Columnistas on line
El principio tolerancia, fundamento para la paz
Fernando Pico Zúñiga
Asociado Martínez Neira Abogados
“La tolerancia es la madre de la paz”.
Gaetano Filangieri
Somos los actores, unos protagónicos y otros de reparto, de una guerra de más de cuarenta y cinco años. El tiempo parece haber transcurrido tan rápido, que ya la violencia nos ha tomado ventaja y la paz para algunos parece no divisarse en el horizonte.
La guerra colombiana es un conflicto enmarañado que año tras año se enreda más. Política, paramilitarismo, guerrilla, narcotráfico, crímenes sin responsables, acciones que caducan, heridas que no sanan han sido, entre tantos, los ingredientes de este flagelo tan desastroso. Más allá de sus complicaciones, de suyo trascendentales a la hora de analizar el asunto, la conflagración que ha vivido nuestro país proviene, en gran medida, de una discusión intolerante, ideológica de estirpe política, tanto que ha llevado a sus actores más significativos a la negociación, particularmente en lo que a la inclusión de las posturas de las FARC en el escenario político actual se refiere.
A la luz de la vigente Constitución nacional, Colombia es un país democrático. Esto implica, entre varios presupuestos y para lo que nos interesa, la existencia de un sistema pluripartidista en el que quepan todas las formas de pensamiento. De ahí que podamos afirmar que quienes consideren su posición particular o grupal como una verdad absoluta, como un dogma de fe, no pueden ser tildados de demócratas (=tolerantes).
En efecto, la democracia presupone la existencia de pluralidad de ideas y pensamientos acerca de la manera en que se desarrollan las administraciones, así como la forma en que se determinan las reglas que rigen la vida de los ciudadanos. De ahí que sostengamos que la relatividad del pensamiento es uno de los caracteres fundamentales de esta forma de gobierno, en el entendido en que el encuentro de opiniones, estimadas como imperiosas, construyen convenios, pacíficas discusiones, así sea por momentos. Momentos claves en los que se cimenta una nación en paz.
Ha sido la intolerancia o la falta de democracia, a nuestro entender, la materia prima de la guerra. Han sido los antipluralistas, aquellos que presentan disyuntivas excluyentes, del todo o nada, a manera de soluciones exactas, los que han contribuido al desarrollo del conflicto. Por ello nos preocupa sumamente la existencia de personajes “mesiánicos” que pretendan solucionar la guerra con nada más que sus propios recursos y capacidades, sin entrar en el diálogo y la discusión de las ideas.
No queremos con esto sostener que hay que ser tolerantes ante los crímenes y las responsabilidades que le competen a cada uno. Si ha de comprenderse así, se mal entendería nuestra opinión. Más bien, quiere hacerse mella en que los asuntos políticos, ventilados en democracia, requieren de la tolerancia de los actores, en lo que a esos ideales estrictamente refiere, pues ya será la justicia la que fallará las responsabilidades que le conciernen a cada quien. Los derechos fundamentales son inquebrantables.
Creemos vehementemente en que, como lo expresa Kaufmann, el “fundamentalismo, mentalidad del todo o nada, no son en absoluto útiles. Tales soluciones facilistas, sencillamente lisas, no han de adoptarse a lo menos en democracia (en dictadura resulta menos complicado para los hombres, pues allí no pueden decir nada). Nosotros tenemos que recorrer la pesada, riesgosa vía de la tolerancia y del compromiso”. Solo con la inclusión y la armonía, que no con el exterminio, lograremos la paz. Las ideas, como el hambre, no se arrinconan con balas.
Por último, es importante destacar que el principio jurídico de la tolerancia es justamente eso, un principio general de Derecho en el que se expresa un juicio deontológico (de los deberes) relativo a la conducta que deben seguir las personas frente a relaciones jurídicas de la vida. De ahí que en las sociedades de riesgo actuales, sea sumamente trascendental seguir los lineamientos de la tolerancia, en el entendido en que también con ello se cumple la ley. Profundizaremos sobre este punto en una opinión posterior.
En los tiempos actuales es dable observar la aplicación de principios generales de Derecho como la buena fe, igualdad, solidaridad y tolerancia –algunos aún en desarrollo y discusión–, que a nuestro parecer deberían aumentar. Una sociedad tan convulsionada como la nuestra lo exige.
Por ello, este escrito, más que una explicación metódica, quiere ser una invitación, resumida en estas palabras de Kaufmann, “Imperativo categórico de la tolerancia: Actúa de tal manera que las consecuencias de tu acción sean compatibles con la mayor posibilidad de evitar o disminuir la miseria humana”.
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