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Curiosidades y…


En blanco y negro

22 de Septiembre de 2012

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Antonio Vélez

Antonio Vélez

 

Han terminado los olímpicos de Londres y queda, para los colombianos, cierta satisfacción por las ocho medallas obtenidas, pero también nos queda el sentimiento de que aún somos chicos en los asuntos atléticos. Por ejemplo, quedamos detrás de Cuba, un país con apenas 11 millones de habitantes y que obtuvo 14 medallas. Y al que esto escribe, le quedaron dando vueltas en la cabeza un par de inquietudes de otro estilo.

 

Después de presenciar la final de las pruebas de velocidad en pista, surge la primera inquietud: ¿por qué todos los competidores eran de piel negra? Como para hacer desmayar a Hitler y su pretendida superioridad aria. Para los genetistas, ¿qué genes de gacela portan los de piel oscura? ¿Qué proteínas hacen presencia en sus genomas para fabricar músculos elásticos y veloces a un punto tal que todos los de piel clara quedaron eliminados antes de la final?

 

Y si se trata de correr largas distancias, los morochos norteafricanos no encuentran contendores entre los blancos. Otros genes, no tan veloces como los de los jamaiquinos, pero insensibles a la fatiga. Y se trata de individuos levantados en la pobreza, con mala alimentación, ventaja adicional que les dan a los atletas de los países ricos.

 

En las primeras competencias olímpicas, los atletas de piel blanca se daban un banquete de medallas. En larga distancia, el checo Emil Zátopek dominó los 5.000 metros, los 10.000 y la maratón. Pero fueron llegando los atletas de piel oscura y se acabó el festín de medallas blancas. Para comenzar, el etíope Haile Gebrselassie batió todos los récords en largas distancias, incluida la media maratón. Ahora, en Londres, en las pruebas de 5.000 y 10.000, el dominio fue para otro moreno, el británico de origen somalí Mohamed Farah. Y en la maratón, la prueba de mayor aliento del atletismo, el ganador fue el ugandés Stephen Kiprotich, el primero de ese país en ganar un oro.

 

Miremos ahora el reverso de la moneda: ¿por qué tan pocas pieles oscuras en el agua? Lo que se observa es que en la piscina ocurre el fenómeno contrario al de la pista atlética: mayoría de blancos. Como si el biotipo asociado a la piel oscura fuese más denso, piensa uno, y así flotara menos, o por alguna razón relacionada con la musculatura, razón que los especialistas deben estudiar y explicar. ¿Y de los amarillos qué? Pues la verdad es que comienzan a brillar y aún es temprano para juzgarlos. Baste decir que entre China y Japón obtuvieron más de cien medallas.

 

La segunda inquietud olímpica tiene que ver con la inequidad. ¿Cómo así que un solo atleta puede obtener más medallas que todo un país relativamente exitoso? Michael Phelps ha ganado 22 medallas, la mitad de ellas en Londres, de esta, 4 de oro, lo que lo sitúa en el rango de los superhombres. Pero hay un engaño: el reglamento lo propicia, sin que ello signifique que estamos al frente de un ultrasupercampeón.

 

Un fenómeno sí lo es Phelps, pero el reglamento amplifica sus logros. La natación, por capricho de los organizadores de antaño, es la disciplina que más medallas otorga (y para los patinadores, nada). Además, si un nadador gana los 100 metros libres, bien puede ganar los 200, y los 100 y 200 mariposa, y en cuatro estilos puede ganar los 100 y los 200: basta que las competencias se espacien y den tiempo para recuperar fuerzas. Si se posee el biotipo para una prueba, sirve también para aquellas similares y, en consecuencia, fácilmente pueden triplicarse los logros. A lo anterior se suman con generosidad las medallas obtenidas por equipos, y así se multiplican aún más los éxitos.

 

Un boxeador o un tenista solo puede obtener la medalla de su especialidad. Es hora, entonces, de empezar a revisar el reglamento y terminar con tan olímpicos privilegios.

 

He tratado este asunto muy superficialmente, desde el color del pellejo, pero no pretendía más. Quizá no tengo los conocimientos necesarios para pasar de la epidermis.

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