15 de Diciembre de 2024 /
Actualizado hace 19 hours | ISSN: 2805-6396

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Opinión / Columnista Online

La JEP da sus primeros pasos

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Andrea Rocha Granados

Abogada de la Universidad de los Andes e investigadora en derechos humanos

 

Desde hace un siglo, Hollywood ha fijado estándares de cómo debe ser el amor, la adolescencia, la pérdida de un ser querido, el fin del mundo, la aventura y la desventura. También nos ha dado indicaciones sobre lo que debe ser un juicio. Un escenario en donde circula la adrenalina entre discursos grandilocuentes, jueces implacables y artimañas de abogados despiadados. Los tiempos muertos no existen en el mundo de Hollywood, tampoco los formalismos.

 

La vida real es mucho más parsimoniosa y menos vibrante. Así lo demuestran las primeras audiencias adelantadas por la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP). Sus pasos iniciales han sido torpes, como los de un niño que aprende a caminar. Y no es para menos. A diferencia de lo ocurrido en otros países como Argentina, en donde los responsables de la última dictadura militar son juzgados mediante el procedimiento ordinario, Colombia le apostó a un mecanismo novedoso que se desliza entre lo adversativo -definición de responsabilidades penales de los individuos- y lo consensuado -reconocimiento de la verdad-.

 

En ese terreno desconocido se deben mover jueces, abogados, responsables y víctimas. Aunque el proceso judicial sea lento y confuso, no deja de ser también un escenario en el que cada actor cumple un rol definido y en el que -al igual que en las películas- empieza a construirse un relato polifónico. En ese sentido, los aspectos simbólicos y performativos del proceso no pueden dejarse de lado ni deben ser ajenos al análisis, ya que son parte del acto de hacer justicia.

 

Muchas reflexiones surgen de la audiencia de sometimiento a la JEP del general Mario Montoya. Poco tiempo después de iniciada la jornada, varias víctimas abandonaron la sala, porque no habían sido reconocidas. Luego, durante más de dos horas, vino una larga lectura de resoluciones técnicas: el procedimiento puro y duro. La sensación que quedó en la sala vacía y en los pasillos colmados fue de decepción y cansancio.

 

La desconfianza que sienten las víctimas del Estado respecto de la justicia que puede impartir la JEP tienen su fundamento en una institucionalidad que en el pasado ha negado su existencia y un presente que busca blindar a sus victimarios. ¿Cómo se pueden revertir las sospechas en un contexto tan adverso?

 

Los abogados de las víctimas dieron varios consejos al tribunal que pueden ayudar a responder esa pregunta. Recomendaron instruir a los policías que custodian la sala sobre el trato a los asistentes, utilizar un lenguaje lo menos jurídico posible, permitir que los familiares lleven carteles con el rostro de sus seres queridos, tener en cuenta las expectativas que se generan respecto de las personas afectadas -muchas de las cuales no pueden asistir por razones geográficas y económicas-.

 

En muchas ocasiones los formalismos se aplican para sostener la idea de una justicia imparcial. Pero en casos como los que tramita la JEP no se puede desconocer la asimetría que existe entre victimarios y víctimas, sobre todo cuando el posible responsable es un agente del Estado. La restauración de un equilibrio roto implica el reconocimiento de esa desigualdad. En ese sentido, la justicia no se alcanzará solo con la lectura de una sentencia o el acta de reconocimiento de un imputado. Todo el trámite judicial –con sus momentos épicos al mejor estilo de Hollywood y sus instantes de quietud- debe aportar al empoderamiento de quienes han padecido el horror.

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