Arte e impuestos
El arte y la tributación no solo se cruzan en anécdotas históricas, sino que también tienen implicaciones prácticas y vigentes.Openx [71](300x120)

14 de Julio de 2025
Pablo Emilio Mendoza
Socio de Liminal Law
Para esta columna, inicialmente tenía la intención de escribir sobre la suspensión de la regla fiscal por parte del Gobierno Nacional, mediante la activación de la cláusula de escape. Sin embargo, este tema ha sido ampliamente abordado y sus efectos adversos ya se están evidenciando, como lo demuestra la reciente disminución de la calificación crediticia del país. También consideré escribir sobre la anunciada reforma tributaria que se presentaría próximamente, pero su probabilidad de éxito en el Congreso es muy baja y será mejor pronunciarse sobre la misma más adelante.
Por ello, decidí abordar un tema menos coyuntural, pero muy interesante, esto es, la relación entre arte y tributación. Esta conexión, aunque poco explorada en el debate público colombiano, tiene raíces profundas y múltiples manifestaciones a lo largo de la historia.
Uno de los ejemplos visuales de esta relación es la pintura Los recaudadores de impuestos (Tax Collectors) de Quentin Massys. En esta obra, dos individuos representan la actividad del recaudo tributario. El recaudador de la derecha, con su expresión perturbadora, simboliza el sentimiento que muchos ciudadanos tienen hacia las administraciones tributarias: desconfianza, incomodidad y hasta rechazo. Esta representación artística no solo documenta la actividad de recaudación de impuestos, sino que también refleja el imaginario colectivo sobre los mismos.
Otro ejemplo para resaltar, aunque más reciente, es el caso de algunos de los herederos de Pablo Picasso. Tras la muerte del artista, sus herederos enfrentaron una elevada carga tributaria en Francia. Para cumplir con sus obligaciones fiscales, algunos hicieron uso de una dación en pago, que les permitió pagar el impuesto mediante la entrega al Estado de una parte de la colección de obras del artista. Esta operación no solo resolvió un problema fiscal, sino que enriqueció el patrimonio cultural del país, permitiendo, incluso, la creación del Museo Picasso[1].
El arte y la tributación no solo se cruzan en anécdotas históricas, sino que también tienen implicaciones prácticas y vigentes. En Colombia, por ejemplo, la relación entre ambos temas es deficiente. Salvo una mención en el impuesto al patrimonio sobre las obras de arte, el marco tributario colombiano no contempla en la actualidad normas específicas en relación con su tratamiento fiscal, lo que genera un debate interesante sobre si esta omisión es adecuada o no.
Podría argumentarse que someter el arte a las reglas generales de tributación evita distorsiones y se alinea con los principios de tributación óptima, tales como neutralidad y simplicidad. Sin embargo, esta ausencia de regulación específica también puede generar efectos negativos, tanto para los contribuyentes, como para la administración tributaria.
Por ejemplo, la falta de una norma que permita el pago de impuestos en especie (como en el de algunos de los herederos de Picasso) impide que el Estado colombiano conserve o recupere obras de arte de valor histórico o cultural, cuyo valor, además es significativo. Esto representa una oportunidad perdida para fortalecer el patrimonio nacional. Entre muchos otros temas, la ausencia de lineamientos claros sobre la valoración de obras de arte puede generar inseguridad jurídica y facilitar prácticas de evasión o elusión fiscal.
En este contexto, sería pertinente abrir un debate técnico y legislativo sobre la necesidad de establecer un régimen tributario especial para el arte en Colombia. Este régimen podría incluir, entre otros aspectos, reglas claras sobre la valoración de obras, incentivos especiales para la donación de arte a instituciones públicas y entidades sin ánimo de lucro y mecanismos para el pago en especie de ciertos tributos.
En conclusión, la relación entre el arte y los impuestos es muy antigua y revela mucho sobre cómo las sociedades valoran tanto la cultura como la contribución al bien común. En un país como Colombia, con una riqueza artística notable y una necesidad urgente de fortalecer su sistema tributario, explorar esta intersección puede abrir nuevas posibilidades para la política fiscal y la preservación del patrimonio cultural.
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[1] Picasso and the Art of the Deal, The Washington Post, 1990. Disponible en: https://www.washingtonpost.com/archive/lifestyle/style/1990/09/16/picasso-and-the-art-of-the-deal/2d6176b9-394e-4c68-b889-ed5a6b27bb48 The Art Market, The New York Times, 1993. Disponible en: https://www.nytimes.com/1993/05/07/arts/the-art-market.html
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