14 de Diciembre de 2024 /
Actualizado hace 59 minutes | ISSN: 2805-6396

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Opinión / Etcétera

Mirada Global

La cultura y la política en Brasil

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Daniel Raisbeck

 

Hay quien dice que los libertarios son como los dioses del Olimpo: siempre pelean entre sí y nadie cree en ellos. Y esta tesis -o por lo menos su primera parte- contiene una dosis de realidad. Con frecuencia, las pugnas entre diferentes corrientes libertarias -como los liberales clásicos, los anarco-capitalistas y los objetivistas (seguidores de la escritora ruso-estadoudinense Ayn Rand)- se asemejan a la agria disputa entre las facciones antirromanas en La vida de Brian, de Monty Python. En la película, el Frente Popular de Judea, el Popular Frente Judaico y el Frente Popular del Pueblo de Judea luchan por el monopolio de la pureza ideológica en su esfuerzo independentista.

 

Por otro lado, el éxito de la difusión de las ideas del libre mercado y la libertad individual ha sido variado. En Latinoamérica, muchos libertarios admiran la red que surgió en Argentina, donde proliferan los centros de pensamiento liberales, y varios defensores del capitalismo puro y la mínima intervención estatal en la economía reciben constante atención mediática.

 

Sin embargo, si se mide el éxito del libertarianismo por sus resultados concretos -al considerar el output y no meramente el input, en términos gerenciales- no es particularmente ejemplar el caso de Argentina, donde los kirchneristas están ad portas de regresar al poder.

 

Algunos libertarios argentinos aún apoyan al gobierno de Mauricio Macri, a quien ayudaron a llegar a la Presidencia en el 2015. Según otros, Macri fue incapaz de tomar medidas contundentes para reducir el déficit, el tamaño del Estado y la inflación, por lo cual prefieren la opción más radical del economista José Luis Espert, cuya acogida electoral es limitada. Parecería que, dentro del largo dominio del peronismo, Macri preside sobre uno de los breves interregnos, el cual está a punto de llegar a su fin.

 

Más alentador es el caso de Brasil. En el 2014, un grupo de jóvenes libertarios formó el Movimento Brasil Livre (MBL), el cual la revista Exame describió como un emprendimiento (o startup) “que surge para hacer protestas”. Como escribe Jim Epstein en la revista Reason, “los activistas y cineastas del MBL fueron instrumentales” en la organización de las manifestaciones masivas que condujeron a la destitución de la expresidente Dilma Rousseff en el 2016.  

 

Crucialmente, los miembros del MBL entendieron la importancia de generar cambios culturales en la sociedad antes de intentar efectuar cambios políticos. Por ende, se aseguraron de no usar argumentos tecnocráticos -y necesariamente con poco potencial de difusión- contra la izquierda estatista, sino que diseminaron sus ideas a través de cortometrajes, videos musicales y bosquejos cómicos, material cuyo alcance creció rápidamente en las redes sociales.

 

Según Alexandre Santos del MBL, su objetivo fue demostrarles a los jóvenes que no era necesario ser de izquierda para ser “cool”. Kim Kataguiri, otro de sus fundadores, explicó que “más que entender nuestras ideas, a la gente le tienen que gustar nuestras ideas”. 

 

Tal vez la señal más rotunda de su éxito es el crecimiento de Students for Liberty Brasil, una organización universitaria global -y originaria de EE UU- con presencia en 107 naciones, pero que contaba con más miembros en Brasil que en todos los demás países juntos en el 2016. 

 

El apoyo digital y estudiantil por las causas libertarias pronto trajo réditos políticos. En el 2018, el Partido Novo, fundado en el 2011 para promover el liberalismo clásico, obtuvo ocho curules en la Cámara de Diputados de Brasil, mientras que su candidato a la gobernación del estado de Minas Gerais, el empresario Romeu Zema, ganó su contienda. Por su parte, Kataguiri aseguró su curul en la Cámara de Diputados por Democratas, un partido de centro-derecha, con la cuarta mayor votación en Sao Paulo, al obtener más de 460.000 sufragios a su favor.  

 

El mayor éxito político de algún libertario brasileño hasta el momento, sin embargo, es también el más controvertido. El economista y financiero Paulo Guedes, quien fue alumno de Milton Friedman en la Universidad de Chicago en los años setenta, asesoró a Jair Bolsonaro durante su campaña presidencial y, tras su victoria, aceptó el cargo de ministro de Economía.

 

Una parte de los libertarios en Brasil celebra contar con Guedes, a quien el diario español El País califica como “el ultraliberal que quiere encoger el Estado brasileño”, como el encargado de las finanzas de su país; apuntan también a éxitos tempranos como la reforma al sistema de pensiones, los recortes a la burocracia y el crecimiento de la economía en los últimos meses.

 

Otros, sin embargo, critican la asociación de distintas corrientes de libertarios con Bolsonaro, a quien el MBL apoyó en la segunda vuelta presidencial, por su percibido autoritarismo, su irrespeto por la corrección política y sus instintos proteccionistas.

 

Son las condiciones perfectas para un debate libertario de proporciones olímpicas.   

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