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Panorama, retos y transformaciones del derecho internacional contemporáneo desde una perspectiva latinoamericana

El derecho internacional atraviesa un momento de tensiones y transformaciones profundas.

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Panorama, retos y transformaciones del derecho internacional contemporáneo desde una perspectiva latinoamericana

09 de Julio de 2025

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Juan Camilo Herrera, Ph.D.

Codirector de Greystone Consulting Group Latinoamérica

Del Atlántico en el siglo XX al Pacífico en el siglo XXI, el derecho internacional enfrenta tensiones, fragmentación y nuevas voces. ¿Podrá América Latina pasar de espectadora a protagonista en este cambio de época?

¿Cuál es el panorama actual del derecho internacional contemporáneo?

El derecho internacional atraviesa un momento de tensiones y transformaciones profundas. Aunque su arquitectura normativa está edificada en la Organización de las Naciones Unidas, el multilateralismo enfrenta desafíos serios, tanto por el resurgimiento de potencias que desconfían de los mecanismos colectivos como por la emergencia de nuevos actores transnacionales –empresas, ONG, pueblos indígenas– que reclaman participación e incidencia. La invasión a Ucrania, las tensiones en Medio Oriente y el uso estratégico del Derecho por parte de ciertos Estados evidencian una fragmentación funcional del orden internacional.

Al cierre del siglo XX, se proyectaba que el ingreso al siglo XXI se consolidarían bloques regionales sólidos, siendo la Unión Europea el único caso materializado. En contraste, América Latina –la región más homogénea del planeta en lo jurídico, lingüístico y cultural– ha privilegiado un multilateralismo que depende del gobierno de turno, dando como resultado que lo que se construye institucionalmente con un gobierno, se deshace con el siguiente. Ni América Latina, ni África, ni Asia han logrado consolidar bloques sólidos, lo que revela una debilidad estructural del derecho regional frente a los modelos más integrados.

Aun así, se han dado espacios para la renovación. La justicia climática, los derechos de la naturaleza, el reconocimiento de actores no estatales y la creciente incidencia de tribunales internacionales y constitucionales en causas globales apuntan a una reconfiguración del derecho internacional. Se trata de un campo en disputa, donde coexisten normas sólidas, prácticas oportunistas y apuestas por un derecho más plural, inclusivo y transformador.

¿Qué cambios ha experimentado el derecho internacional?

El derecho internacional ha dejado atrás su carácter meramente interestatal y ha incorporado progresivamente nuevos sujetos y agendas. A lo largo de las últimas décadas, la centralidad del Estado como único actor legítimo ha sido desafiada por el ascenso de organismos multilaterales, corporaciones transnacionales, pueblos indígenas, cortes internacionales y movimientos sociales. A ello se suma una expansión temática que abarca los derechos fundamentales, del ambiente, el cambio climático, la bioética, el ciberespacio o la inteligencia artificial.

También se ha modificado la forma en que opera el derecho internacional. Hoy asistimos a un fenómeno de creciente judicialización, con cortes y tribunales regionales e internacionales que interpretan tratados, dirimen controversias y, en ocasiones, fijan estándares vinculantes que trascienden fronteras. Por ejemplo, la Corte Constitucional de Colombia, así lo ha hecho en asuntos de protección estructural de derechos.

La proliferación de tratados, mecanismos ad hoc y regímenes especiales ha generado lo que se ha denominado “fragmentación” del derecho internacional, que convive con sus principios fundacionales, pero muchas veces los reinterpreta, tensiona o incluso contradice. Adaptando   la conocida metáfora del economista Jagdish Bhagwati, el derecho internacional es un tazón de espagueti donde se entrecruzan acuerdos, tratados, convenciones, protocolos, directrices y hasta constituciones nacionales que tornan muy difícil la coherencia y debida aplicación del derecho internacional.

Para América Latina y otras regiones del Sur Global, estos cambios son una oportunidad y un desafío. Por un lado, permiten avanzar en agendas históricamente invisibilizadas –como el reconocimiento de la naturaleza como sujeto de derechos o el derecho a la consulta previa de pueblos indígenas–. Por otro lado, evidencian el riesgo de que las nuevas formas del derecho internacional sigan reproduciendo relaciones de poder desiguales, si no se consolidan mecanismos efectivos de participación e implementación equitativa. Lo más grave que está de por medio, coincidiendo con Andrés Malamud, es que, durante el siglo XXI, América Latina siga siendo –irrelevante– para la configuración y transformación del derecho internacional.

¿Cuáles son los retos actuales del derecho internacional?

El derecho internacional se encuentra en un momento de transición geopolítica y conceptual. Mientras el siglo XX estuvo centrado en el Atlántico Norte –escenario de las dos guerras mundiales y del ascenso hegemónico de EE UU–, en lo que va del siglo XXI se está desplazando el eje del poder hacia el Pacífico. La emergencia de China como polo de atracción global y la pérdida relativa de liderazgo estadounidense están llevando las principales tensiones, disputas comerciales y conflictos estratégicos a ese nuevo espacio. En este contexto, el derecho internacional es cada vez más instrumentalizado como arma diplomática o de poder, y menos como lenguaje común para resolver disputas.

El principal reto del derecho internacional se centra en su eficacia real frente a crisis globales que requieren respuestas colectivas. A pesar de la densidad normativa existente, los mecanismos de cumplimiento siguen siendo débiles, sobre todo cuando los intereses de las potencias entran en juego. Guerras, desplazamientos forzados, crisis climática y pandemias revelan la incapacidad de la arquitectura internacional para imponer obligaciones que no dependan del consentimiento voluntario de los Estados.

Un segundo desafío tiene que ver con la legitimidad del sistema. Hay una percepción creciente, especialmente en el Sur Global, de que las reglas internacionales no se aplican de forma equitativa. El doble estándar en la aplicación de sanciones, la selectividad de la justicia penal internacional o la imposición de cláusulas abusivas en tratados comerciales afectan la confianza en el derecho internacional como instrumento de justicia y no solo de poder.

Finalmente, el derecho internacional enfrenta el reto de adaptarse a un mundo en transformación. Nuevas tecnologías, actores no estatales con capacidad global, conflictos híbridos y demandas por el reconocimiento de sistemas jurídicos propios –como el de comunidades indígenas– están desafiando sus categorías tradicionales. En lugar de resistirse a estos cambios, el derecho internacional debería ampliar el pluralismo jurídico, sin renunciar a los principios de dignidad, paz y sostenibilidad que lo justifican.

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