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Sandra Liliana Sánchez, una abogada dedicada al servicio social

07 de Julio de 2015

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Desde su niñez, Sandra Liliana Sánchez se destacó como una líder del barrio El Paraíso, en ciudad Bolívar (Bogotá). Allí, frente a las necesidades básicas de su comunidad, empezó a germinar lo que se terminó convirtiendo en la Fundación Social Oasis, que hoy atiende a más de 300 personas en esa zona de la capital.

 

Ya en su adolescencia, Sandra ingresó a la Facultad de Jurisprudencia de la Universidad del Rosario y, gracias a su rendimiento académico, accedió a una beca por promedio. Al terminar estudios de pregrado, realizó una maestría en la Universidad Paris V, en Francia, y fue seleccionada para cursar un doctorado por Colfuturo.

 

Por su labor social y académica, ha sido protagonista de varios reportajes en Colombia y en el exterior, incluso de un documental y un libro sobre su vida y fundación. Hoy, continúa al servicio de la comunidad y haciendo alianzas para seguir ayudando a los más desamparados.

 

ÁMBITO JURÍDICO: ¿De dónde surgió la idea de la Fundación Social Oasis?

 

Sandra Liliana Sánchez: Nació más de la emoción que de la razón, cuando fui elegida personera de mi escuela y entendí las necesidades de la comunidad de la que era parte. No teníamos luz, ni agua potable, ni transporte, cada familia construía su casa como podía, condiciones muy precarias que siempre han puesto a prueba la resistencia de la gente más humilde en este país.

 

Y así, sin ninguna pretensión, ni siquiera sabiendo que lo que hacíamos se llamaría fundación un día, empezamos a preparar comida para los abuelos y actividades para los niños del barrio. Lo primero nació después de saber que una abuela amiga del barrio había muerto de hambre, y lo segundo, al evidenciar que, sin parques ni lugares para jugar, los niños siempre corrían peligro en las calles, así que los reunimos en un potrero para compartir.

 

Á. J.: Hoy, ¿cómo funciona la fundación? ¿A qué población llega?

 

S. L. S.: Es una organización comunitaria, que atiende a 300 personas diariamente en el sector alto de la localidad de ciudad Bolívar. Tenemos varios programas, uno, sobre seguridad y soberanía alimentaria, en el que, junto con la fundación Éxito y su programa (gotitas de amor), entregamos 200 desayunos diarios. Ellos nos apoyan con alimentos para niños de 0 a 5 años y nosotros buscamos padrinos para los mayores de 5 años

 

Allí también se benefician 60 abuelos en condiciones de pobreza, quienes reciben un almuerzo diario y tienen una huerta donde cultivan y sacan alimentos para cada día. Desafortunadamente, no tenemos un patrocinador institucional para los abuelos, solo algunos padrinos, donaciones esporádicas y los mismos abuelos que aportan y cultivan; es difícil encontrar recursos para ellos, pues la prioridad se ha centrado en los niños. También tenemos una finca en Cundinamarca (donación de la cooperación internacional francesa), donde deseamos que los abuelos que quieran vivan allá, en una especie de retorno al campo y a su cultura rural, así como la sostenibilidad a corto plazo del comedor.

 

Á. J.: ¿Cómo tratan de evitar que los niños sean víctimas de los problemas que aquejan a estas comunidades?

 

S. L. S.: Casa de Valores es nuestro programa cultural que realiza actividades lúdicas y recreativas para el fomento y exteriorización de valores humanos. Es un programa de prevención y atención a niños, jóvenes y adolescentes en situaciones de riesgo frente a la violencia, la delincuencia, las drogas, el reclutamiento y todas las problemáticas que afrontan las poblaciones de estos sectores. Es la apuesta a una generación con mayores oportunidades sociales, en reconocimiento de su talento, sus esfuerzos y sus valores.

 

Á. J.: La migración forzada en ciudad Bolívar es el tema de su trabajo doctoral. ¿Cómo observa este fenómeno en Bogotá y en el país?

 

S. L. S.: Intento escribir una tesis sobre este tema, porque me han surgido muchos interrogantes entorno a ese fenómeno, que no es solo el desplazamiento. Colombia es el segundo país con más refugiados internos en el mundo, después de Siria. Poblaciones enteras han migrado durante años en el país a las grandes ciudades y formado lugares de refugio, como ciudad Bolívar. Aunque es un territorio que muestra una crisis humanitaria, la vida en los barrios tiene la herencia del campo, y es el testimonio de una población digna de admirar, analizar y contar, siendo para mí un desafío personal y profesional.

 

Á. J.: En un escenario de posconflicto, ¿cómo cree que se pueden superar estos fenómenos?

 

S. L. S.: Así como el conflicto ha tomado tanto tiempo en nuestra historia, la reconciliación social es un proceso que se debe construir con la participación de todos los actores sociales para que sea sostenible. La migración es una de las secuelas sociales, culturales y económicas más profundas, y tomará tiempo, voluntad política, participación ciudadana y  conciencia para que sea sanada.

 

Este es uno de los temas neurálgicos de nuestro conflicto: la tierra y su valor social, cultural, ancestral, ambiental sobrepuesto a la explotación, la contaminación, el desplazamiento de comunidades y poblaciones enteras, etc. Es uno de los temas en la agenda de la Habana y es un reto enorme para el Estado y para las instituciones públicas y privadas.

 

Lo cierto es que, como víctimas, muchos no serán reconocidas por las leyes actuales, y solo les queda la esperanza de que las nuevas generaciones corran con mejor suerte que ellos, que el llamado progreso y la reconciliación social sean reales para todos, que los pocos que quedan en el campo no tengan que dejar un sufrimiento por otro en las grandes ciudades, que este sea un país que valore y proteja sus campesinos, para que no sigan siendo presa de la pobreza y sus hijos herederos de la inequidad social. Esas deben ser garantías de no repetición en esta búsqueda de un mejor país.

 

Á. J.: ¿Está de acuerdo en la forma como las empresas encaran los temas de responsabilidad social empresarial?

 

S. L. S.: Depende mucho de cada empresa, aunque la lógica económica y de ganancia parece más fuerte que las buenas intenciones. Pero es rescatable el papel de muchas otras, nosotros trabajamos de la mano con algunas y no nos sentimos identificadas con otras.

 

Á. J.: ¿Qué compromiso tiene un abogado frente a la lucha contra la pobreza y la desigualdad social?

 

S. L. S.: Tenemos un desafío muy grande como profesionales del Derecho, pues Colombia es un país desigual en muchos ámbitos, y la justicia es uno de ellos. Las personas parecen tener garantía de sus derechos en proporción a sus recursos económicos; en ese sentido, las comunidades más vulnerables no cuentan con el suficiente acompañamiento y apoyo para hacer frente a las injusticias. Además, es un área de vital importancia en cualquier sociedad. Por tanto, el sistema judicial debe brindar confianza, promover la prevención social más que el castigo y resolver conflictos en lugar de crearlos.

 

Sandra Liliana Sánchez

 

Estudios realizados: abogada de la Universidad del Rosario y magistra en Derecho Público con especialidad en Políticas Públicas y Desarrollo en la Universidad París V (Francia). En esta última institución adelanta un Doctorado en Derecho.

 

Cargos desempeñados: Gracias a su liderazgo estudiantil y comunitario, creó la Fundación Social Oasis, a la cual ha dedicado sus conocimientos y preparación académica. Así mismo, ha trabajado en la Corporación de Unidades Democráticas para el Desarrollo Social  (Ceudes).

 

Ocupación actual: Directora de la Fundación Social Oasis en Ciudad Bolívar (Bogotá). También trabaja en el Centre de Loisirs, París (Francia).

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