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Actualizado hace 7 horas | ISSN: 2805-6396

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Los programas de integridad y las juntas directivas

20 de Febrero de 2020

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Fernando Niño Quintero

 

Director Senior

 

FTI Consulting Global Risk & Investigations

 

‘Rankings’ y noticias internacionales señalan a Colombia como un país con una alta percepción de corrupción, una situación que obliga a mantener encendidas las alertas en todos los ámbitos y, en particular, en el campo empresarial.

 

Siempre es oportuno hacer revisiones periódicas de los programas de ética y cumplimiento a la luz de las cambiantes condiciones del entorno. Tanto en tiempos de calma como en momentos de crisis, cuando se hacen especialmente necesarios.

Por un lado, el reporte anual de la revista estadounidense U.S. News muestra a Colombia como “el país más corrupto del mundo”. La revista se basó en una encuesta entre más de 20.000 ciudadanos de 73 países, que respondieron sobre la relación que hacían de cada país con el término “corrupto”.

 

Al país también le va mal en los índices de percepción de Transparencia Internacional. “Colombia obtiene 37 puntos sobre 100, siendo 0 corrupción muy elevada y 100 la ausencia total de la misma”, señala la organización.

En este contexto cobra relevancia que las empresas dirijan sus esfuerzos hacia acciones reales y concretas en la mitigación del riesgo de corrupción, un propósito para el cual los programas de integridad constituyen herramientas idóneas.

 

Para la efectividad de estos programas, es necesario que se les permita a los distintos niveles del gobierno corporativo cumplir con el rol que a cada uno le corresponde.

 

El papel de las juntas

 

Las juntas directivas, en particular, cumplen un rol de supervisión y tienen una serie de responsabilidades, definidas en el nuevo Marco Integrado de Control Interno, COSO III de Colombia. Algunas de ellas son:

 

– Supervisar la definición de los estándares de conducta y evaluar su nivel de aplicación.

 

‒ Establecer las expectativas y evaluar la actuación, integridad y valores éticos del director ejecutivo (CEO).

 

‒ Incentivar la evaluación de riesgos de la Administración para el cumplimiento de los objetivos, incluyendo el impacto potencial de cambios significativos y fraude o corrupción.

 

‒ Valorar la proactividad de la organización para evaluar los riesgos en relación con la innovación y los cambios relevantes resultado de las nuevas tecnologías o movimientos económicos y geopolíticos.

 

‒ Solicitar información a la Administración con respecto a la selección, desarrollo y uso de las actividades de control en las áreas con mayor riesgo, y su corrección cuando sea necesario.

 

‒ Evaluar el desempeño de la alta dirección en relación con las actividades de control.

 

‒ Interactuar con la administración, auditores internos y externos, y demás, para evaluar el nivel de conciencia de las estrategias de la entidad, objetivos específicos, riesgos e implicaciones de control asociadas con el desarrollo del negocio, la infraestructura, las regulaciones y otros factores.

 

Puntos débiles que pueden estar presentes en un programa de integridad

 

Algunos programas de integridad pueden tener, sin embargo, aspectos débiles que erosionan la confianza de los miembros de las juntas directivas en cuanto a la eficacia de aquellos. Esta es una de las principales conclusiones del reciente estudio Law in the boardroom[1], copatrocinado por FTI Consulting Inc. y publicado en el 2019 en la revista Corporate Board Member. El estudio se llevó a cabo en empresas de EE UU que cotizan en bolsa y revisó si los programas de ética y cumplimiento hacen posible a las juntas directivas mantener su supervisión operativa sobre los riesgos de cumplimiento, entre ellos, el fraude y la corrupción.

 

Entre los aspectos que deben fortalecerse, se destacan:

 

‒ Asegurar que el oficial de cumplimiento tenga acceso directo y autónomo a la junta directiva.

 

‒ Establecer métricas formales para que la junta directiva mida la efectividad del programa de cumplimiento.

 

‒ Crear programas eficaces de denuncia de irregularidades e informar sobre ellos periódicamente a la junta directiva.

 

‒ Mejora de las funciones de cumplimiento mediante el uso de tecnología avanzada para monitorear los datos de manera eficiente.

 

Desafíos

 

De acuerdo con el estudio, estas debilidades plantean un desafío a la función de supervisión de la junta directiva, máxime que las organizaciones de hoy enfrentan regulaciones y legislaciones cada vez más complejas. Los principales hallazgos del estudio son:

 

‒ Seis de cada 10 directores de junta informan que no tienen pautas medibles para el monitoreo del cumplimiento.

 

‒ Un número cada vez mayor de directores de juntas directivas dicen que las líneas de denuncias exponen problemas de cumplimiento existentes o potenciales. De ahí la importancia de contar con estos canales.

 

‒ Un tercio de los miembros de la junta aún no han aprovechado las tecnologías avanzadas para mejorar el monitoreo de cumplimiento. 

 

Es claro, y así lo puntualiza el estudio, que los temas de cumplimiento son unos de los asuntos más fundamentales dentro del rol de supervisión que tienen las juntas directivas. Esto, sumado a que hoy existe un mayor escrutinio por parte de los reguladores que, en el caso colombiano, han tomado muy en serio sus responsabilidades en esta materia, mediante la aplicación de las normas y las visitas administrativas con autorizaciones para recolectar evidencia física y digital que sirva como elemento material probatorio frente a eventuales violaciones a la ley. 

    

Estar alertas y afinar supervisión

 

No son pocos los casos en los que los miembros de juntas directivas han sido engañados por la administración de la empresa, sin que exista ni la más mínima herramienta para la supervisión. 

 

Casos tristemente emblemáticos, como, por ejemplo, el de Enron, en EE UU, mostraron flagrantes ataques a ciertos núcleos del gobierno corporativo: incumplimientos respecto de los derechos y trato equitativo de los accionistas, fallas en las funciones y responsabilidades de la junta directiva, falta de transparencia, fluidez e integridad de la información, fallas en la supervisión de las acciones del ejecutivo principal de la compañía y conflictos de intereses, entre otros.  

 

En particular, en el tema de los reportes, la junta directiva requiere información oportuna, completa y precisa, pero que, además, sea recibida de forma directa y entregada de manera autónoma por parte del oficial de cumplimiento.

 

De acuerdo con el estudio de FTI Consulting, la evolución de las empresas permite esperar que el líder de ética y cumplimiento tenga acceso directo y autónomo a la junta, ya que “cualquier interferencia sistemática con este acceso e informes socava el funcionamiento y efectividad de un programa de ética y cumplimiento bien diseñado, y finalmente expone a la organización a un aumento del riesgo”.

 

El fraude ocupacional, que involucra casos de corrupción y soborno, entre otros, puede ocurrir en cualquier empresa de cualquier país, por lo que sistemas de detección como las líneas de denuncias son una de las herramientas más apreciadas hoy por los miembros de las juntas directivas. Sin embargo, según los directores de junta encuestados en el estudio mencionado, los riesgos de soborno y corrupción con frecuencia no son el foco de discusión en sus sesiones. Algunos, incluso, mencionan que no reciben reportes regulares sobre los hechos que se denuncian, el tratamiento recibido, las acciones adoptadas y las eventuales sanciones impuestas.

 

Tecnologías avanzadas y cumplimiento

 

En relación con las tecnologías avanzadas, estas generan oportunidades de crecimiento y eficiencias. No obstante, cuando en el estudio se les preguntó a los directores de juntas “si la organización estaba aprovechando las tecnologías para apoyar el monitoreo de cumplimiento, un tercio (32 %) dijo que aún no lo han aprovechado…”.  La experiencia de FTI Consulting demuestra que “los equipos de cumplimiento respaldados por las nuevas tecnologías están mejor equipados para centrarse en actividades de alto riesgo para proteger el negocio del daño reputacional y considerables multas…”. 

 

Un examen de los miembros de junta directiva de las empresas en Colombia, para revisar si los programas de integridad les facilitan cumplir con su rol de supervisión, sería muy valioso al tiempo que les permitiría mostrar a los reguladores la efectividad del programa, lo que, sin duda, sería favorable en caso de eventuales materializaciones de riesgos de cumplimiento.

 

Tanto para aquellas empresas con el deber legal de tener estos programas, como para aquellas que sin tener el deber los implementan como una buena práctica, incrementar las revisiones periódicas y hacer un examen general de si facilitan el rol de supervisión de las juntas directivas contribuiría enormemente a la efectividad de los mismos y a la adecuada administración de los riesgos de corrupción que amenazan a las empresas colombianas.

 

* Sección patrocinada. Las opiniones aquí publicadas son responsabilidad exclusiva de FTI Consulting.

 

[1] La publicación completa está disponible en https://go.boardmember.com/cbm-fti-compliance-research-2019.

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