15 de Diciembre de 2024 /
Actualizado hace 16 hours | ISSN: 2805-6396

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Especiales / Informe


Jaime Garzón, el abogado defensor de la Constitución

13 de Agosto de 2024

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“Yo soy estudiante de la Universidad Nacional todavía, curso como vigésimo noveno semestre de Derecho, no sé si todavía es por años o por semestres, pero debo obligaciones, contratos, sucesiones y títulos de valores”.

 

Jaime Garzón ironizaba sobre su situación académica en su alma mater, cuando fue invitado a dar una charla de bienvenida a los estudiantes que cursaban primer semestre en 1998; y es que la frase del epígrafe no es un chiste, según su acta de grado de abogado, cursó y aprobó 40 de las 46 asignaturas, es decir, el 90 % del plan de estudios.

 

Eso mismo llevó a que un grupo de personas pidieran a las directivas de la Universidad Nacional graduarlo de manera póstuma. Unas semanas después de su asesinato, la familia Garzón recibió este reconocimiento académico.

 

Y es que a Jaime siempre se le ha relacionado con el periodismo, como humorista o imitador, cuando su formación académica e intelectual estuvo siempre ligada al Derecho, de la cual se puede entender su posición crítica, estructural y de avanzada hacia la realidad del país, sin dejar de mencionar sus estudios de Ciencia Política en la Universidad Javeriana.

 

 

ÁMBITO JURÍDICO recorre la vida del estudiante de "la nacho", del dependiente judicial y del abogado que, a través de los medios de comunicación, habló de las repercusiones de la Carta Política de 1991; así como su aproximaciones teóricas y pragmáticas al Derecho Constitucional, tal vez su especialidad más querida. 

 

Tras los pasos del abogado

 

Es cierto que las materias que le hicieron falta para culminar esta profesión se relacionaban con el Derecho Civil, pero también sus compañeros recuerdan que siempre estuvo interesado en el Derecho Constitucional y el Administrativo, así como que se destacó por ser un estudiante distinto y expuesto siempre a los debates jurídicos más coyunturales.

 

Camilo Borrero, en el documental Jaime Garzón, de Señal Colombia, recordaba: “oía a algunos profesores, pero sobre todo leía algunos textos, códigos, artículos y a él se le quedaban, entonces era capaz durante los días siguientes de repetirlos casi en su texto literal (…) Lo recuerdo hablando en la cafetería, sentado y riéndome de su gracia. A él le gustaba mucho el Derecho, pero creo que también le tomaba muchísimo el pelo”.

 

Un aspecto importante para resaltar en esta época es su faceta como dependiente judicial, quizás el primer trabajo de todo jurista, y en la que pudo sobresalir gracias a su carisma, que es, quizás, una de las virtudes de aquel que emprende esta labor.

“Mientras estudiaba Derecho también trabajaba con unos abogados y recuerdo que era la persona más eficaz haciendo diligencias legales que uno se pudiera imaginar, porque establecía a donde llegaba una relación muy humana con las personas del juzgado, con las personas de la notaría y todo el mundo lo quería, tenían esa conexión con él”, contó su hermano Alfredo Garzón, en el mismo documental.

Ya en su trabajo profesional en los medios de comunicación, Jaime tuvo la oportunidad de ´ejercer´ la profesión a su estilo, junto con el periodista Antonio Morales y otros realizadores le dieron vida al personaje ´Godofredo Cínico Caspa´, el cual, en sus palabras, era una especie de tinterillo, profundamente retardatario, reaccionario, fascista, clasista, muy bogotano y conservador.

El mismo Morales, en un audiovisual de la Revista Semana,  detalló que Jaime quería mucho ese personaje y lo respetaba mucho, por eso era tan minuciosamente fiel al libreto. De ahí que en ese personaje nunca hubiera duda, solo identidades. (Lea: El abogado y algunos de sus “sinónimos”)

Y explicó que el nombre fue como una mezcla de las cosas identitarias del personaje: “Godofredo, por godo; cínico, porque evidentemente su discurso y su carreta es profundamente cínica y caspa, en los dos sentidos, porque los abogados litigantes tienen caspa, pero un poco la caricatura es esa y nada más que eso, y al ser un casposo en el sentido coloquial del término colombiano de una persona complicada, difícil, de agresión”.

 

 

Pensamiento jurídico

 

Vale la pena recordar que Garzón se dio a conocer como alcalde menor de Sumapaz y por aceptar unos encargos humanitarios en el Gobierno de Gaviria, así como en diferentes programas de humor político como Zoociedad (1990-1993), ¡Quac! El noticero (1995-1997), La Lechuza y el noticiero CM& (1997-1999).

 

Pero también se debe resaltar su trabajo como traductor a lenguas indígenas, pedagogo y conferencista sobre la Constitución Política de 1991.

 

Fue en este contexto en el que su pensamiento jurídico resonó, no solamente desde el humor, sino generando una conciencia crítica sobre la participación de los jóvenes en la democracia, la crítica al positivismo y las necesarias reformas constitucionales (las cuales muchas de ellas ya son una realidad), así como la defensa a ultranza de la tutela como mecanismo efectivo para garantizar los derechos fundamentales.

 

Defensor a ultranza de la acción de tutela

 

"La tutela es una vaina peleadísima, un instrumento en el cual cada ciudadano tiene derecho a pelear contra el Estado. Los colombianos deberíamos mirar el estado desde arriba y lo tenemos que mirar desde abajo hacia arriba (1997)".

"Antes no había derecho de réplica, el Estado abusaba de las personas y nadie podía replicar, ya nacemos con el derecho a tutela, por lo menos tenemos una vaina para defendernos del abuso de ese Estado que está montado (…) No, es que hubiera habido tutela nos salvábamos desde Laureano Gómez para acá (1996)".

 

Crítico del positivismo y defensor del equilibrio de poderes

 

 

“El artículo 11, para vergüenza de nuestra Constitución, dice: nadie podrá ser sometido a pena cruel, trato inhumano o desaparición forzada. Imagínese esa vaina, que en una Carta Política de un país diga eso. Eso es algo así como si uno llega a una casa de visita y dice: por favor no se suene con el mantel, entonces uno dice, no pues los que viven aquí son unas bellezas (1997)”.

“¿Saben que tradujeron los indígenas wayús del artículo 11 de la Constitución? Pedazo diez dos: nadie podrá llevar por encima de su corazón a nadie, ni hacerle mal en su persona, aunque piense y diga diferente. Listo. Con ese artículo que nos aprendamos salvamos este país. Por lo menos sus hijos van a tener un país mínimamente más agradable (1997)”.

"Había una grabación del Gobierno para acercarles la nueva Constitución a los indígenas que decía: hoy vamos a hablar del derecho al trabajo y ellos se murieron de la risa, porque en una comunidad indígena el derecho al trabajo es una cosa como… que no tiene por qué estar escrita (1993)".

"El país es una mezcla de todo y por esto la Constitución tiene tantos artículos. Pero allí hay errores graves, que la justicia sea nombrada por el Congreso es un error grave, porque es: tú me nombras, yo te elijo, los dos nos callamos (1993)".

 

Un país mejor desde la Carta Política del 1991

 

“Hay algo que existe en todos los colombianos, no perdemos la esperanza de hacerlo cada vez mejor. Esto, la Constitución Política de 1991, me parece que es la posibilidad de que lo hagamos cada vez mejor (1993)”.

“En Colombia, yo creo que el pueblo recobra la capacidad de poder si se organiza. Si se organiza en términos civiles, porque el conflicto armado ya no tiene razón de ser. Ya el conflicto se puede resolver con la Constitución (1993)”.

 

Derecho Constitucional para los jóvenes

 

“Si no reaccionamos, ustedes, jóvenes, y asumen el control de su propio país con los elementos que les da la Constitución, por ejemplo el voto, si no hacen uso de eso para bien, cerremos y vámonos (1997)”.

“¿Por qué la Facultad de Derecho de la UN no empieza a proponer desde ya dinámicas que permitan discutir la posible reforma de la Constitución? Está en sus manos, porque ustedes cuando ya entran como estudiantes regulares empiezan a ser los protagonistas de su propia decisión, empiezan a preguntarse hacia dónde quieren llevar el Derecho (1998)”.

"Está claro que el Estado no existe cuando se trata de brindar seguridad social y derecho al trabajo, al buen nombre y a una nacionalidad limpia. Ahí no existe. Entonces, el Estado es un poco de tipos que lo mantienen con los tributos que se les rinden, se mantienen ellos y no hacen nada por el resto. Y ¿por qué? porque como eso no es de nosotros, eso no es mío (1996)".

 

Morir de manera singular

 

 

Todo este pensamiento respecto a la Carta Política y su papel público como defensor de los derechos humanos se vio truncado por su asesinato, en la mañana del viernes 13 de agosto de 1999. 17 años después, el Consejo de Estado condenó a la Nación por su responsabilidad agravada en este delito, considerado de lesa humanidad.

 

La defensa de Garzón de los derechos humanos, tanto en conferencias, liberación de secuestrados, imitaciones o en personajes de ficción, según pudo comprobar la corporación judicial, llevaron a la persecución de la que eran blanco algunos líderes de izquierda para la época y que produjo el mortal atentado.

 

“El exsubdirector de inteligencia del DAS, José Narváez, y el exjefe de inteligencia de la Brigada 13 del Ejército, Jorge Plazas, no solo adelantaron seguimientos contra Garzón, sino que compartieron la información recolectada con el excomandante de las autodefensas, Carlos Castaño, a quien sugirieron ordenar su homicidio”, concluye el fallo.

 

Para el alto tribunal, fue una alianza criminal entre miembros de inteligencia del Ejército con paramilitares lo que facilitó su ejecución extrajudicial. Esto trajo como consecuencia tanto una grave violación de derechos humanos como una profunda desolación en los que veían en su pensamiento una manera distinta de analizar las problemáticas del país.

 

Finalmente, y un año después, el Consejo Superior de la Universidad Pedagógica Nacional concedió a Garzón el grado póstumo como doctor en Educación, por sus aportes a la sensibilización pedagógica de la Carta Fundamental y al papel crítico transformador que deben asumir los jóvenes en su entorno social más cercano.

 

Recordamos la ceremonia de entrega de este honoris causa póstumo como pedagogo, que afianza el legado académico e intelectual de este recordado jurista constitucional, que hoy cumple 20 años de inmolarse por los derechos humanos de los colombianos.

 

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