Anecdotario Político 323

Benjamín Ardila Duarte

Todo gobierno se puede convertir en oposición y toda oposición en gobierno. Ello explica por qué los ingleses tienen un gabinete en la sombra para quienes constituyen la leal oposición a su Majestad. Los que están por fuera en un question time (tiempo de preguntas) interrogan a los que están en el gabinete del primer ministro. Famosa es, desde el siglo XVIII, la frase de Henry Bolingbroke: “La oposición no debe representar solamente el disentimiento, sino que tiene que aspirar a ser alternativa, ofreciendo los remedios a un gobierno que no es infalible”.

El presidente del Fondo Monetario Internacional, ex ministro y ex candidato francés Strauss-Kahn – según Maureen Dowd, del New York Times y premio Pulitzer – estaba ordenando a otros países que se apretaran el cinturón, mientras él se estaba bajando los pantalones. Y decía: “Siempre sentimos fascinación por la contradicción de que personas cosmopolitas y poderosas, amén de multilingües puedan comportarse de manera tan primitiva”.

El diplomático inglés Nicolson veía el origen de la diplomacia, desde los albores de su existencia, y añade que sus inicios están desde el momento en que un grupo de antropoides comprendió que para entenderse con un grupo vecino era mejor que sus emisarios, para dialogar, no fuesen asesinados nada más al llegar.

La participación de los obreros en las utilidades de las empresas – tan prometida en todos los programas de candidatos presidenciales – la presentó el virrey Mendinueta, antes de nacer la república, así: “Esto es una injusticia que no puede durar mucho tiempo y me parece que llegará el día en que los jornaleros impongan la ley a los señores y estos se vean precisados a hacer partícipes de sus ganancias a los brazos que ayudan a adquirirlas”.

La Ciencia Política y la teoría del Estado comportan la actuación de clases, generaciones y partidos conducidos por la “élite del poder” de que habla W. Mills. No siempre son idóneos, y Pinder y Ortega piden el relevo de las generaciones en el mando supremo, porque – aquí Karl Popper – se inclina a creer que rara vez se han mostrado los gobernantes por encima del término medio, ya sea moral o intelectualmente, y sí, con frecuencia, por debajo de este.