Debida diligencia en la era de la inteligencia artificial: la importancia del factor humano

Mónica Medina

Directora asociada de FTI Consulting

Hoy en día, el desarrollo de procesos de debida diligencia se ha vuelto, finalmente, una práctica común dentro de las operaciones comerciales. Esto es especialmente cierto en el desarrollo de fusiones y adquisiciones, litigios complejos y operaciones con terceros cuyos perfiles son desconocidos, en las cuales la debida diligencia es una herramienta fundamental para que las partes interesadas entren en un negocio con un conocimiento amplio y suficiente sobre su contraparte. En materia de cumplimiento, la debida diligencia es un procedimiento fundamental para cualquier tipo de operación.

Una debida diligencia es un ejercicio de inteligencia corporativa bajo el cual un experto reúne y analiza información que permite perfilar a un tercero o grupo de terceros. La información recolectada tiende a ofrecer a la parte interesada el detalle suficiente para que esta pueda tomar decisiones informadas ante, por ejemplo, la inminencia de un negocio, un litigio o una adquisición. La debida diligencia le permite también a la parte interesada anticipar hechos que pueden sobrevenir al negocio, y estar así preparada ante cambios que podían eventualmente afectar una operación. Así las cosas, la debida diligencia se traduce en un instrumento para la prevención y la mitigación de riesgos, que, de no ser conocidos a tiempo, pueden traducirse en pérdidas millonarias.

Nueva realidad

Con los avances en el desarrollo de herramientas de inteligencia artificial (IA), no es sorpresa que uno de los ejercicios que se ha buscado optimizar sea justamente el de la debida diligencia. Es claro que teniendo una herramienta que optimice la búsqueda de información, se pueden ahorrar tiempo y recursos. Actualmente, en el mercado existen múltiples ofertas de herramientas que desarrollan debidas diligencias automatizadas. Las herramientas suelen ofrecer un panorama abierto de resultados, incluyendo listas de cumplimiento nacionales e internacionales, así como un panorama sobre antecedentes y condiciones que pueden convertir a un tercero en un sujeto de especial interés.

Teniendo en cuenta lo anterior, una herramienta de IA para el desarrollo de una debida diligencia es altamente beneficiosa, pues permite que la recopilación de información sea un ejercicio rápido, dando más espacio a que el análisis de la misma sea el verdadero foco de interés del experto. Aquellos que trabajan en inteligencia corporativa saben de primera mano el inmenso valor que tienen las herramientas de IA, las cuales permiten acceder a una primera capa de información que empieza a darle forma al perfil que están construyendo. No obstante, saben también, por experiencia, que tener solo acceso a la información no es suficiente.

El valor agregado de una debida diligencia no es traer a la mesa un grupo de datos sobre un tercero, que pueden ser o no de interés para la parte interesada. El verdadero resultado de un ejercicio bien hecho es la presentación de información después de haber realizado un análisis que permita darle contexto y manejo a la misma. El experto en inteligencia corporativa debe estar en capacidad de procesar datos a través de herramientas tecnológicas, para luego analizarlos con base en su experiencia y conocimiento.

En la práctica, no será beneficioso investigar a terceros sin el contexto que aporta el conocer las circunstancias y los individuos involucrados. Los expertos en inteligencia corporativa son personas que conocen las particularidades de las industrias que tienen influencia y relevancia para su investigación. Saben también que, a modo de ejemplo, no es lo mismo investigar a una empresa en la industria minera que a una empresa que se dedica a actividades de construcción. De igual forma, los expertos deben estar en capacidad de extrapolar su conocimiento regional, político y social sobre un país o región, para darles contexto a los resultados que se presentan a inversionistas sobre terceros en mercados en los que nunca han invertido antes.

Fuentes

Adicional a la revisión de la información que está disponible en el registro público, una debida diligencia completa suele requerir el complemento de información a partir de consultas con fuentes conocedoras de los sujetos de investigación. Esta labor requiere el previo conocimiento de la información hallada en el dominio público y un manejo adecuado de ella, de tal manera que sirva para acceder a detalles adicionales sobre la reputación y hechos de interés sobre los sujetos investigados. En este punto del proceso, el factor humano que cuenta con experiencia y aporta conocimiento a este ejercicio cobra una mayor relevancia.

A lo anterior, se le puede agregar el hecho de que la debida diligencia es solo un componente dentro del largo espectro de servicios que se reúnen bajo la práctica conocida como inteligencia corporativa, y que, si es necesario, en conjunto con el desarrollo de una debida diligencia, los expertos pueden recomendar otros ejercicios como pruebas de transacciones, entrevistas y visitas de campo, entre otras. Es en este punto en el que también se evidencia cómo el conocimiento humano es imprescindible, pues es a través del criterio y la experiencia que se entiende la información disponible y se expresa la necesidad de complementar una investigación.

Como en todos los campos profesionales, el llamado a adaptarse es inmediato. No obstante, si bien la llegada de herramientas de IA ha cambiado la forma como se ejecutan las debidas diligencias, esto no significa que la labor de los expertos en esta materia resulte irrelevante. Por el contrario, los expertos son llamados a afianzar su conocimiento tecnológico para que su trabajo acoja las ventajas que las nuevas herramientas traen consigo, sin dejar de lado el criterio profesional, la experiencia y la ética, que son cualidades propias del ser humano.