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25 de Abril de 2024 /
Actualizado hace 7 horas | ISSN: 2805-6396

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Opinión / Etcétera

Curiosidades y…

En defensa de los árbitros de fútbol

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Antonio Vélez M.

 

Dicen que los árbitros de fútbol tienen alma de torero. Y es que esta profesión se ha vuelto igual de peligrosa, pero con veintidós toros, en lugar de uno, y sin burladero. Con otro agravante más: la violencia en los escenarios deportivos parece ir en aumento. En un partido entre las selecciones de Bolivia y Colombia, en La Paz, se observó en vivo y en directo la agresión contra uno de los jueces de línea: después de sancionar un fuera de lugar contra el equipo local, una botella de gaseosa lanzada desde la tribuna aterrizó en su cabeza, y el pobre hombre aterrizó en la gramilla. Por falta de garantías, el partido estuvo a punto de suspenderse. Situación crítica para el juez central, pues en tales casos el equipo local pierde los puntos. Y lo que sucedió en Bolivia, y otros incidentes todavía peores, vienen sucediéndose con relativa frecuencia en los demás estadios del mundo.

 

¿Cómo educar al público para que reinen la cordialidad y el espíritu deportivo? Averígüelo Vargas. Nadie ha encontrado todavía la fórmula. En consecuencia, ya que es imposible evitar los ataques, lo sensato es mejorar las defensas y tomar medidas para proteger a los jueces, y con ellas, el espectáculo. Una muy sencilla se le ha ocurrido, medio en charla, a una nieta mía: el uso obligatorio de cascos por parte de los jueces de línea, similares a los usados por los motociclistas. Y aunque la idea era una mera charla, se trata de una medida seria y fácil de poner en práctica. Más aún, puede complementarse con otra igualmente saludable, para cuando los proyectiles no aterricen en la cabeza, blanco preferido de los salvajes francotiradores, sino en la espalda: un chaleco almohadillado, similar al usado por los catchers en el béisbol, pero invertido, es decir, con la parte protectora a la espalda.

 

Otra agresión muy común se presenta contra quienes cobran los tiros de esquina. Se facilita este atropello, porque el encargado de cobrar la falta se ve obligado a acercarse a la tribuna. Dicho de otro modo, se pone a tiro. Es historia repetida ver botellas, baterías y hasta radios portátiles volando de las graderías hacia el jugador. Sin embargo, hay una manera sencilla de solucionar el problema. Bastaría poner en las cuatro esquinas del campo escudos protectores, transparentes, del mismo material utilizado por la policía.

 

Una de las sanciones que más agresividad puede despertar, por igual entre espectadores y futbolistas, es la llamada pena máxima. La razón es clara: esta sanción es casi equivalente a un gol, por lo que tiene un alto valor decisorio en el resultado final del partido. Y el ambiente sube aún más de temperatura cuando el penalizado es el equipo local. Son tan graves a veces los incidentes derivados de tal situación, que el juez, con el fin de no arriesgar su integridad física, se hace el de la vista gorda y no sanciona la falta (con sana razón). En otras palabras, frente a las penas máximas los jueces se ven presionados a parcializar sus decisiones en pro del equipo local. Una de las peores plagas del fútbol es el llamado localismo, o parcialidad a favor del equipo local, un mal imposible de erradicar, pues es consecuencia de una debilidad humana bien conocida y de la inseguridad que rodea a los jueces.

 

No es un secreto para nadie que el número de infracciones y tarjetas en contra del equipo visitante es por lo regular mayor que el correspondiente al local, prueba clara a favor de la presencia del localismo. Y las llamadas sanciones compensatorias son otra consecuencia directa de la parcialidad del juez. Uno de los últimos partidos de Colombia contra Bolivia nos aporta un ejemplo contundente: después de la expulsión de un jugador boliviano por agredir al juez central, la primera infracción de un colombiano fue sancionada de idéntica manera. Un castigo exagerado para la infracción cometida, pero que aplacó de inmediato a los iracundos hinchas.

 

Una conclusión inmediata se infiere de lo dicho: implementar el VAR (Video Assistant Referee) o videoarbitraje. La buena nueva es que ya la Fifa lo volvió realidad para el Mundial de Fútbol de Rusia. Esperamos los resultados positivos, y, podemos, pronosticar, las decisiones serán más justas. Además, como algunos comentaristas deportivos muy prestigiosos le han dicho “No” al VAR, con argumentos muy baratos, Rusia dirá si tienen o no razón.

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