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Actualizado hace 2 horas | ISSN: 2805-6396

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Noticias / General


Los efectos legales de la liquidación empresarial frente a los trabajadores

05 de Diciembre de 2019

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Nota:
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Erika Marcela Chaparro Blanco

 

Contadora pública de la Universidad Cooperativa de Colombia

 

Especialista en Gerencia de la Universidad Pontificia Bolivariana

 

Profesional Contable en Taktikus Legal Management

 

info@taktikus.com.co

 

Por naturaleza, el ser humano es resistente al cambio, pues la estabilidad brinda comodidad y confianza, elimina la incertidumbre y los factores de riesgo; no obstante, el mundo es cambiante y es necesario adaptarse a su transformación. El entorno laboral no resulta ser ajeno a dichas alteraciones; los empleados de una compañía no están preparados para asimilar y aceptar la hora de la extinción, por lo que se hace necesaria la capacitación, la concientización y el apoyo, tanto de los empresarios como del Gobierno, a la hora de presentarse traumatismos, como la liquidación de la entidad.

 

Los empleados de una compañía constituyen el potencial y la posibilidad de alcanzar objetivos empresariales, siendo imprescindible que los aspectos fundamentales de la gestión moderna respondan a trabajadores vistos como seres humanos, con aspiraciones tanto profesionales como personales y como aquellos aliados estratégicos de las propias organizaciones[1].

 

Como consecuencia de un conjunto de sucesos negativos en la vida del trabajador, en un caso concreto, como el proceso liquidatorio de la entidad empleadora, se generan afectaciones dramáticas, no solo para la economía o para su sustento y el de su familia, sino en el aspecto emocional, por el dolor y la angustia de un futuro incierto. Estos sucesos negativos dejan huella en la persona que los sufre, modifican su personalidad y afectan su actitud, pues se genera una inhabilidad de adaptarse a la nueva situación.

 

Así, pues, es indispensable la capacitación de los empleados para asumir de la mejor manera los cambios drásticos y permanentes, como es el caso de una liquidación, por cuanto este no es transitorio, sino que es producto de un largo proceso, más aún, si se tiene en cuenta que este periodo da lugar a una vasta gama de expresiones, comportamientos y manifestaciones[2].

 

Implicaciones de la crisis en la salud

 

La crisis en el sistema de salud colombiano no ha sido ajena a generar efectos negativos en los componentes profesionales y emocionales de los trabajadores, a lo que se suma el creciente déficit fiscal, la infraestructura en malas condiciones, equipos dañados y, en ocasiones, obsoletos y la falta de materias primas para atender a los pacientes. Esto lleva a que se presente una mayor perplejidad para el desempeño de las funciones y para la adecuada prestación del servicio, pues todo depende de los pagos a las empresas de salud y del flujo de recursos que se destinen para cada uno de los centros asistenciales, los cuales obedecen a auditorías de facturaciones, de tramitología y, además, de todo el viacrucis del modelo en salud.

 

En la actualidad, 2,7 millones de usuarios del sistema de salud deberán cambiar de empresa promotora de salud (EPS), por cuenta de decisiones de la Superintendencia de Salud (Supersalud) de liquidar o revocar los servicios de siete EPS. De estas, cuatro fueron liquidadas: Comfacor (que salió de seis departamentos), Cruz Blanca[3], Emdisalud y Saludvida. Otras tres, Coomeva, Comparta y Medimás, perdieron su licencia para operar en ocho departamentos, porque, según la Supersalud, no cumplían con sus servicios y vulneraban derechos de los usuarios, como demoras en la asignación de citas, deudas con las entidades que les prestaban servicio y, en general, por provocar riesgos para la vida de los pacientes.

 

Uno de los resultados más importantes y poco alentadores que generan los procesos liquidatorios de estas entidades de salud corresponde a más de un centenar de trabajadores que han sido despedidos y que no cuentan con la certeza de encontrar un nuevo empleo. Y ni Gobierno, ni los empresarios, ni la sociedad en general tienen un plan B para todas aquellas personas a las que se les terminó su contrato laboral y que ahora entran a ser parte del proceso liquidatorio, adhiriéndose a las normas de prelación de créditos; a radicar la respectiva acreencia plasmando en ella un valor a sus obligaciones personales, sus sueños de estudiar y viajar; la comida de sus familiares y un sinnúmero de conceptos no solo materiales, sino emocionales.

 

Uno de los resultados más importantes y poco alentadores que generan los procesos liquidatorios de estas entidades de salud corresponde a más de un centenar de trabajadores que han sido despedidos y que no tienen la certeza de encontrar un nuevo empleo. Y ni Gobierno, ni los empresarios, ni la sociedad en general tienen un plan B para todas aquellas personas a las que se les terminó su contrato laboral y que ahora entran a ser parte del proceso liquidatorio y, por lo tanto, tienen que adherirse a las normas de prelación de créditos; radicar la respectiva acreencia plasmando en ella un valor a sus obligaciones personales, sus sueños de estudiar y de viajar, entre otros; el sustento de sus familiares y un sinnúmero de conceptos no solo materiales, sino emocionales que están en juego.

 

El trabajador queda a la espera de un resultado de estudio y validación en el que, en la mayoría de los casos, la EPS liquidada no cuenta con los activos suficientes para pagar la totalidad de la deuda, a pesar de que es reconocida durante el proceso liquidatorio. En últimas, según la ley, el trabajador solo puede aceptar y hacerse parte de la reclamación, a la espera de la realización de nuevos activos de la entidad con los cuales se cancele paulatinamente el valor reconocido.

 

Desde el punto de vista del sicoanálisis, se ha estudiado el desempleo como un trauma social a partir del cual se desarrollarían ciertos desenlaces sicopatológicos (depresiones, afecciones sicosomáticas, etc.), dichos desenlaces ponen en evidencia la singularidad de los sujetos (su estructura anímica previa, su repertorio estilístico, sus recursos, etc.)[4]. Ahora bien, la magnitud del problema va en aumento, cuando en su horizonte se visualiza como inalterable e impone un sesgo peculiar al duelo por el trabajo perdido, pues se trata de un duelo casi imposible, un duelo ya no por algo que hemos tenido, sino por lo que no vamos a tener. Un futuro cuyo problema no es la indecisión, sino la desesperanza, la falta de metas, esperar lo que no va a ser.

 

Sección patrocinada. Las opiniones aquí publicadas son responsabilidad exclusiva de Taktikus Legal Management.

 

[1] G. S. Pacheco, C. E. Henriquez, H., Fuentes, Del recurso humano al humano con recursos, el periplo sustentable. Revista de turismo, desarrollo y competitividad, Nº 23, 2012, págs. 7-26. Unidad Autónoma del Estado de México, diciembre del 2012.

[2] M. García, M. F. Rojas, S. Díaz, Relación entre el cambio organizacional y la actitud al cambio en trabajadores de una empresa de Bogotá, Revista Diversitas-Perspectivas en psicología, Vol. 7, Nº 1, 2011.

[3] Supersalud, Liquidación de la EPS Solsalud, El Espectador, publicado en mayo del 2013.

[4] E. Echeburúa, P. de Corral, Intervención en crisis en víctimas de sucesos traumáticos, Psicología conductual, Vol. 15, Nº 3, 2007, págs. 373-387, Universidad del País Vasco (España), 2007.

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