Ni la guerra ni el olvido: el derecho a ser niño en tiempos de conflicto
Más de 3 millones de niños han sido reconocidos oficialmente como víctimas del conflicto armado en Colombia.
09 de Mayo de 2025
Jaime Trujillo
Socio de Baker McKenzie Colombia, promotor y jurado de la Children’s Rights Moot Court Competition 2025
En los escenarios de guerra, desplazamiento y violencia sistemática, los niños son muchas veces tratados como daños colaterales. Sin embargo, cada menor víctima del conflicto representa una historia interrumpida y una deuda que el Derecho aún no ha saldado. Desde Colombia, un país que ha tenido que mirar de frente el impacto del conflicto armado en su infancia, sabemos que los niños son las primeras víctimas y, casi siempre, las últimas en ser escuchadas.
Desde 2021 he sido parte del equipo organizador del Children’s Rights Moot Court Competition, organizado por la Universidad de Leiden (Países Bajos) y Baker McKenzie. Los derechos de la niñez siempre han sido uno de los pilares de la práctica pro-bono de Baker McKenzie, y hemos visto en el Moot Court una oportunidad invaluable para elevar la consciencia sobre este tema en las universidades y futuros abogados en el mundo entero Recientemente, tuve el honor de ser jurado en la final de la versión de 2025. Más de 110 estudiantes de Derecho, de casi 20 países, debatieron un caso ficticio –dolorosamente familiar– sobre los derechos de los niños en un contexto de conflicto armado. Lo hicieron con rigor, empatía y una claridad que, muchas veces, escasea en los debates reales.
La competencia presentó dilemas jurídicos que podrían haber ocurrido en cualquier parte del mundo, pero que en Colombia resultan especialmente cercanos: el reclutamiento forzado, la migración infantil, la impunidad frente a delitos cometidos contra menores, la dificultad de acceder a mecanismos reales de justicia. Lo que se discutió en este escenario académico es, en muchos sentidos, una asignatura pendiente en nuestro país.
Más de 3 millones de niños han sido reconocidos oficialmente como víctimas del conflicto armado en Colombia. A ellos se suman los menores migrantes que enfrentan condiciones extremas de vulnerabilidad y quienes hoy viven bajo el riesgo del abandono estatal o de nuevas formas de violencia. No basta con reconocer su situación: el sistema jurídico debe garantizar que tengan voz, reparación y, sobre todo, futuro.
Como abogado y como jurado en esta competencia, fue inspirador ver a jóvenes frente a esta realidad, que no solo entienden los tratados y normas internacionales, sino que los usan para construir argumentos con propósito. Que entienden que el derecho no es neutral cuando se trata de infancia, y que el rol del abogado es muchas veces el de amplificar las voces que han sido silenciadas.
Desde firmas como Baker McKenzie, creemos que formar abogados con conciencia social y vocación pública no es una opción: es una responsabilidad. Apostamos por estos espacios porque confiamos en que la transformación del derecho comienza en la forma como lo enseñamos, lo debatimos y lo ejercemos.
En un mundo donde los conflictos se multiplican y las infancias se siguen viendo afectadas, necesitamos más juristas preparados para defender a quienes no pueden hacerlo por sí mismos. Y desde Colombia, con todo lo que hemos vivido y aprendido, ya no podemos ser indiferentes, y tenemos la obligación –y la oportunidad– de ser parte activa de esa conversación global.
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