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28 de Marzo de 2024 /
Actualizado hace 12 horas | ISSN: 2805-6396

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Opinión / Columnista Online

Tecnología al servicio de la democracia

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Natalia Ospina Díaz

Abogada especialista en Derecho Informático y Nuevas Tecnologías

www.abogadotic.co

 

Reflexionando sobre las últimas jornadas electorales y los percances que se reportaron, me pregunté si la tecnología es la herramienta idónea para dar solución a las falencias propias de procesos electorales, tales como el agotamiento de los tarjetones, el fraude por suplantación, la agilidad en el escrutinio y el gasto público que representa llevar a cabo la jornada electoral, esto, pensando no solo en las últimas votaciones para elección de senadores y representantes a la Cámara, sino también en las consultas de los partidos políticos.

 

El llamado a la reflexión se centra en el siguiente cuestionamiento: Si la tecnología es la herramienta llamada a velar por los escenarios democráticos, ¿Por qué tan sólo siete (7) países en el mundo permiten el voto electrónico (vinculante y con validez legal)? ¿Qué hay detrás de esta cifra tan baja?

 

La implementación de soluciones tecnológicas para resolver los problemas mencionados no es ninguna innovación, de hecho, los países llevan décadas tratando de implementar una solución que satisfaga las necesidades del Estado, al tiempo que respeten los derechos humanos de los sufragantes.

 

De conformidad con el artículo 21 de la Declaración Universal de Derechos Humanos, el artículo 25 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y el artículo 258 de la Constitución Política, el voto como derecho está consagrado para ser ejercido de forma secreta, lo que garantiza la libertad de expresión y evita la coacción que pueda ejercerse sobre cualquier ciudadano.

 

La necesidad de proteger la identidad del votante tradicionalmente se ha enfrentado a la necesidad estatal de otorgar seguridad a la jornada electoral, garantizando la correcta identificación de los ciudadanos para evitar la suplantación, la auditabilidad de la votación y la inalterabilidad de los votos depositados en las urnas.

 

El mantenimiento de estas garantías es lo que históricamente ha agregado complejidad al diseño de soluciones que hasta ahora se han mantenido en ambientes controlados por las autoridades correspondientes en cada país y se han desarrollado mayoritariamente sobre sistemas mixtos en los que los elementos tradicionales son soportados por elementos tecnológicos.

 

En la actualidad, de manera independiente a las soluciones tecnológicas que se han desarrollado y utilizado hasta el momento por distintos países, se ha empezado a escuchar una nueva propuesta que plantea el uso de la tecnología blockchain o cadena de bloques en los ejercicios democráticos.

 

Esta tecnología, a la que ya nos hemos referido anteriormente para señalar que podría ser una herramienta muy útil en cuestiones legales y que se fundamenta en un libro de registro cuya copia existe distribuida en todos los nodos de la red, y que se soporta en un método de consenso para la aprobación de transacciones, aprobación que permite adicionarlas a la cadena de bloques de forma irreversible, es, al parecer, muy apropiada para modernizar los sistemas electorales y hace su tarea salvaguardando las características y requisitos de los que hablábamos en párrafos anteriores.

 

En efecto, Óscar Lage Serrano (Serrano, 2017) ha señalado que: “El carácter descentralizado de la blockchain permite dar respuesta a una de las mayores deficiencias de las plataformas actuales, que al estar basadas en sistemas centralizados y gobernados por una única fuente no garantizan la inalterabilidad del voto (…). En cambio, la blockchain lo que hace es descentralizar dicha responsabilidad y dispersarla entre todos los participantes, que son los que logran el consenso sobre los datos albergados en la base de datos” y a esto, según el autor, se suman las ventajas de la auditabilidad de la cadena y el anonimato que ofrece esta tecnología.

 

Con estas nuevas opciones que ya están siendo exploradas por grupos de investigación de prestigiosas universidades en Colombia y de la mano de otras tecnologías que nos permitan de manera independiente al aseguramiento de la inalterabilidad, la auditabilidad y el anonimato, identificar al sufragante para evitar la suplantación, podría ponerse sobre la mesa una nueva propuesta que solucione parte de los problemas identificados en el encabezado del presente artículo y, en especial, todos los temas relacionados con la seguridad.

 

Lo referente a los altos costos de las jornadas sería un tema por trabajar en tanto las nuevas tecnologías, a pesar de ofrecer buenas opciones, no solucionan aún todos los costos asociados, y esto nos sigue llevando a valores elevados. La conclusión en este sentido sigue siendo que la tecnología es una herramienta que sirve de apoyo transversal al desarrollo de los mecanismos de participación democrática, pero no soluciona los problemas que estos presentan en su totalidad.

 

En este caso, el problema generalizado en todos los países es la falta de confianza en las instituciones, esto lo demuestra la implementación de sistemas mixtos que llevan al escenario sistemas electrónicos y le adicionan verificaciones o soportes en papel, ninguno funciona totalmente electrónico y en línea. Falta camino por recorrer, pero, gracias a la tecnología, tendremos más opciones para ejercer nuestros derechos ciudadanos.

 

Bibliografía:

Serrano, O. L. (2017). Participación ciudadana y voto electrónico . En A. Preukschat, Blockchain: la revolución industrial de internet. Planeta.

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