Informe
Producción editorial de las facultades de Derecho: el dilema entre cantidad y calidad
13 de Junio de 2012
Las continuas modificaciones normativas y jurisprudenciales han motivado una amplia producción editorial, con la que se busca no solo que abogados y estudiantes de Derecho permanezcan actualizados, sino que interpreten y reflexionen acerca de estos cambios.
En esto, las facultades colombianas han jugado un papel fundamental. Según cifras de la Asociación de Editoriales Universitarias de Colombia (Aseuc), el 38 % de la compra de derechos de autor por parte de editoriales universitarias se hace para publicaciones sobre temas jurídicos.
Este porcentaje es igual al registrado para textos de otras ciencias sociales y superior al de las publicaciones económicas y literarias, que alcanzan un 25 % (Ver Principales áreas temáticas que compran derechos de autor). De hecho, no es extraño que las facultades de Derecho tengan editoriales propias, que incluso compiten con la de la universidad.
Para Juan Felipe Córdoba, director de la Editorial Universidad del Rosario, comparada con el resto de América Latina, la producción editorial de las universidades colombianas es eficiente y suficiente.
Aunque, en su opinión, es importante publicar temas relevantes para la comunidad jurídica, la calidad de los textos es lo que define qué se publica y qué no.
Contrario a lo que muchos critican, Córdoba cree que la copiosa publicación de textos en algunas instituciones educativas no es oportunista, sino una muestra clara del propósito de avanzar en el conocimiento y ofrecer una reflexión a cada situación coyuntural.
Muestra de ello es que, cada día, es más común que investigadores nacionales acudan a autores locales para incluirlos como fuente en sus trabajos académicos.
Cantidad no es calidad
A pesar de lo anterior, el incremento que ha tenido la producción editorial universitaria en temas jurídicos puede ser, a la vez, su mayor problema.
Según Nicolás Morales Thomas, director de la Editorial Pontificia Universidad Javeriana, los juristas colombianos escriben mucho, lo cual es bueno, porque se dinamizan las ideas, el pensamiento, la investigación y los referentes. El problema es que, hoy por hoy, se está escribiendo más de lo que se lee. Incluso, podría decirse que se está escribiendo más de la cuenta.
“Hay muchos abogados que piensan que escribir un libro es su consagración, que lo tienen que hacer a cualquier costo, sin importar si lo que se escribe es o no pertinente o ya existe. Esa es una enfermedad que tienen todas las editoriales latinoamericanas, no solo las colombianas”, explica Morales.
Para garantizar la calidad de los textos, y cumplir con las exigencias de Colciencias, las universidades están reforzando sus filtros sobre lo que se publica. Sin embargo, en materia jurídica, no es fácil determinar la pertinencia o no de un texto, debido a las constantes modificaciones del ordenamiento legal, que hacen difícil la articulación del conocimiento y la definición de metodologías de selección.
En algunas editoriales universitarias, lo textos no solo son analizados por un comité editorial, sino que deben recibir el aval de centros de investigación y grupos de pares de otras universidades.
Aunque, según Morales, hay libros muy buenos que se quedan en las bodegas por simple desconfianza, es claro que se está publicando demasiado y que las universidades deberían ser más rigurosas.
Difusión del conocimiento
Los expertos consultados coinciden en que la producción editorial de las facultades de Derecho no debería quedarse solo en el ámbito local, sino tener una mayor difusión en países con realidades sociales similares a la colombiana.
Con ese objetivo, se ha venido impulsando el proyecto Cognoscëre Sapere (conocimiento y saber), liderado en Colombia por la Universidad del Rosario, que busca construir puentes para la circulación de la producción editorial universitaria en Latinoamérica y abrir espacios para la discusión de temas de interés regional.
Según Córdoba, “el objetivo es crear una red de información en donde confluyan lo editorial, la información y los investigadores, con el fin de dinamizar el conocimiento para beneficio de la región”.
Actualmente, el proyecto vincula a universidades de México, Brasil, Colombia y Argentina, a través de la Asociación de Editoriales Universitarias de América Latina y el Caribe.
En opinión de Morales, este proyecto también permitirá superar los problemas de distribución de información, que impiden que una universidad se entere de lo que se produce en otra, generando duplicidad en los contenidos.
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