Corte y Recorte
Presidentes eternos
En varias ocasiones, sobre todo en legislaturas del pasado cuatrienio, el senador y presidente eterno, Álvaro Uribe, se ha retirado del Senado para romper el cuórum. Que lo haga cualquier parlamentario es criticable, pero que esa conducta la realice alguien que ha ocupado la jefatura del Estado merece un mayor reproche. Sin embargo, una actitud similar la hizo alguien que si bien no tenía entonces la categoría de exmandatario, cuando rompió el cuórum, luego sí la adquirió por muchas más veces que Uribe. Me refiero a Rafael Núñez.
Eran los tiempos de la guerra de 1860 cuando el general Tomás Cipriano de Mosquera se levantó contra el gobierno de Mariano Ospina Rodríguez. A pesar de que el caucano se consideraba victorioso, al llegar el fin de la administración de Ospina (1º de abril de 1961), se convocó al Senado para que eligiera un designado que iniciara un nuevo periodo. Las mayorías pretendían darle esa dignidad al poeta Julio Arboleda, pero la corporación quedó sin cuórum por ausencia de Núñez, Murillo Toro y Victoriano de D. Paredes. Se excusaron con sendos certificados médicos, aduciendo que padecían “ciertas enfermedades crónicas que los obligaban a frecuentar la satisfacción de algunas necesidades naturales”. Mejor dicho ¡la embarrada!
La Gaceta Oficial hablaba claramente de diarrea, pero el Gobierno encontró la excusa injustificada, en el caso de Núñez, porque había asistido al Senado los días anteriores sin que mostrara síntomas, ni retorcijones, ni malos olores a su alrededor y tampoco que nadie lo hubiera visto corriendo para ir al baño. El Senado envió a un emisario a su casa, no lo encontraron, y la joven que abrió la puerta se limitó a decir que el día anterior “el señor Núñez salió de la casa” y no dio más detalles sobre su paradero.
El 22 de marzo se le citó y emplazó por edicto para que compareciera en el juicio ejecutivo que se le seguía por la deuda con el tesoro por no haber concurrido a las sesiones.
¿Por qué no concurrieron al Senado? Hay quienes aseguran que no lo hicieron para no enemistarse con el general Mosquera, que se consideraba presidente provisorio de los Estados Unidos de la Nueva Granada por haber desaparecido la Confederación Granadina. Núñez sería después el hombre estrella del gobierno provisorio de Mosquera: secretario del Tesoro y Crédito Nacional. Y luego, cuatro veces presidente. Ese sí presidente eterno, hasta su muerte.
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