Elecciones controvertidas

ÓSCAR ALARCÓN NÚÑEZ

A lo largo de nuestra historia política, han sido tres las elecciones presidenciales más controvertidas. La primera fue la del Registro de Padilla. En esa época no se elegía presidente directamente, sino a través de unos compromisarios, que eran quienes votaban firmando formularios que enviaban a Bogotá. El “cacique” guajiro Juanito Iguarán recibió de sus amigos esos documentos en blanco, firmados, y luego de averiguar cuál era el que más convenía, los llenó en favor del general Rafael Reyes.

El contrincante fue Joaquín F. Vélez, cartagenero, amigo del presidente Rafael Núñez y quien había suscrito el Concordato con la Santa Sede, como embajador. Hombre de recio carácter y quien no aceptó jamás el triunfo del general Reyes. Tanto que como presidente del Senado no quiso darle posesión por considerar que su elección había sido resultado de un fraude. Le tocó hacerlo al vicepresidente del Congreso, José Vicente Concha.

Otras elecciones controvertidas fueron las de 1922, cuando en plena hegemonía conservadora, los liberales tuvieron la ilusión de lanzar como candidato al general Benjamín Herrera, a pesar de que sabían que el gobierno acudiría a cualquier argucia para que ganara el general Pedro Nel Ospina. Las maniobras de fraude las denunció Alfonso Villegas Restrepo, desde su periódico La República. Cerraron las oficinas del telégrafo y solo las abrieron luego de cometido el “fraude monstruoso”, como lo comentó López Michelsen, y que dejó al partido “desmoralizado” y “contrito”.

Las más recientes fueron las elecciones del 19 de abril de 1970, cuando en los primeros boletines de la Registraduría daban como ganador al general Gustavo Rojas Pinilla frente al candidato del Frente Nacional, Misael Pastrana Borrero. Las emisoras hacían sumatorias y en el país nadie dudaba del triunfo del exdictador. Hacia las nueve de la noche, el ministro de Gobierno, Carlos Augusto Noriega, prohibió que la radio hiciera cálculos y se limitaran a los boletines oficiales. Las primeras ediciones de los periódicos, en la madrugada, daban a Rojas como ganador, pero luego, al amanecer, la situación cambio en favor de Pastrana.

Los amigos del general Rojas estaban dispuestos a defender su triunfo, comenzaron a salir a las calles y a concentrarse en las grandes plazas de las ciudades más importantes. El presidente Lleras Restrepo declaró el estado de sitio y el martes, hablando por televisión, anunció toque de queda en todo el país y señalando su reloj, con voz firme, dijo que ninguna persona podía estar en la calle a las ocho de la noche.

Un barranquillero, sorprendido, comentó: “No entiendo este país. Yo voté por Sourdis (quien también era candidato), ganó Rojas y se posesionó Pastrana como presidente”.