De juzgador a condenado. Esa es la nueva imagen del juez español Baltasar Garzón, recientemente condenado por los delitos de prevaricato e interceptaciones ilegales (lo que aquí denominamos “chuzadas”), por el Tribunal Supremo español.

A pesar de la pena 14 meses de multa e inhabilitación de 11 años para ejercer al cargo de juez o magistrado, la mayor condena es el desprestigio internacional del juez que, en su momento, fue considerado un héroe, un justiciero de talla mundial.

Garzón se hizo famoso en todo el mundo por abrir juicios contra dictadores, como Augusto Pinochet. A pesar de ser un juez local español, asumió la bandera de la lucha internacional contra la impunidad, bajo el argumento de que los crímenes cometidos por Pinochet trascendían el ámbito nacional, para darles la categoría de delitos que afectan a toda la humanidad.

En esta ocasión, la moneda cambió de cara. Garzón pasó de juez redentor a enjuiciado culpable, por unas “chuzadas” que él ordenó y ejecutó, en uno de sus juicios por lavado de activos.

En su momento, el juez fue suspendido de su cargo de magistrado de la Audiencia Nacional española, y se encontraba en Colombia negociando con el Gobierno una posible asesoría en materia de justicia transicional.

Solo falta saber la forma en la que Garzón cumplirá su condena.

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