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24 de Abril de 2024 /
Actualizado hace 11 horas | ISSN: 2805-6396

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Especiales / En ejercicio


“Esta crisis desnudó al sistema empresarial”

09 de Septiembre de 2020

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Según Andrés Bernal, abogado experto en gobierno corporativo, la robustez institucional de cada empresa para visualizar tendencias, implementar ajustes y adecuarse rápidamente a la nueva realidad puede ser la gran diferencia entre ganadores y perdedores. Y en medio de la actual crisis, causada por el coronavirus (covid-19), el mensaje cobra relevancia para los encargados de gobernar las compañías, quienes, finalmente, son responsables de plantear estrategias de calidad que permitan llevar el negocio a “un buen puerto”.

 

ÁMBITO JURÍDICO: ¿Cuáles son los retos de las juntas directivas en la pospandemia?

 

Andrés Bernal C.: Son dos: navegar la crisis y ayudar a vislumbrar la transformación y la adaptación de la empresa para el futuro. Las juntas deben tener puesto un ojo en trabajar en conjunto con la administración para construir escenarios, principalmente financieros, que conduzcan a decisiones oportunas para preservar la compañía en el corto plazo. Y el otro ojo lo deben tener en visualizar las transformaciones de los modelos de negocio, a partir de los cambios de comportamiento, de expectativas y de requerimientos de los consumidores; las nuevas tendencias de industria y las tecnologías, así como sus impactos sobre los modelos

de negocio en cada compañía. 

 

Por eso, el reto para una junta directiva, y en general para el proceso directivo a nivel empresarial, es doble: gestionar la crisis sin entorpecer la labor de la gerencia y construir escenarios y capacidades empresariales para la transformación y el futuro.

 

Á. J.: A su juicio, ¿crisis como la actual refuerzan la tendencia a evaluar y a exigir la profesionalización de los miembros de las juntas directivas?

 

A. B. C.: Definitivamente. Esta es una crisis que desnudó al sistema empresarial. Aquellas empresas con juntas directivas cosméticas o inexistentes se han estancado en el modo “sobrevivencia”, ya que sus administraciones han estado privadas de un apoyo esencial que les ayude a visualizar, analizar y entender el entorno para salir de la mentalidad “emergencia” y ponerse en modo “oportunidad”. Como se sabe, muchas empresas están “intubadas”, con respiración artificial y no saldrán adelante. Por otra parte, en aquellas empresas con un modelo de dirección robusto, o al menos “sensato”, esta situación las ha conducido a acelerar cambios y, en ocasiones, a generar nuevas condiciones que les han permitido sacarle un enorme provecho a la coyuntura.

 

Déjeme enfatizar este mensaje. En la situación actual hay perdedores y ganadores, y esto no solo es un factor sectorial. La robustez institucional de cada empresa para visualizar tendencias, implementar oportunamente ajustes y adecuarse rápidamente a la nueva realidad puede ser la gran diferencia. Hay compañías en sectores afectados que se reinventaron muy rápido, ajustaron su modelo de negocio y están creando valor, o van a crear muchísimo valor, porque sus competidores desaparecieron o quedaron muy débiles. 

 

La gran pregunta es ¿qué diferencia existe entre los ganadores y los perdedores? Para mí, y para los casi 1.000 miembros de juntas directivas latinoamericanos con los que compartimos unos espacios privados para construir conocimiento en estos temas, la respuesta está en la calidad del proceso de direccionamiento empresarial.

 

Á. J.: ¿Cuál es la importancia de conformar directorios empresariales diversos?

 

A. B. C.: La diversidad de saberes, experiencias y condiciones es lo que enriquece una junta directiva. Y la diversidad no es solo una cuestión de género. Aunque las mujeres son fundamentales para las juntas directivas, hay otros factores, como el involucramiento de personas con diferentes conocimientos, edades y ubicaciones geográficas que deben hacernos ver el factor de “diversidad” con una perspectiva más amplia. Gracias a mayores posibilidades de conectividad, producto de la pandemia, hoy cualquier junta directiva puede nutrirse de miembros internacionales, de millenials, quienes pueden ayudar a entender las nuevas expectativas de los clientes y los inversionistas. En general, están dadas las condiciones para conformar juntas con diferentes saberes y experiencias para enriquecer el proceso directivo.  

 

Por último, la diversidad debe enmarcarse por las dos “i”: idoneidad e independencia. No se trata solo de integrar nuevos grupos poblacionales. Se trata de integrar directores con el conocimiento de la industria, de los modelos de negocio, de la regulación, de las macrotendencias que afectan cada compañía. Y, por supuesto, con el juicio crítico y la capacidad de actuar, pensar y criticar de manera independiente. Sin idoneidad e independencia, la diversidad es una quimera.   

 

Á. J.: ¿Qué riesgo se genera en una compañía cuando todos los miembros de su junta directiva deciden renunciar de manera irrevocable?

 

A. B. C.: Cuando los miembros de junta directiva independientes renuncian es una gran alerta para el mercado que las cosas no van bien y que algo serio está fallando en la compañía. Esa ha sido la concepción de la figura de los miembros independientes de las juntas directivas en el mundo. La ecuación es muy fácil: puede ser que los independientes no hagan la mayoría para tomar las decisiones en una junta, pero tienen el leverage de su reputación y su credibilidad para incentivar decisiones responsables. Si renuncian es porque se han roto todos los puentes y prefieren salvaguardar su prestigio y responsabilidad, antes de verse involucrados en una situación irregular. La renuncia es como el grito desesperado de auxilio que hacen los miembros de junta directiva ante la situación más dramática y extrema. Y el grito de ayuda es para que los grupos de interés se activen y protejan con otros mecanismos a la empresa. Más allá de recomponer la junta directiva con nuevos miembros, existe una gran responsabilidad en las otras dos instancias de gobierno de la empresa: el accionista y la administración, para que tomen medidas urgentes, tendientes a recuperar la confianza y se recomponga el proceso de dirección de la empresa. Sin la confianza de empleados, inversionistas, reguladores y clientes ninguna empresa puede sobrevivir en el mediano plazo.  

 

Andrés Bernal C.

 

Estudios realizados: es abogado de la Universidad del Rosario, magíster en Derecho Financiero y Corporativo en Delaware (EE UU). A nivel internacional, en materia de gobierno corporativo, es certificado en Innovación Corporativa de Stanford Graduate School of Business y como Director Corporativo de Harvard Business School.

 

Cargos desempeñados: ha sido consultor de diversos grupos empresariales privados y públicos, inversionistas institucionales regionales y reguladores latinoamericanos.  

 

Ocupación actual: socio director de Governance Consultants S. A.

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