El Consejo de Estado aclaró que para que se configure un error grave en el pronunciamiento técnico o científico que sirve de peritaje, este debe partir de un concepto equivocado o un juicio falso sobre la realidad, de tal forma que las bases sobre las que está concebido, además de erróneas, provoquen conclusiones equivocadas en el resultado de la experticia. En esa medida, los parámetros para calificar el error grave resultan exigentes y la simple existencia de un error no configura necesariamente el error grave. Por esta razón, la Sección Tercera no estuvo de acuerdo con la objeción por error grave sobre una prueba pericial que no decretaba una pérdida de capacidad funcional de una persona que reclamaba la indemnización por la existencia de un quiste sinovial poplíteo en una de sus piernas (C.P. Gladys Agudelo Ordóñez).