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18 de Abril de 2024 /
Actualizado hace 4 horas | ISSN: 2805-6396

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Opinión / Etcétera

Cultura y Derecho

Transformadores anónimos

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Andrés Mejía Vergnaud

 

Permítanme un divertimento, que debo a una sugerencia del lector Fernando López. Él me escribió a raíz de mi columna pasada, en la que hablamos del personaje histórico conocido como Saulo, Pablo o San Pablo, y de quien compartí mi opinión, según la cual lo considero, por el efecto concreto que tuvieron sus accione como uno de los más grandes transformadores de la historia de la humanidad.

 

El mencionado lector me escribió entonces para preguntarme quiénes eran, en mi opinión, los demás personajes que en la historia humana podrían tener esa distinción. Para ello puede haber varios criterios, todos válidos. El mío, le decía, es el de las transformaciones efectivas que se dieron por cuenta de las ideas o actos del personaje en cuestión. Así, vienen a la mente muchos nombres, de Platón a Cristóbal Colón, de Pasteur a Newton, etc. Todos ellos, sin duda, autores de transformaciones colosales y trascendentes.

 

Pero me puse a pensar luego y me di cuenta de algo: muchas de las más grandes transformaciones de la historia de la humanidad, de hecho, incluso podría decirse las más importantes, se deben a personajes anónimos. No conocemos a sus autores, y lo más probable es que no haya sido uno solo, sino que se haya tratado de procesos de descubrimiento en los que, en algún momento, convergieron los humanos desde varias partes. Muchos de estos procesos vienen de la más remota antigüedad, de tiempos anteriores a los de las civilizaciones clásicas. Pero fueron revoluciones que multiplicaron el conocimiento, la productividad, y la capacidad humana a niveles insospechados. Son en su mayoría invenciones inmateriales: conceptos, métodos, sistemas, y eso en mi opinión les da un valor y un encanto especial. Veamos algunos de estos transformadores anónimos, a quienes por licencia literaria personalizaré, aun cuando sigo creyendo que seguramente no se trata de una sola persona. Deténganse a reflexionar cómo sería el estado de la humanidad sin estos transformadores:

 

- La persona a quien se le ocurrió por primera vez sembrar unas semillas de manera organizada, para obtener así una cierta cantidad de alimento. Esa persona dio lugar a la más grande revolución productiva de la historia, la invención de la agricultura, que convirtió a los humanos en productores y los sacó de su condición primitiva de colectores semipasivos de lo que producía la naturaleza.

 

- Quien por primera vez pensó que aquello que poseía o producía podía ser intercambiado voluntariamente por algo que poseía o producía otra persona. Esto no es para nada algo intuitivo: el intercambio requiere la renuncia a la fuerza, que era el modo habitual de obtención de lo ajeno en la antigüedad remota, y requiere además una noción ya un tanto refinada, según la cual el intercambio va a incrementar el bienestar material de las dos partes, pues hay en él ventajas que pueden deberse a las diferentes capacidades, ubicaciones, experiencias o posesiones de cada parte. Así nació el intercambio voluntario por mutuo interés, que es el fundamento de la cooperación económica.

 

- Quien por primera vez imaginó que, en lugar de que cada uno produjera lo suyo, se podían unir esfuerzos para reducir costos, dividirse labores y combinar diferentes habilidades, para así aumentar la producción. Así se creó la empresa, o lo que en la teoría económica se llama la firma.

 

- Muy relacionado con el anterior: quien por primera vez pensó que, para efectuar una iniciativa entre varios, se podrían unir los esfuerzos y los aportes de esos varios, limitando explícitamente su responsabilidad a lo que aportaron. Así nació la sociedad comercial, que es una invención absolutamente genial, proveedora de garantías sin las cuales tal vez nadie se habría atrevido a ir más allá de sus posibilidades inmediatas. Existe evidencia de que ya en la civilización sumeria, que es la más antigua, había este tipo de arreglos y tenían protección legal.

 

- Quien por primera vez vio que los cálculos de la vida cotidiana podían organizarse en un orden sistemático y deductivo, del cual podíamos ir derivando nuevos descubrimientos. Así nació la matemática, sin la cual no habría ciencia ni tecnología, al menos como las conocemos. Los Elementos del griego Euclides son la primera gran manifestación de este tipo de investigación, pero hay evidencia de que ella existía desde antes, en la misma Grecia y en el antiguo Egipto.

 

- Quien por primera vez propuso a una o varias personas proporcionarles aquello que necesitaban y no tenían, a cambio de que se lo devolvieran luego con una remuneración adicional. Así nacieron las finanzas, que dependen de un concepto no necesariamente fácil de captar, y por ello su invención debe considerarse revolucionaria: el concepto del valor de las cosas valiosas a lo largo del tiempo, de donde viene a su vez el concepto de interés. Tan difícil de captar es este concepto, que ha sido perseguido por numerosas religiones y sistemas de creencia que lo condenan como fundamentalmente fraudulento.

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