Columnistas on line
Colombia y el clima internacional de negocios
Andrés Barreto González
Of Counsel en Moncada Abogados
Miembro Fundador de la Academia Colombiana de Derecho Internacional
Durante los últimos meses, se han presentado interesantes noticias en materia de negocios internacionales. De una parte, el Banco Mundial lanzó el Informe sobre perspectivas económicas para América Latina y el Caribe para el año 2017, y se cumplieron los cinco años de la vigencia del tratado de libre comercio (TLC) suscrito entre EE UU y Colombia.
En relación con el Informe del Banco Mundial, es de notar que, a pesar del pesimismo interno y los vientos de una posible recesión, la región presenta un balance negativo en materia económica, pero Colombia sigue teniendo un clima favorable en materia de negocios, y se ubica en el segundo lugar con perspectiva de inversión en la subregión.
Así, tras un crecimiento negativo de la región durante los años 2015 y 2016, el Banco Mundial tiene una perspectiva más optimista para el 2017 y 2018 que la de su “primo”, el Fondo Monetario Internacional.
Se espera que durante el periodo 2017–2018, la región crezca un estimado de entre el 1,5 % y el 2,5 %. A pesar de las contracciones experimentadas durante los periodos anteriores por la desaceleración de varias de las economías regionales (Argentina, Brasil y Venezuela), las perspectivas para México, Centroamérica, Colombia y el Caribe parecen favorables con un estimado de crecimiento del 3,8 % combinado.
El promedio de déficit en América del Sur fue del 5,2 % del PIB, frente al 2,1 % de México y Centroamérica. Estas afectaciones son relevantes -no solo para el bolsillo de los ciudadanos-, sino por el hecho de que la ausencia de recursos genera la afectación en materia de políticas públicas.
Es por ello que, en Colombia, muchas de las trasferencias, programas de subsidios y asistencia, y algunos otros planes y programas que dependen de las cuentas de la Nación se vieron afectados, lo que indefectiblemente tuvo que ser sostenido por la ampliación en el recaudo y la imposición de nuevos tributos, lo que nunca cae bien en la población.
A pesar de este panorama, para el Banco Mundial, Colombia tiene una perspectiva de un 3,1 % de crecimiento para el 2018, lo que, si bien está lejos del anhelado 6 %, no es del todo malo frente a lo que sucede con otras economías en la región.
Aunque Colombia está todavía lejos de un panorama ideal, su situación es más favorable y prometedora que las de otras economías, como, por ejemplo, las de Venezuela, Argentina y Bolivia. Estamos en el momento de implementar las reformas que se requieren en materia fiscal, pensional y de salud, las cuales no dan espera, y seguramente serán tema de debate de cara a las elecciones del 2018.
En igual sentido, y como lo hemos advertido desde esta columna, el ingreso de Colombia a la Ocde requiere de unas reformas fuertes, perdurables y estructurales, las cuales generen un panorama real de cumplimiento frente a los compromisos que se adquieran con esa organización, situación que anhelamos todos redunde en el bienestar general, y no en un capricho desarticulado y desproporcionado fiscal y socialmente por los “costos” que acarrea el ingreso a la Ocde.
En la otra cara de la moneda, y en relación con del debate acerca de los beneficios del libre comercio, Colombia conmemoró cinco años de relaciones comerciales en el marco del TLC con EE UU.
Tras la entrada en vigor del instrumento, la inversión promedio anual de EE UU en Colombia creció el 41 %. De las empresas colombianas que emprendieron el reto de exportar, el 97,4 % pertenecen a sectores de la economía diferentes al minero-energético. Según cifras de Procolombia, 1.292 empresas colombianas están aprovechando el TLC exportando productos diferenciados, y en algunos casos con valor agregado.
Otro beneficiado es el tráfico aéreo y el turismo, mientras que, en el 2012, se registraban 200 frecuencias directas semanales con EE UU, hoy hay 246. De acuerdo con Procolombia, en los últimos cinco años, la inversión promedio de EE UU fue de 2.345 millones de dólares, de los cuales el 95 % se concretó en proyectos diferentes a los minero-energéticos.
Si bien todavía hay muchos retos y trabas, el ambiente es favorable y presenta alta posibilidad de crecimiento, tema que no es ajeno al mundo de los servicios legales, quienes tienen mucho que aportar apoyando técnica la inversión, la diversificación, pero, sobre todo, los aspectos contractuales, de solución de controversias y de seguridad jurídica, tanto para el inversionista extranjero como para el empresario colombiano.
Las pequeñas y medianas empresas (pymes) deben abandonar la improvisación por miedo a los costos legales, así como superar las barreras idiomáticas y apostar por implementar programas permanentes en comercio exterior. Las pymes deben entender que una buena asesoría legal y comercial significará a la postre un ahorro y una mejora en los procesos, lo que facilitará su apuesta exportadora y abrirá mercados que –difícilmente- pueden ser absorbidos por la demanda interna.
El 2017 será un año decisivo por muchas situaciones internas, pero debe significar una apuesta para que, en el 2018, tengamos un mejor panorama, lo que únicamente se logrará a través de una economía sólida y una estabilidad jurídica e institucional que permita absorber muchas de las incertidumbres que se afrontarán de cara a los costos del posconflicto y el apretado panorama fiscal.
Opina, Comenta