La domesticación humana

Antonio Vélez

La domesticación humana es la disminución de la agresividad en la forma reactiva y en la impulsividad. La agresividad de otros simios se diferencia de la nuestra en que en el hombre hay mucho mayor control emocional y de la impulsividad, pero, al mismo tiempo, hay una mayor capacidad de amplificar la agresión, de dilatarla en el tiempo y premeditarla, hasta llegar a crueldades extremas.

Un control social-biológico en función de la domesticación humana de la agresividad se puede ver todavía en ciertas tribus africanas. En estas pequeñas sociedades se implementa la pena de muerte como estrategia para eliminar la herencia genética de los violentos, y sacarlos de la sociedad. Los hombres de la tribu salen de cacería con el agresor para matarlo. Por supuesto, el agresor tuvo que haber demostrado que era incapaz de controlar sus emociones, ya que mató o hirió a otros miembros del grupo, sin razones que justificaran sus actos.

La domesticación incluye un conjunto de cambios genéticos y culturales que nos llevan a ser más amistosos y mejores miembros de la sociedad. Entre los animales domesticados y el hombre domesticado hay similitudes. Los animales domesticados muestran cambios importantes en sus morfologías: dientes más pequeños y cráneos más pequeños, orejas que caen hacia abajo, y colas más cortas y crespas. En los humanos, aunque nuestros cerebros son más grandes, los arcos superciliares, se vuelven menos pronunciados, los dientes se hacen más pequeños, la cara se vuelve más plana, menos pronunciada hacia afuera, y hay menos dimorfismo sexual. También se presentan otras características, otros rasgos fisiológicos, tales como ciclos reproductivos alterados, generalmente más numerosos; la retención de muchas características del comportamiento juvenil, como jugar durante la vida adulta, y elevados niveles de serotonina y de oxitocina, relacionados con una reducida reactividad emocional. Un aspecto interesante de la domesticación humana es que la homosexualidad aumenta en la población. La disminución de la agresividad masculina lleva a que haya menos diferencia en la apariencia de machos y hembras, porque la apariencia de los machos se feminiza. Las hembras de la especie prefieren machos con rasgos masculinos menos pronunciados. Vale anotar que la feminización de los machos también depende de la selección sexual que las hembras ejercen sobre sus rasgos.

La producción de herramientas de piedra, el consumo de carne y la crianza cooperativa o aloparentalidad necesitan un gran control emocional, sociabilidad y capacidad de comunicación. Hace 3,4 millones de años los homínidos ya tenían la paciencia y el aguante para ejecutar la secuencia larga y tediosa de pasos necesarios para convertir una piedra en un hacha de doble faz. La eliminación de cada escama tenía que ser cuidadosa, y exigía aprender de otros, o sea, exigía motivación prosocial: ser capaz de compartir tiempo con un grupo, de imitar a los que saben y de entender las señales comunicativas que se reciben. No es difícil imaginar la importancia que tiene el control emocional para la cacería en grupo, y luego, para la distribución justa de la presa.

El cuidado alopaternal es universal en las sociedades humanas. La aloparentalidad es muy útil en condiciones ecológicas inestables y, para ello, es necesario que las madres se encuentren rodeadas de sus parientes matrilineales de confianza. Los cuidadores muestran patrones de activación cerebral en los circuitos que apoyan la empatía emocional y la comprensión de los demás en sus intenciones, sentimientos, formas de recompensa y de motivación.

En un documental del maravilloso David Attenborough, que se puede ver en Youtube, The Empire of Ants, Atenborough muestra cómo unas colonias de hormigas de una cierta zona de África han cambiado la estrategia de atacar y matar otras colonias por la de colaborar y convivir con estas, y evolucionadas, conforman un imperio que se puede equiparar con nuestras metrópolis.

En el mundo, respecto a la violencia hemos progresado de una manera increíble, y si el lector duda, se le recomienda leer un libro lleno de datos actualizados sobre el progreso moral: Los ángeles que llevamos dentro, de Steven Pinker (https://amzn.to/34FwhnN).