Vencedores y vencidos
Andrea Rocha Granados
Abogada de la Universidad de los Andes e investigadora en derechos humanos
Dicen algunos que a finales de la década del cincuenta un hombre vestido de traje oscuro y acompañado tan solo por una máquina de escribir recorría el sur del Cesar comprando las tierras a muy bajo precio. Dicen otros que el hombre venía acompañado de varios más y que en vez de máquina de escribir traía un revólver con el que amenazaba a los colonos que no quisieran vender. Lo cierto es que cuando la cantidad de hectáreas adquiridas de una u otra manera fue suficiente, la selva fue desmontada, el campo fue arado y sobre los surcos se sembraron unas semillas rojas y brillantes que habían sido lanzadas desde una avioneta. Al poco tiempo empezaron a crecer palmas de una variedad hasta entonces desconocida que cambiaría para siempre la historia y geografía del lugar.
Y a la vida por fin daremos todo -último informe del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH)- relata el origen del cultivo de palma africana y el impacto que tuvo en la vida de hombres y mujeres que pasaron de ser campesinos a obreros de la agroindustria aceitera. La transformación del sur del César fue profunda en distintos aspectos. Quienes cuentan esta historia -trabajadores y extrabajadores de empresas palmicultoras- narran sus experiencias de lucha y dolor, entrelazando el desarrollo de la economía regional con la persecución del movimiento sindical.
La trama que une el pasado con el presente abarca diversos aspectos:
- Muestra que figuras como las alianzas productivas -promovidas actualmente por el Estado- están relacionadas con las cooperativas de trabajo asociado de los años noventa y los mecanismos de subcontratación de los años setenta.
- También describe cómo los empresarios y terratenientes han neutralizado violentamente el descontento social y las demandas laborales que se resistían a esas figuras, ya sea a través de la fuerza pública, de los “pájaros” en los años cincuenta o de los paramilitares a partir de los noventa.
- Demuestra que la estigmatización, persecución y asesinato de líderes sociales es una práctica antigua, sistemática y generalizada, que hoy se replica en distintas zonas del país.
En la Tesis sobre el concepto de historia, Walter Benjamin propone una lectura del pasado a través de los relatos de los vencidos. Según el filósofo alemán, la sociedad se ha acostumbrado a una mirada histórica triunfal, muy vinculada a la idea de progreso. Pero detrás de cada “éxito”, dice, se esconde una barbarie.
Hoy Colombia es el cuarto productor de aceite de palma en el mundo y el primero en Latinoamérica. El informe del CNMH pone en evidencia que el progreso de esa agroindustria esconde el desplazamiento de cientos de familias y el asesinato de al menos 112 trabajadores vinculados directa o indirectamente a organizaciones sindicales. En 2014, la Sala de Justicia y Paz del Tribunal Superior de Bogotá profirió una sentencia en la que confirmó que lo ocurrido en el sur del Cesar fue un genocidio político cometido por los paramilitares, con complicidad de empresarios y ganaderos de la región.
Varios pobladores de San Alberto todavía recuerdan la gran variedad de plantas, peces y aves que habitaban un terreno fértil y selvático. Es difícil creer que en una sabana ahora cubierta de palma aceitera alguna vez crecieron árboles de tres metros de diámetro y treinta metros de altura.
En el laberinto de los campos sembrados todavía se escucha el eco lejano de la gran huelga de 1977. Dar testimonio de tiempos felices y también oscuros es más que un simple ejercicio de memoria, es, también una forma de resistencia y reivindicación de mujeres y hombres atravesados por la experiencia sindical.
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