Informe
Hacia un sistema electoral mixto
12 de Julio de 2011
John Sudarsky, senador de la República
Una encuesta realizada por la Corporación Visionarios en febrero del 2010 arrojó un dato preocupante: cerca del 80% de los encuestados votantes no recordaba por quién había votado en el 2006 para la Cámara de Representantes ni para el Senado de la República.
¿A qué se debe el nivel de recordación tan bajo? Por un lado, el problema tiene una explicación práctica: el diseño del tarjetón dificulta saber por quién se vota e induce al error. La gente marca el logo de un partido y un número, pero no puede identificar al candidato de su preferencia.
De otro lado, existe una explicación política: en Colombia, la relación representante – representado es prácticamente inexistente, a pesar de que, hace 20 años, la Constitución dispuso que una de las formas en las que el pueblo ejerce su soberanía es, precisamente, por medio de sus representantes.
Esto se debe a que, en los países latinoamericanos, prevalecen los sistemas de elección proporcionales, que si bien favorecen la representación de todos los sectores sociales, dificultan el proceso de rendición de cuentas, por lo difusa que es esa representación. Por esa razón, es común que una comunidad no tenga claro quién es su representante ni a quién pedirle cuentas de su gestión, y que el representante no pueda identificar quiénes son sus electores ni cuáles son sus necesidades.
Para solucionar esta problemática, el senador del Partido Verde John Sudarsky viene impulsando un proyecto de reforma al sistema electoral, que busca fortalecer la relación entre representantes y representados, a través de un sistema mixto de representación. ¿En qué consiste esta iniciativa?
Distritos uninominales
Actualmente, la elección de senadores y representantes se realiza en circunscripción nacional, para los primeros, y circunscripciones territoriales, para los segundos. Además, existen circunscripciones especiales para las minorías y una circunscripción internacional.
En el caso de la Cámara, cada departamento conforma una circunscripción territorial, que tiene derecho a dos representantes y a uno más por cada 365.000 habitantes o fracción mayor de 182.500. De esta manera, dos o más personas representan los intereses de los habitantes de todo un departamento o, en el caso de Bogotá, del Distrito Capital.
La idea de Sudarsky es que esta representación se simplifique, partiendo de distritos electorales más pequeños. Así, cada departamento y el Distrito Capital se dividirían en distritos electorales uninominales (DUN) de aproximadamente 415.000 habitantes (ver documento Ejercicio de simulación de resultados electorales), que elegirían a un solo representante, por mayoría.
Además, para aumentar las opciones de las minorías políticas, existiría una circunscripción proporcional, en la que se elegiría otro porcentaje de representantes, de listas cerradas presentadas por los partidos. Para efectuar esa elección, se sumarían todos los votos de los DUN de una región determinada (por ejemplo, la región Caribe), sin contar los del ganador de cada DUN, y se repartirían las curules, aplicando el umbral y la cifra repartidora.
De otro lado, los departamentos cuya población no alcance para conformar como mínimo dos DUN (12, en la actualidad) integrarían una circunscripción territorial y tendrían, cada uno, dos representantes.
De esta manera, la Cámara quedaría integrada por 109 representantes, elegidos por DUN; 44, por circunscripción proporcional; 24, por circunscripción territorial, y 5, por las circunscripciones especiales (afrodescendientes y colombianos en el exterior), que se mantendrían.
En el caso del Senado, el sistema funcionaría de manera similar: cada DUN tendría 813.000 habitantes y elegiría a un senador, de forma mayoritaria (60, en total). La circunscripción proporcional elegiría a los demás senadores (40), de la misma forma que en la Cámara, con la diferencia de que la sumatoria de los votos de los DUN se haría a nivel nacional. Las dos curules correspondientes a las comunidades indígenas se conservarían.
Representación más clara
Este sistema, de entrada, solucionaría el inconveniente técnico: existiría un tarjetón para cada DUN, en el que los electores podrían identificar claramente a los candidatos, pues cada partido presentaría un solo candidato por DUN. Así, si existen nueve partidos, habría nueve candidatos por tarjetón, identificados con su respectiva foto y logo.
“En las últimas elecciones hubo 2.700.000 tarjetones anulados. No es que la gente no los entienda, es que están diseñados para que no los entienda. ¿Cómo se resuelve eso en la mayoría de países del mundo? Con sistemas uninominales”, comenta Sudarsky.
La relación entre representantes y representados también se beneficiaría. Como solo se elegiría un representante por DUN, el electorado podría identificar con claridad quién es su representante y le pediría cuentas sobre su gestión legislativa de una forma más contundente y efectiva.
“A esto”, agrega Sudarsky, “se suma un mecanismo de planeación participativa y presupuesto participativo, que vuelve más transparentes los recursos que llegan a las regiones. De esta forma, se sabe cuánta plata hay, y la gente entra en el proceso de reasignar las prioridades de inversión, de tal manera que el representante no solo sabe a quién representa, sino qué es lo que necesita la ciudadanía”.
Reducción de la abstención
El hecho de tener una representación más clara y de poder ejercer un control directo sobre la gestión del representante disminuye en los electores la sensación de “voto perdido”, especialmente arraigada entre la población de escasos recursos, y promueve la participación electoral.
“Los ricos votan cuatro veces más que los pobres, por los desplantes de los políticos. Esto permitiría que se incrementara su participación”, comenta Sudarsky. De hecho, con la implementación de los DUN, una localidad como Ciudad Bolívar, en Bogotá, tendría la oportunidad de elegir a dos o tres representantes a la Cámara, pues su población es de 1.200.000 habitantes, aproximadamente.
Hoy, en cambio, por lo disperso del sistema de representación, una comunidad como esta, de su importancia social y tamaño, tiene pocos incentivos para participar en los procesos electorales. El estudio El capital social de Bogotá, elaborado por Sudarsky en el 2002, muestra cómo la participación electoral del estrato 1 de la capital apenas alcanza el 25% de la votación de los estratos 5 y 6.
Partidos fuertes
Los partidos políticos también se beneficiarían con este sistema. En primer lugar, el hecho de que cada partido deba escoger un solo candidato por DUN fortalecería sus organizaciones territoriales y estrecharía su relación con la comunidad. Además, si los procesos de selección de candidatos se realizan de manera transparente y democrática, aumentarían su legitimidad.
Un punto importante es que los partidos tendrían que escoger de manera cuidadosa a sus candidatos, asegurándose de que cuenten con respaldo popular. “A los candidatos tiene que conocerlos la gente. Tiene que saber qué carrera han hecho históricamente”, anota Sudarsky.
Además, como la escogencia de los candidatos de la circunscripción proporcional debe obedecer a las decisiones internas del partido, se fortalecería su organización nacional y se crearía una especie de escala de méritos intrapartidista.
De otro lado, el sistema no castiga a las minorías políticas, pues sus posibilidades de elegir a un representante aumentan con la incorporación de la circunscripción proporcional, en la que todos los votos que no eligieron a un representante en los DUN son rescatados.
Disminución de costos de campaña
Y tal vez el mayor atractivo para los partidos y sus candidatos es la disminución de los costos de las campañas. Hoy, a pesar de que los caudales electorales suelen estar concentrados en un territorio, es necesario que la campaña se extienda a otros lugares del departamento o, incluso, del país (en el caso del Senado), con un desgaste de esfuerzos y de recursos.
Con el sistema propuesto, la actividad proselitista se limitaría a un territorio más pequeño y a una población identificable, lo que reduciría considerablemente ese desgaste. “Usted hace una actividad política densa y, como no tiene que gastar tanto, se disminuye el riesgo de acudir a estrategias corruptas”, explica Sudarsky.
La iniciativa, que cuenta con el visto bueno del presidente Juan Manuel Saltos, sería radicada en el Congreso en la legislatura que empieza el próximo 20 de julio. Sus pormenores ya fueron puestos en conocimiento de las autoridades electorales y de la mesa de unidad nacional, que integran los partidos de La U, Liberal, Conservador y Cambio Radical, en busca del apoyo necesario para que se transforme en acto legislativo.
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