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24 de Abril de 2024 /
Actualizado hace 5 horas | ISSN: 2805-6396

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Opinión / Columnista Online

¿Más trabajo no debería ser la prioridad?

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Luis Felipe Gómez Ávila

Especialista en Derecho Laboral y Relaciones Industriales

Magíster en Derecho Empresarial Universitat Autónoma de Barcelona

@Luisfegoa; felipe@gomez-asociados.co

 

La nueva ministra de Trabajo, Gloria Inés Ramírez, asusta un poco, es decir, no solo tiene una evidente afinidad con el comunismo y las ideas de Chávez, sino que también recién posesionada afirmó que deberíamos seguir las ideas de Cuba o Nicaragua, prometió ampliar la jornada nocturna y ahora expresa que se deben eliminar los contratos de prestación de servicios.

 

En primer lugar, es importante calmarse y respirar, ahora es la ministra del Trabajo y debe velar precisamente para que se desarrolle su cartera en pro de beneficiar a las mayorías. Lanzar estas ideas sin la menor preparación o estudio no son, para nada, buenas para la sociedad en la que vivimos, pero eso sí, populistas. En nuestro país, el empleo formal lo generan en su mayoría las Mipymes. Según el presidente de la Cámara de Comercio de Bogotá, Nicolas Uribe Rueda, más del 97 % de las empresas del país están en esta categoría y, en reciente entrevista, la directora ejecutiva de Acopi Bogotá, María Alejandra Osorio, expresó: “Las micro, medianas y pequeñas empresas hacen la diferencia, pues son generadoras del 80 % del empleo formal y bien remunerado del país y aportan cerca del 50 % del producto interno bruto (PIB)”. Dicho lo anterior, ¿será que la reforma tributaria y las ideas de la nueva ministra responden a la realidad de nuestro país?

 

En Colombia, la informalidad es la reina de las formas de trabajo, la gente no tiene verdaderas garantías laborales, allí no cuentan con seguridad social y unas prestaciones sociales definidas que los acerquen a un modelo de vida digno. Según cifras del Dane, en el trimestre comprendido entre abril y junio del 2022, la proporción de ocupados informales fue del 58,0 %, y si nos vamos a algunas ciudades como Sincelejo o Valledupar, esta cifra ronda el 70 %. Ahora bien, tratándose de agrupar la informalidad por sectores, encontramos que en el agro llega a ser hasta del 90 %, así las cosas, ¿cuál debe ser el principal foco de atención para este gobierno y especialmente para el Ministerio del Trabajo?

 

La creación de puestos de empleos formales es, sin duda, transcendental, si queremos una sociedad más justa, cuando mencionamos trabajo estamos hablando de derechos sociales, constitucionales e irrenunciables. No existe una sociedad democrática y justa si no tiene un ordenamiento jurídico laboral fuerte que propicie la generación formal de puestos y que no ahogue a las empresas. El trabajo no solo es una fuente de riqueza para quien lo realiza, sino también es un medio para obtener una vida digna, desarrollo emocional y familiar próspero y el motor principal para disminuir las brechas sociales de una sociedad injusta como la nuestra. Pero si nuestro derecho laboral no se compagina con la realidad de nuestro pueblo, es un salto al vacío, es un saludo a la bandera y, peor aún, no es un derecho, se convierte en un mecanismo populista que seguramente mejorará la vida de unos pocos, pero a costa del beneficio de millones.

 

Hoy, las cargas tributarias son muy altas paras las Mipymes. Con absoluta certeza les puedo contar que al emprendedor en Colombia se le hace muy difícil contratar “legalmente” a sus empleados, por eso, recurren, en el mejor de los casos, al contrato de prestación de servicios, por medio del cual le exigen a su supuesto “contratista” que se pague la seguridad social, pues se encuentran debatiendo entre generar algo de utilidad o contratar laboralmente a sus empleados. Ahora, dije en el mejor de los casos, pues la verdad es que la mayoría, simplemente, recibe el pago de su día o de su jornal y ya, no hay seguridad social que se asome por ningún lado y eso cuando se trabaja para un tercero, pero recordemos que somos un país pobre con la informalidad al 60 %, es decir, gente en el rebusque. Acá encontramos al vendedor de aguacate de la esquina, de flores, de caramelos, al malabarista, mecánicos, carpinteros y demás ocupaciones que puedan realizarse con el objetivo de generar algo de ingreso para saciar las necesidades. Entonces, ¿cómo hablar de ampliar la jornada nocturna, lo cual se traduce en encarecer los costos laborales, en un país donde solo una mínima porción de personas tiene un empleo formal?, pero, entonces, ¿qué debemos hacer?

 

Las soluciones, aunque impopulares, son necesarias, si lo que realmente se busca es ayudar al pueblo colombiano. Yo las resumo en tres.

 

(i) Incrementar la edad pensional, hoy la esperanza de vida aumentó y lo sigue haciendo. El sistema pensional se debe compadecer con la realidad actual o el déficit en esta materia seguirá aumentando de manera muy grave. 

 

(ii) Modificar el salario mínimo. Se debe discriminar por sectores y por ciudades, no es lo mismo el costo de vida en Bogotá que en el Mitú, y así como un banco puede y debería pagar un salario mínimo superior al actual, no resulta igual para una microempresa. Acá es importante precisar que un trabajador no cuesta el valor de su salario, en realidad se le debe sumar un 57 % adicional, teniendo en cuenta la seguridad social, las prestaciones sociales, las vacaciones y los parafiscales.

 

(iii) Se debe aprobar y regular el trabajo por horas. Este vacío lleva a la evasión de seguridad social de maneras incalculables, hoy millones de colombianos en la informalidad verían una luz gigante si pudieran realizar sus trabajos con pagos que reflejen su seguridad social en las horas que prestan sus servicios, como los electricistas, fontaneros, mecánicos, profesores, entre otros.

 

Así las cosas, no es tan fácil como decir que se acabará con el contrato de prestación de servicios, y sea el momento para decirle a la ministra que el problema no es esta forma contractual, ya que, además de que no es propia del derecho laboral, pues es comercial, el  yerro lo encontramos en su uso inapropiado, pero, por supuesto, yo puedo contratar a un pintor, por prestación de servicios, para que me dibuje un paisaje y me lo entregue en un mes, y ni hablar de la labor que desarrollamos los abogados.

 

Somos un país inmensamente desigual, con cifras aterradores de informalidad y la escasa formalidad la dominan las pequeñas empresas, como lo dije al inicio, ayudemos a las mayorías, no ahoguemos a las empresas y empecemos a diferenciar sectores y empresas. De un correcto análisis sobre esta materia tendríamos un verdadero país con proyección y futuro, pero no es con palabras vacías, es con estudio, esfuerzo y, especialmente, con acciones.

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