11 de Diciembre de 2024 /
Actualizado hace 47 seconds | ISSN: 2805-6396

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Opinión / Etcétera

Corte y Recorte

El Congreso y el avión

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Oscar Alarcón Núñez

 

Al Congreso colombiano se lo tiró el avión. Antes, el traslado de los parlamentarios de provincia a Bogotá duraba, por lo menos, 15 días y con un viaje tan largo no alcanzaban a regresarse de manera inmediata, sino que optaban por quedarse de julio a diciembre, que era lo que demoraban las sesiones. Ellos tenían lo que se llamaba entonces inmunidad parlamentaria, que evitaba que los detuvieran por haber cometido cualquier delito. Por esa circunstancia, el artículo 107 de la Constitución de 1886 decía que “ningún miembro del Congreso podrá ser aprehendido ni llamado a juicio criminal sin permiso de la Cámara a que pertenezca, durante el período de las sesiones, cuarenta días antes ni veinte días después de estas”. Esos días, que mencionaba la norma, eran los de ida y regreso que demoraba el viaje.

 

Sobre ese particular contaba López Michelsen una anécdota que está en su libro Palabras pendientes. Decía que los parlamentarios de esos años (de los años diez o de los años veinte) dejaban a sus señoras embarazadas en la costa y se traían o se levantaban aquí a sus queridas. Llegaban con música y trago de contrabando. Cuenta que la amante del senador José Ignacio Díaz Granados, que se llamaba Concha, le puso un telegrama a Santa Marta en donde le dijo: “Vente. Te necesito urgentemente. Concha”.

 

Eran los días de la posesión del presidente José Vicente Concha y el senador, relataba López, ni corto ni perezoso, se echó el telegrama al bolsillo y se fue para la oficina de la United Fruit en Santa Marta a solicitar plata prestada, pues no tenía los recursos para viajar a Bogotá, ya que el Congreso aún no se había instalado y no le habían pagado el primer sueldo. La United, como era de esperarse, y creyendo que Concha era el presidente, se la prestó enseguida. Lo mismo le dijo a la esposa y viajó a Bogotá.

 

Estando todo el semestre en la capital tenían suficiente tiempo para ir a las sesiones del Congreso, visitar a los ministros y hasta dedicarles varios días a las Conchas. En cambio, con la llegada del avión, los parlamentarios se vienen a comienzos de semana y regresan el jueves. A veces no alcanzan a las sesiones del lunes (cuando las hay) y las del jueves la pierden por estar de regreso.

 

Es que ahora nuestros legisladores se la pasan en las nubes.

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