Verbo y Gracia
Los menonitas
Fernando Ávila
Fundación Redacción
Los vi por primera vez en un centro comercial de Chía. Exactamente en la zona de restaurantes. Las mujeres iban con vestidos de tela verde, largos y floreados, y con la cabeza cubierta con pañoleta. Los hombres, con camisa leñera, bluyín de tirantas y sombrero vaquero. Las niñas llevaban trenzas. Todos, ojiazules y rubios. Los parroquianos nos preguntábamos quiénes serían esos personajes del pasado. Yo miré alrededor a ver si había cámaras de cine o de televisión que estuvieran filmando una nueva temporada de Bonanza o de la Familia Ingalls. En ocasiones posteriores he vuelto a cruzarme con ellos, y ya me voy acostumbrando a su presencia, que no me molestaba, que quede claro, sino que me sorprendía. Ahora vine a saber que se trata de una comunidad menonita. Lo supe por las noticias de los últimos días en las que se informa que trescientos menonitas compraron tres megafincas en el departamento del Meta (La poderosa congregación que ha comprado 16.000 hectáreas en el Meta, El Tiempo, 9-04-18). Dicen que vinieron para quedarse y que se dedicarán al cultivo de la tierra.
Entonces, para seguir mi costumbre de ver qué hay detrás de las palabras, me puse a averiguar qué significa menonita, de dónde viene ese nombre y qué hacen los que lo llevan. Para decirlo en orden cronológico, los protestantes de Alemania se separaron de los cristianos romanos para ser más fieles a la Biblia. Después, los anabaptistas se separaron de los protestantes para ser más fieles a la Biblia. Luego, a mediados del siglo XVI, los menonitas se separaron de los anabaptistas para ser más fieles a la Biblia. Sin embargo, en EE UU surgirían un siglo después los amish, que se separaron de los menonitas para ser más fieles a la Biblia.
Los menonitas llevan una vida sencilla, dedicada a la agricultura. Lo que producen es en primer lugar para su propia alimentación y luego para vender fuera de sus colonias. No tienen automóviles, pero sí tractores; no tienen televisión, ni computadores ni celulares, pero sí un programa de radio llamado “La hora menonita”, y no estudian más que Biblia y aritmética. En principio, los muchachos no deben salir de su colonia, por lo que se casan entre ellos y luego son muy prolíficos. No obstante, algunos habrán ido a la universidad, pues hay maestros, médicos y hombres de negocios que ejercen su profesión dentro de la comunidad.
Actualmente hay colonias menonitas en EE UU, el Congo, Rusia, Alemania, Indonesia, Bolivia y ahora Colombia. Hay quienes ven en sus miembros un plan oculto para apoderarse de grandes territorios, tras su apariencia de mansos, callados y pacifistas, pero quienes los conocen dicen que son personas ultraconservadoras, honradas y temerosas de Dios. Su nombre está tomado de Menno Simons, holandés, que ejerció durante doce años como sacerdote católico, y luego se apartó del clero para unirse en 1543 a un grupo de antiguos anabaptistas y formar el nuevo pueblo de Dios. Su credo rechaza el ayuno, la misa, el servicio militar, los cargos públicos y el celibato. En cada comunidad hay un obispo, nombre que corresponde a una autoridad más bien policial, que concilia conflictos, pues no hay alcalde, ni juez, ni milicia. Y hay también pastores que, como queda claro, enseñan lo que dice el único libro que les hace falta leer en la vida, la Biblia.
En todo caso ya se ven dos tipos de menonitas. Por un lado, estos que siguen la tradición y no aceptan la modernidad, y por otro, los que se han urbanizado, viven en las grandes ciudades, como Bogotá, visten como cualquier otro habitante de la selva de cemento y, eso sí, se dedican a predicar la Biblia entre comerciantes, ejecutivos y familias acomodadas.
Secta
Otra palabra de las informaciones aludidas es secta, que popularmente suena a grupo satánico, pero en su primera acepción no es otra cosa que ‘grupo que se separa de otro’.
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