Especial Educación Superior
La universidad como transformadora de la cultura procesal
31 de Mayo de 2016
Germán Romero Tapia
Comunicador Social y Periodista de la Universidad Autónoma del Caribe
Javier Ojeda Fajardo es un cartagenero de 22 años, estudiante de noveno semestre de Derecho en la Universidad de Cartagena, que combina sus estudios académicos con la práctica del microfútbol. De hecho, él es uno de los organizadores y partícipes de la Lawyer League, el campeonato de microfútbol interno de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas. Dice estar acostumbrado al trabajo en equipo, el cual requiere “mucha disciplina y conocimiento de la materia y de las reglas de juego”. Esto es válido, según él, para cualquier actividad que se emprenda, deportiva o académica.
Este año, a finales de abril, Javier vivió una experiencia en el plano académico que le permitió corroborarlo: su participación, junto a cuatro compañeros más, en el Concurso Regional Universitario en Técnicas de Juicio Oral, organizado por la Asociación Colombiana de Facultades de Derecho (Acofade), y que contó con la asistencia técnica del Departamento de Justicia de Estados Unidos. El grupo estuvo integrado, además de Javier, por los estudiantes Luis Daniel Mercado, Laura Araújo, Andrea Carolina Salón y Elizabeth Sáenz Sanmartín, y tuvo como tutor al docente penalista Edgar Osorio.
Para Osorio, el certamen ayudó a que los estudiantes sintieran de cerca “la realidad procesal de los juicios penales, lo que exige concentración, preparación, estudio y competencias para realizar un serio desempeño como abogados, representantes de la Fiscalía General de la Nación o defensores de las personas vinculadas como presuntas responsables de algún delito”.
El concurso se fundamentaba en “la necesidad de una transformación de la cultura procesal” y perseguía fomentar la formación en oralidad “como método para garantizar efectividad, transparencia, concentración y contradicción probatoria en los litigios judiciales”. A este respecto, en un artículo publicado con ocasión del advenimiento del nuevo sistema penal acusatorio (L. 906/04), la investigadora jurídica Lucía Elizalde Bulanti advierte que “(…) de nada sirven normas que establezcan la oralidad y los procesos por audiencias, si el Estado no adopta las medidas necesarias para que esas normas puedan convertirse en una realidad y si los partícipes del proceso no se encuentran capacitados para ello”.
Técnicas de oralidad
De acuerdo con el artículo 9º de la Ley 906, la oralidad se erige como la herramienta más importante de la actuación procesal y le asigna el objetivo de “imprimirle mayor agilidad y fidelidad” a los procesos judiciales. En efecto, el principio de la oralidad adquiere, bajo la perspectiva del nuevo sistema, no solo una dimensión material, referida a la habilidad en el uso del lenguaje hablado por parte de los litigantes, sino también una dimensión fáctica, en tanto puede transformar el tiempo y el espacio de los estrados judiciales en un escenario de comunicación mucho más eficaz.
En esta dimensión, los sujetos procesales están obligados a imprimirle una dinámica productiva y más ligada a la solución del litigio, sin las antiguas dilaciones características del antiguo sistema. Esta dinámica permite, al decir del penalista Francisco Bernate Ochoa, relegar “la transcripción de las actuaciones procesales a los eventos estrictamente necesarios”.
Por todo ello, las instituciones universitarias, a través de sus facultades de Derecho, están obligadas a impulsar el fortalecimiento de la competencia oral, tanto o más que el de la competencia escrita.
De ahí la importancia de promover concursos de este tipo, puesto que esto permite a los estudiantes partícipes maximizar sus potencialidades académicas y asegurarse herramientas de litigio eficaces para su formación profesional y laboral.
Esta fue, quizá, la lección más edificante que se trajeron de Bogotá los estudiantes del Programa de Derecho y su tutor, quienes recibieron el reconocimiento de los jueces evaluadores. “Fue una experiencia extraordinaria”, afirma Javier, “pues nos permitió no solo fortalecer nuestros conocimientos sobre el proceso penal, sino también poner en práctica las técnicas de trabajo grupal”.
Como en las jornadas del campeonato de microfútbol, en las que los participantes asumen lo lúdico como algo supremamente serio, Javier Ojeda Fajardo continúa su preparación con el rigor y la disciplina de siempre. El reconocimiento obtenido en el concurso lo llena de motivación, al igual que a sus compañeros de gesta. Entiende, sin embargo, que es imperioso que se promueva mucho más la investigación en este campo, pues esto permitiría desarrollar de mejor manera habilidades en el manejo de las técnicas de oralidad, y abriría una posibilidad más segura de descollar en escenarios regionales y nacionales.
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