Anecdotario Político
Anecdotario Político 355
06 de Octubre de 2012
Benjamín Ardila Duarte
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El gobierno de Marroquín, en cuyas manos perdimos Panamá, cometió muchos errores. Su hijo Lorenzo, en su novela Pax recuerda que en una de las guerras civiles el Gobierno importó material de artillería. Al montarlo sobraron piezas, saltó de alegría el comandante de los cañones con emoción patriótica, por su descubrimiento. Lo malo fue que al llevar los cañones al frente de batalla no dispararon.
Las locomotoras de una economía armónica deben incluir materias primas producidas e industria transformadora. Don Florentino González creía que debíamos generar solo frutos de la tierra y explotación de las minas, con lo cual nos amarró a la teoría de la dependencia así: “La Europa con una población inteligente, poseedora del vapor y de sus aplicaciones, educada en las manufacturas, llena su misión en el mundo industrial dando diversas formas a las materias primas. Nosotros debemos también llenar la nuestra; y no podemos dudar cuál es, al ver la profusión con que la providencia ha dotado esta tierra de ricos productos naturales. Debemos ofrecer a la Europa las primeras materias y abrir la puerta a sus manufacturas para facilitar los cambios y el lucro que traen consigo, y para proporcionar al consumidor, a precio cómodo, los productos de la industria fabril”.
La planeación es ya antigua en Colombia y la edición de sus textos llena bibliotecas. En 1961 el estadista Alberto Lleras expresó: “Así como desde hace varias décadas es indiscutible la conveniencia de un cierto grado de intervención estatal en la economía, es hoy evidente que ella ha de obedecer, sobre todo en los países insuficientemente desarrollados, a objetivos técnicamente pre-establecidos, congruentes entre sí, que representen esfuerzos para un periodo determinado, porque la intervención sin planeación es tan anacrónica como el puro y simple liberalismo económico”.
Un grupo de españoles en 1957 quería hacer cardenal de la iglesia católica a Franco por su lealtad al Vaticano durante la Guerra Civil o Cruzada. Encabezados por Alberto Martín Artajo y los exministros Areilza y Lequerica y el propio ministro Castiella hicieron la gestión encaminada a ponerle el capelo cardenalicio al caudillo que se sentía representante de Dios en la tierra. Sin embargo, no lograron tan extraña aspiración.
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