Etcétera / Curiosidades y….
La Real Academia Española (I)
Antonio Vélez M.
La Real Academia Española y la Asociación de Academias de la Lengua Española defienden el idioma español para que los bárbaros y los barbarismos no la conviertan en un amasijo sin sentido, en un trabalenguas incomprensible. Eso está muy bien, pero no está muy bien que dichas entidades sean organismos de gran inercia y reacción lenta: solo cuando una forma de expresión está gastada de tanto usarla, la admiten con timidez.
El problema para los que escribimos en medios públicos es que se nos juzga con las reglas ya admitidas, y nos sancionan si las violamos. Pero más de una regla es caprichosa, fruto de la tradición, a espaldas de los veloces cambios operados en las tecnologías usadas para escribir. No olvidemos que hoy, tanto profesionales como aficionados, escribimos usando medios electrónicos: computador, tableta...
Otro problema es que algunas reglas se hacen difíciles de respetar, pues los fabricantes de computadores no paran mientes en las disposiciones “oficiales”, o las instituciones no se han pronunciado y no les han exigido a los fabricantes que las “máquinas” se acomoden a las reglas. Se nos pide, por ejemplo, que escribamos los siglos en palabras, o en números romanos, pero usando versalitas (una mayúscula enana), no disponible aún en la lista de tipos de letra que ofrece el Word. Por ejemplo, debemos escribir siglo trece, o siglo XIII, para esto último tenemos que escribir XIII, y luego reducir su tamaño, o entrar al comando Fuente y… Cuando sería tan sencillo escribir siglo 13, que todo el mundo entiende y que solo requiere dos caracteres numéricos. Y debemos escribir Gregorio XIII, sin versalitas, pero no Gregorio 13 ¿No es absurdo devolvernos veinte siglos atrás, a la escritura de los romanos, a usar fósiles culturales que lucirían mejor en los museos?
Para incisos y otros casos recomiendan que usemos rayas largas (?). Pero los diseñadores de teclados solo nos ofrecen el guión, utilizado para restar y para formar palabras compuestas, como espacio-tiempo. También debemos violar las disposiciones cuando usamos comillas, pues las angulares (« »), recomendadas en los manuales, no existen directamente en los teclados. Quedamos, entonces, obligados a incumplir las reglas o a salirnos del teclado y hacer maromas especiales.
Ahora bien, si yo quiero escribir 7 %, según la RAE (2012) debo “escribir el símbolo correspondiente a esta locución (%), separado por un espacio de la cifra a la que acompaña”; pero el Diccionario panhispánico se opone (2005): “No debe dejarse espacio de separación entre el número y el signo %”. ¿Qué problema encuentran los señores de la RAE en que escribamos 7%, pegadito? Y lo mismo ocurre con las temperaturas: 7 °C, en lugar de 7°C, todo junto, y así evitaríamos un peligro: cuando el 7 ocupe la última posición de la línea de escritura, la dupla °C quedará en la línea siguiente, lo que rompe el binomio y perjudica el texto. Esta desagradable partición producida al respetar aquellas reglas de escritura que involucran conjuntos ya listos para usar se presenta en multitud de casos: a. C. y d. C. (antes y después de Cristo), 7 a. m. o 7 p. m., y sigue una lista bien larga. Las “autoridades” alegan que son dos las palabras que se abrevian, a lo cual los legos contestamos: ¡qué importa, si forman una pareja indisoluble!
Para escribir números, recomiendan las autoridades usar letras cuando “los números puedan escribirse en una o dos palabras coordinadas”. Así, tenía cuarenta y cinco años debe preferirse a tenía 45 años. Y para números de más de 4 dígitos, perdón, de cuatro dígitos, debemos separarlos en grupos de tres, dejando espacios vacíos: por ejemplo, escribir 123 456 789 en lugar de 123.456.789. Pero el computador le tiene horror al vacío, y podría costarnos caro: al quedar el número al final de una línea, puede quedar partido en dos bloques; mala cosa, pues los números son unidades monolíticas, al igual que las palabras. Para no hablar del caso en que el número quede separado en dos páginas consecutivas, un verdadero salto mortal.
Señores de la RAE: si aquellas expresiones que tienen cierta unidad sintáctica se escriben sin espacios intermedios, sin peligrosos agujeros blancos, el conjunto resiste el cambio de línea y de página sin dejarse fraccionar. Esto, a la vez que simplifica la lectura, no daña las cuentas aritméticas.
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