Abogados, es hora de la alfabetización tecnológica

Manuel Serrano Castellanos

Director de Tecnologías de la Información, LEGIS

Durante las últimas décadas, increíbles avances en la tecnología incursionan en la profesión del Derecho. Quienes laboran en este campo observan cómo ella resuelve, de manera eficiente, necesidades como la búsqueda de datos, la gestión de los despachos, de los procesos y hace inmediata la información. Además, se aprecia la forma en la que algunos de estos desarrollos, por su estado de evolución, pueden tener un mayor impacto, así como colaborar en la toma de decisiones o ejecutar algunas de las actividades que un abogado realiza.

Paralelamente, en el campo jurídico se presentan grandes cambios como el precedente judicial, el e-discovery (petición formal de información electrónica almacenada durante el descubrimiento en un juicio), la oralidad, la sistematización y automatización de la administración pública y de la rama judicial, etc., que al final se traducen en cambios en la enseñanza y práctica del Derecho.

Por tanto, un gran número de innovaciones o mejoras tecnológicas son producidas bajo la premisa de ayudar en estas labores y, por ende, en la productividad de todos los operadores jurídicos. El resultado: alfabetización tecnológica. Los abogados que se adentran al fascinante mundo de las nuevas tecnologías pueden hablar con entendimiento del expediente electrónico administrativo y judicial, del documento electrónico, de la firma digital y electrónica, del sellado de tiempo, de las evidencias digitales y de la notificación por medios electrónicos, entre otros beneficios.

Facilitadora de búsqueda

La mayoría de los operadores jurídicos requieren de información, en otras palabras, de materia prima de los trabajadores del conocimiento. Esta información, que debe ser oportuna y confiable, se encuentra en publicaciones electrónicas o en grandes bancos de datos jurídicos on-line, donde los buscadores juegan un papel significativo, no mayor al buen nombre y trabajo de la compañía que los distribuye. Dichas herramientas ayudan a localizar la información relevante y además facilitan las labores que se deben realizar con esta. Soluciones, por ejemplo, como la de Legisnet de la editorial Legis.

Si hablamos de precedente judicial, de sentencias de unificación y de doctrina probable, las colecciones electrónicas de jurisprudencia evolucionan para facilitar la búsqueda por diversos ítems de la decisión jurisprudencial, cuya regla o subregla instaurada por la corporación judicial sirve como modelo para decisiones futuras. Así mismo, contribuyen a solucionar el caso dado mediante hechos y aspectos jurídicos similares, así como otras herramientas útiles para realizar predictibilidad –con unos parámetros que determinan probabilísticamente cuál puede ser la decisión–.

En beneficio propio

El mercado de las soluciones jurídicas evoluciona y hace más eficiente la gestión del despacho jurídico. Existen ya en el mercado aplicaciones que ayudan en la gestión administrativa, así como en la gestión de los procesos, de los documentos, del conocimiento, facturación, etc. Por su parte, con el nivel de seguridad adecuado se tiene acceso de inmediato a la información importante en cualquier momento y en cualquier lugar, colaborando en reducir el riesgo de perder citas, audiencias o plazos importantes. La casa editorial Legis ofrece Legisoffice, una herramienta modular que reúne la mayoría de estas funcionalidades.

En el caso del seguimiento de los procesos, algunas de estas aplicaciones podrán ayudar en la estrategia del proceso registrando en matrices, por ejemplo, las apreciaciones que produjeron los testigos y cada una de las pruebas. De esta forma, con la ayuda de la estadística y otras disciplinas, podría tenerse una idea de cuál puede ser la decisión final y así estipular cómo presentar los alegatos finales o qué giro es conveniente darle al proceso.

El diligenciamiento de las minutas fue un primer acercamiento en la redacción rápida de los documentos. Ahora se habla del “ensamblaje de documentos”, que busca simplificar la producción de estos –se augura su producción automática– y si están involucrados en un flujo de proceso dependiendo de la respuesta, se redacta el documento adecuado. Entre tanto, si el juez acepta o no la apelación, la herramienta se encarga de producir el documento correspondiente para enviarlo.

Las nuevas tecnologías deben lograr que el operador jurídico haga aquello que sabe hacer: más rápido, fácil y mejor; es decir, que se dedique a lo suyo y deje a estos aplicativos las tareas susceptibles de automatización para no malgastar tiempo y recursos en estas labores y permitir, de esta manera, su ayuda en la toma de decisiones.

Este sector ha tomado tal importancia que desde hace años se realizan ferias de tecnologías para abogados; empresas con énfasis tecnológico compiten para ofrecer herramientas jurídicas (Xeros, Microsoft, Legis, Adobe, etc.) y existe un gran número de blogs y boletines sobre este tema.

El impacto de la tecnología es asombroso y por eso no es tan descabellado cuestionarse: ¿podría su implementación desplazar a los abogados en algunos de los servicios que actualmente prestan? Lo anterior debe conducir a una reflexión, por parte de los estudiantes de esta loable profesión y a los abogados escépticos en dicho aspecto, a apropiarse y aprovecharse de las TIC, ya que basta recordar que no es más fuerte quien sobrevive sino quien más rápido se adapte.