El derecho financiero y la buena vida
01 de Julio de 2022
Sergio Rodríguez Azuero
Andrés Palacios Lleras
A propósito de los 40 años de la Especialización en Derecho Financiero de la Universidad del Rosario, próximos a cumplirse, vale la pena reflexionar sobre el presente y el futuro de este campo del Derecho.
El mundo de las finanzas está pasando por una crisis de confianza. Desde la crisis del 2008, las personas han venido perdiendo confianza en las finanzas y las cosas que se pueden hacer gracias a ellas. La crisis de dicho año mostró lo peligrosos que pueden ser ciertos productos financieros que carecen de una adecuada regulación, especialmente cuando se vuelven masivos y se utilizan en forma abusiva. Así mismo, la actividad financiera está en el centro de las discusiones sobre la desigualdad social, y no son pocos los que culpan a los bancos y demás entidades financieras de muchos problemas sociales. No en vano el lema del movimiento “Occupy Wall Street” era la frase “nosotros somos el 99 %”.
Una de las razones por las que esta crisis se ha vuelto permanente es porque no tenemos una narrativa interesante y cautivadora sobre el rol positivo de la actividad financiera en nuestras vidas. En cambio, la idea de que los problemas son culpa de los malvados financistas es simple y, por ello, poderosa. La falta de esta narrativa constituye una oportunidad importante para el derecho financiero.
Un paso en la dirección correcta consiste en identificar las cosas que son posibles gracias a las finanzas y al derecho financiero. Es importante advertir que el derecho financiero regula actividades muy diferentes y que varían en complejidad. Por ejemplo, gracias a los bancos no tenemos que “guardar nuestro dinero en efectivo bajo el colchón” y podemos vincularlo productivamente a planes de ahorro o inversión. Gracias a las innovaciones financieras el mismo dinero va desapareciendo para facilitar el mejor funcionamiento de un sistema de pagos en forma electrónica y absolutamente elástica y atemporal, a través de los celulares.
Es gracias al contrato de fiducia que los constructores y los compradores de vivienda tienen más certidumbre de que no los van a defraudar, pues los recursos aportados se destinaran al proyecto escogido. Y es gracias a la estructura financiera de los contratos de concesión que hacer grandes obras de infraestructura es una actividad posible y no un sueño. Las normas que regulan estas actividades tienen problemas, pero también es gracias a dichas normas que estas actividades, y muchas otras, son posibles. Permiten vivir mejor.
El futuro del derecho financiero puede estar en pensar cuáles pueden ser las estructuras financieras que nos permitan vivir una buena vida. Por ejemplo, el derecho financiero puede facilitar el acceso a la educación superior al alinear los incentivos de los estudiantes con los inversionistas en su educación. Podrá ser su “administrador” de actividades económicas. También podría proteger a los deudores hipotecarios, si el valor comercial de sus viviendas se desploma. Podrá asumir la tarea de administrar los pagos de las deudas recurrentes de su clientela como el mejor intermediario en cobros y pagos. El reto que enfrentamos como sociedad no está en imaginar estas cosas, meros ejemplos, pues las posibilidades son infinitas, sino en la voluntad de realizarlas pensando en el real beneficio de los consumidores.
La Especialización en Derecho Financiero que ofrece la Universidad del Rosario combina cátedra magistral, pero interactiva, con seminarios-talleres y almuerzos periódicos sobre temas coyunturales de especial interés, es un espacio propicio para discutir estas consideraciones. Además, y a partir de ahora, se ofrece en la metodología HyFlex, lo que permite acordar con el alumno la forma de combinar las clases en línea con las presenciales.
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