Verbo y Gracia
Denunciante y exmilitar
Fernando Ávila
Fundación Redacción
Citas: “El secreto bancario se irá diluyendo por la actuación de los whistleblowers” (Las2orillas), “Rubio, de pelo corto, con un rostro de adolescente y de anteojos finos, el ex militar oriundo de Oklahoma, no daba precisamente la impresión de ser uno de los más célebres ‘whistleblowers’ de Estados Unidos” (El Universal).
Comentario: La palabra whistleblower se ve a veces en la prensa escrita en español al informar sobre los escándalos de WikiLeaks, los Papeles de Panamá y la intervención rusa en las pasadas elecciones presidenciales de EE UU. El anglicismo en cuestión se puede reemplazar sin dificultad semántica por la voz española denunciante. ¡Así de sencillo! En cuanto a ex militar, término con el que la prensa se refiere al denunciante Manning, antes Bradley Edward, y ahora, tras el cambio de sexo, Chelsea Elizabeth, es acertado, pues en agosto del 2013 el juez que lo condenó pidió su expulsión con deshonor del Ejército. Y justamente ese es el caso en el que es apropiado escribir exmilitar. No es exmilitar quien se retira tras haber cumplido cabalmente con sus deberes patrios, caso en el que debe hablarse de militar retirado, sino quien es expulsado del Ejército. Solo que se escribe exmilitar, pegado, y no ex militar, separado, como se hacía antes del 2010. En esa fecha, por disposición de la Academia, ex dejó de ser adjetivo y pasó a ser prefijo.
Darío Castrillón
En los obituarios sobre el cardenal Darío Castrillón se lee que el fallecido prelado fue “proprefecto de la Congregación para el Clero, que supervisa los asuntos de sacerdotes y diáconos sin orden religiosa”; un entusiasta vaticanista sostiene que “de él dependían más de 700.000 sacerdotes”, y algún rotativo informa que el prelado “se opuso a monseñor Marcel Lefebvre cuando salió con sus teorías modernas”.
Vamos por partes. Castrillón sí fue proprefecto, que es como decir ‘viceministro’, pero después fue prefecto, que es como decir ‘ministro’, lo que debió quedar consignado en la nota necrológica. La Congregación para el Clero es una especie de ministerio del Vaticano que supervisa al clero diocesano. Por eso las informaciones aclaran “sin orden religiosa”. No es que no hayan recibido el sacramento del orden, que es lo que convierte a algunos hombres en diáconos, sacerdotes u obispos, sino que no pertenecen a una congregación religiosa, algunas de las cuales se llaman órdenes, como los jesuitas, los carmelitas o los agustinos, sino que dependen del obispo de la respectiva ciudad. El clero religioso tiene su propio ministerio o dicasterio, la Congregación para la Vida Consagrada. Sumados el clero diocesano y religioso, según datos del Anuario pontificio, son 466.250 en el mundo. No 700.000.
Y las “teorías modernas de Lefebvre” sí que requieren párrafo aparte. Lefebvre fue el obispo que más se opuso a la modernización de la liturgia, auspiciada por el Concilio Vaticano II (1962-1965), que cambió la misa tridentina en latín por la eucaristía en la lengua propia de cada país. La modernización fue la que hizo el Vaticano. Lefebvre se opuso a ella, y un buen día se encontró en Ecône, Suiza, preparando clero para celebrar la misa antigua, en latín, con canto gregoriano y de espaldas al público, tal como puede verse en el canal Teleamiga, cualquier mediodía de la semana. Lefebvre alcanzó a ordenar 250 sacerdotes y 4 obispos, que constituyeron la Fraternidad de San Pío X. Sus miembros fueron excomulgados en 1988 por el papa Juan Pablo II. Lefebvre murió excomulgado tres años después. En el año 2009 el papa Benedicto XVI les levantó la excomunión, y en el año 2015 el papa Francisco los autorizó a ejercer su ministerio y, de paso, autorizó a todos los sacerdotes del mundo a celebrar la misa tridentina, cuando quisieran hacerlo.
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