11 de Diciembre de 2024 /
Actualizado hace 4 hours | ISSN: 2805-6396

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Especiales / En ejercicio


“Hay que contribuir a que permanezca el puente que conecta al estudio con la práctica”

12 de Septiembre de 2023

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Según el abogado Andrés Felipe Díaz Arana, el mercado laboral de abogados recién graduados está inmerso en un gran problema: las altas tasas de desempleo de egresados que no consiguen trabajo en el primer año, si se tiene en cuenta que alcanza el 40 % de esa población. En paralelo, resalta que hay cerca de 15.000 estudiantes activos en las facultades de Derecho del país. Por eso, ha venido apostándole a la contratación de jóvenes en su firma, invitando, además, a quienes tienen la posibilidad de hacerlo a darles la oportunidad, para dejar de correr el riesgo de defraudar las expectativas de las siguientes generaciones.

 

ÁMBITO JURÍDICO: Una de las dificultades a las que se enfrenta la mayoría de los abogados recién egresados es conseguir su primer empleo. ¿Cuál cree que sea la causa?

 

Andrés Felipe Díaz Arana: Sin duda, la sobreoferta es una de ellas. Cuando mis profesores se graduaron (a principios de los noventa), teníamos cerca de 65.000 abogados en el país. Hoy, esa cifra es de casi 380.000. Por supuesto, en ese periodo, nuestra población no se quintuplicó; tenemos una altísima proporción de abogados por persona en Colombia. ¡Y los que vienen! Hay cerca de 15.000 estudiantes activos.

El problema no es solo la sobreoferta, sino la voraz competencia a la que ella lleva. Como hay tantos postulantes para cada vacante, se empieza a exigir mucho para ocupar un puesto “de entrada”. Ahora, pareciera que no basta con el título de abogado, sino que, en algunos lados, se exige algo de experiencia e, incluso, hasta títulos de posgrado para entrar a un nivel de base. No en vano, la cifra de desempleo juvenil es cerca del doble de la media nacional.

Á. J.: Su firma se ha caracterizado por vincular a jóvenes recién egresados que, allí, han desarrollado su primera experiencia profesional. ¿Por qué?

 

A. F. D. A.: Casi sin excepción, todos los que trabajan (y han trabajado conmigo) han sido alumnos o monitores de mis materias en la universidad. Así también fue mi caso, diría que, prácticamente, todos mis trabajos fueron con profesores. Para mí, es importante mantener esa tradición y contribuir a que permanezca tendido el puente que conecta al estudio con la práctica.

Trabajar con jóvenes no es, para nada, fácil. Lo he vivido y lo vivo. Son altamente demandantes, inestables laboralmente, con aspiraciones a veces irreales y con muy poca tolerancia a la frustración. En cualquier momento dejan el cargo, porque su prioridad es seguir formándose (como, en mi opinión, debería serlo). Pero, aunque tienen sus “contras”, valen todo lo que cuestan: su creatividad, entusiasmo y disposición a aprender aportan mucho a los equipos jurídicos.

Para aprovecharlos al máximo, hay que tener siempre presente que la educación no termina en la universidad. Las firmas deben incentivar una cultura académica que les permita innovar, permanecer actualizadas y capturar a los nuevos talentos. Ellos son el futuro y el equipo de abogados que no “pare bolas a su cantera” tiene sus días contados.

Á. J.: Sin duda, la conciencia sobre la existencia de una sobreoferta de abogados exige el fortalecimiento en competencias adicionales. ¿Cuáles cree que aportan más a esos nuevos profesionales?

 

A. F. D. A.: Soy un obsesivo y apasionado por la tecnología legal. A diferencia de lo que ocurría con mis profesores, ya el solo “tener” la información no aporta un valor distintivo. Me explico: de antaño, costaba conseguir la última jurisprudencia o el libro que estaba agotado o no había llegado a Colombia. Por eso, en ocasiones, los procesos se ganaban o perdían porque el abogado tenía o no la información clave para su caso. Hoy, en cambio, podemos dar por sentado que cualquier colega puede acceder, si así lo quiere, prácticamente a la misma información que uno. Por eso, ahora más que nunca, lo que distingue a uno de otro no es la información que tiene, sino lo que puede hacer con ella.

En eso, la tecnología es clave. Los abogados de hoy deben formar competencias en eDiscovery, smart contracts, legal analytics y tantas otras aplicaciones de la tecnología al mundo legal que están revolucionando la manera en la que ejercernos nuestra profesión. Mal que bien, vivimos en un mundo donde la inmediatez es la regla y, en esas condiciones, la única forma de cumplir con las expectativas de los clientes, sin sacrificar calidad en el contenido, es innovando.

Nosotros, cuando contratamos nuevos abogados, no buscamos conocimiento adquirido (eso lo damos por sentado), sino destrezas en la investigación, manejo de herramientas tecnológicas y originalidad en la forma en que se aproximan a los problemas. Si estuviera empezando mi carrera profesional, yo me preocuparía mucho por formarme en esas competencias.

Andrés Felipe Díaz Arana

 

Es abogado y filósofo de la Universidad de los Andes, magíster en Derecho Penal y Ciencias Penales de la Universidad de Barcelona (España) y la Universidad Pompeu Fabra (España), magíster en Estudios Jurídicos Avanzados de la Universidad de Barcelona (España), especialista en Derecho Médico Sanitario de la Universidad del Rosario y doctor en Derecho en la Universidad Pompeu Fabra. Actualmente, es profesor universitario y socio de la firma Pava Díaz Arana.

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