que con su investigación alimenten la explicación de nuestras realidades, señalándoles que en el Derecho puede haber espacio para discutir la justicia y para pensar la transformación social. La universidad es diversidad, y un espacio de aprendizaje que involucra a profesionales con habilidades de enseñanza en su cátedra y profesores de tiempo completo que aportan su energía y dedicación a la reflexión pedagógica permanente y a la investigación, entendida como construcción de conocimiento y aporte a la academia jurídica colombiana, renovando viejos debates y proponiendo nuevas formas de pensar la realidad.

Á. J: ¿Cree que las universidades y los docentes incentivan la elección de esa opción?

T. M. C. L. B.: Un estudiante me preguntó, al finalizar una clase, que a qué me dedicaba para vivir. La pregunta me pareció extraña, pero le contesté que era profesora de tiempo completo de la universidad y que mi trabajo era enseñar e investigar. Me miró con cara de tristeza y me dijo que, en algún momento, me saldría un trabajo de alto prestigio y remuneración en una firma o en una alta corte, teniendo en cuenta que yo era muy buena. Me reí en ese momento, aunque fue muy significativo para mí ver cómo, a veces, nuestros estudiantes no tienen conocimiento sobre cómo también puede ejercerse el Derecho desde la academia. Vale la pena trabajar en redefinir nuestro concepto de éxito profesional. ¿Qué significa ser un profesional exitoso en el Derecho? Yo creo que puede significar muchas cosas, algunas involucran ejercer en cortes o juzgados, firmas nacionales e internacionales de abogados, abogacía de causas sociales, pero también ser profesores y profesoras que entregan su vida con dedicación, pasión y honestidad a que otros puedan desarrollar sus habilidades, así como proponer explicaciones para entender la realidad que los rodea y coordenadas para navegar el mundo.

Á. J: ¿Cómo ha evolucionado la academia jurídica en Colombia?

T. M. C. L. B.: La academia jurídica colombiana, con profesionales dedicados a la enseñanza y a la investigación, es muy joven. Desde hace muchos años, profesores(as) se dedican al arte de enseñar y escribir sobre el Derecho.  Numerosos manuales y libros fueron producidos en ese contexto, pero, desde hace ya algún tiempo, abogados(as) vieron en la docencia y la investigación una opción real para el ejercicio profesional. Entregaron su vida a formarse académicamente, no solo en pregrado o haciendo especialización, sino también haciendo maestrías y doctorados. Sus obsesiones doctorales desafían a esta sociedad que marcha tan deprisa y les permiten dedicar un tiempo importante a pensar nuestros problemas tratando de identificarlos y de explicar con riqueza y profundidad nuestra realidad. A las facultades de Derecho están llegando cada vez más profesores de planta para defender el ejercicio académico como vocación y actividad profesional principal, con remuneración digna. Esto significa que no enseñamos en nuestros ratos libres, sino que hacemos de la enseñanza y de la investigación el centro de nuestro quehacer. Nos dedicamos a reflexionar y a repensar la forma en la que enseñamos, a entender al derecho en sus diferentes expresiones y a cuestionar su construcción, su funcionamiento, las transformaciones que ha logrado y los desafíos pendientes. 

Á. J: ¿Cómo aporta la investigación en Derecho a la verdadera resolución de problemáticas sociales, políticas o económicas?

T. M. C. L. B.: Debemos desligarnos de cualquier visión reduccionista que confunde al Derecho con la producción de normas jurídicas y, a su enseñanza, como la memorización de tales normas. Nuestra tarea implica enfocarnos en entender cómo funciona en su interacción entre regímenes y de qué manera produce transformaciones o, en ocasiones, atascos. Todo esto demanda tiempo y recursos, es una apuesta que las universidades están dando y que debe crecer cada día. No se trata solo de producir libros voluminosos, sino de preguntarnos en qué debates el Derecho debe intervenir, dónde no ha tenido voz, dónde podría tenerla, con quiénes no dialoga, con quiénes dialoga demasiado o a quiénes nunca escucha.  El Derecho es poder, y entenderlo en movimiento e interacción puede contribuir a solucionar problemáticas reales. En Colombia, demandamos justicia; transformación social; reconocimiento de sujetos; redistribución de recursos económicos, sociales y culturales; miradas integradoras que entiendan el impacto del género, la raza y la clase en la formación de nuestras instituciones legales y políticas públicas. Todo eso pasa, necesariamente, por el Derecho. El Derecho no es inicio y fin, pero sí hace parte de este mundo social que fija las reglas que nos permiten existir y ser reconocidos.

Á. J:  Cuéntenos cómo ha sido su experiencia en la investigación del papel que juega el Derecho en el conflicto armado colombiano.

T. M. C. L. B.: Viví la experiencia de un doctorado maravilloso, donde una comunidad académica vibrante me ayudó a pensar permanentemente en la historia del conflicto armado colombiano y en el papel que juega el Derecho en su construcción y comprensión. Informes, como los de la Comisión Histórica del Conflicto y sus Víctimas o el Informe de la Comisión de la Verdad, responsabilizan al Derecho por muchos de nuestros aciertos, pero también de daños estructurales. El Derecho parece estar presente, paradójicamente, cada vez que se habla de ausencia estatal y de injusticia en el reconocimiento de sujetos y de comunidades. A ese Derecho le debemos un debido proceso en la historia. Nos debemos la tarea de estudiarlo cuidadosamente, porque lo hemos empleado sistemáticamente en la tarea de alcanzar la paz en Colombia y no podemos seguir estudiándolo de manera compartimentalizada. Ojalá podamos avanzar a pensarnos la comprensión y transformación de los conflictos colombianos y la emergencia de las paces en plural desde el derecho civil, penal, laboral, administrativo, constitucional, disciplinario, fiscal, electoral. Necesitamos una mirada integradora y crítica que reconozca lo que el Derecho puede generar. El Derecho no es necesariamente un instrumento para la paz, puede generar también mucha violencia y debemos comprometernos con su estudio.

Mis líneas de investigación se enfocan en la historia y la memoria constitucional, la teoría jurídica y la educación jurídica. Lidero la línea de investigación en constitucionalismo, paz y memorias del Grupo de Estudios en Derecho Público de la Facultad de Ciencias Jurídica en la Javeriana y el Semillero en Derecho Constitucional Contemporáneo. Junto a profesores y estudiantes de pregrado, maestría y doctorado abrazamos una idea de entender las dinámicas del conflicto con mirada comparada y lente crítico. Nuestra apuesta es construir paz en el aula y pensarnos una paz que deje de estar tan alejada de nosotros. Reivindicamos la paz, porque no creemos que sea correcto hablar de la paz de Lleras Camargo, de Barco, de Santos, de Duque o de Petro, sino de nuestra paz, nuestras paces, las paces por las que hemos luchado todos los colombianos en la historia de este país.

Tania María Camila Luna Blanco

 

Es abogada de la Universidad Libre, magistra en Derecho con énfasis en investigación de la Universidad Nacional de Colombia y doctora en Derecho de la Universidad de los Andes. Ha trabajado para la Corte Constitucional y el Gobierno en temas de paz; se ha desempeñado como consultora para entidades públicas y privadas, coordinadora de clínicas de derechos humanos y acciones públicas. Ha ejercido la docencia por más de una década.

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