‘¿Cómo mejorar a Colombia? 25 ideas para reparar el futuro’

Juan Gustavo Cobo Borda

Julieta Lemaitre, en uno de los más perspicaces de estos 25 trabajos sobre Colombia, nos incita a reconstruir un país desde abajo, imitando a las mujeres pobres en el tesón y la capacidad de sobrevivir. Nos llama a aprender de su fortaleza para mantener la casa, los hijos, los estudios y los padres. Comida y subsistencia. De su valor al dejar atrás la guerra y continuar gracias a “las redes de afecto que son tan importantes para la supervivencia” (pág. 160). Gratitud y afecto para reparar el futuro.

Del mismo modo, Piedad Bonnett apela a Martha C. Nussbaum para concluir que debe haber una “construcción social de las emociones” (pág. 261), una inteligencia de las emociones que vuelve a tejer la vida.

Así se van estudiando en este libro los hechos centrales de nuestros años más recientes. Jorge Orlando Melo nos recalca, por ejemplo, el más acuciante de los problemas: “De 1958 a hoy fueron asesinados más de 800.000 personas, parte importante como resultado inmediato de los enfrentamientos entre la guerrilla y sus enemigos, pero la mayoría víctimas de la delincuencia y de la adopción general de la solución privada de los conflictos que ocurrió ante la casi desaparición de la justicia penal” (pág. 36).

Del triunfo del No en el plebiscito hasta la recaptura de los territorios y corredores abandonados por las Farc en ese auge incontrolable de la producción de coca. Cultivo, producción, distribución. El país que mayor aporta al consumo en EE UU, mientras, en Colombia, el microtráfico se expande.

De la mayor conciencia en torno al tema ecológico, como lo plantea Héctor Abad, en ese pulso entre la desforestación avasalladora y la infinita riqueza en aguas y especies que distingue a Colombia a la importancia de la educación propendida por Antanas Mockus en su trabajo. Cerca de 12 millones de estudiantes son atendidos por cerca de 700.000 docentes, recuerda, y la cifra debe continuar subiendo, ya que “la fuente más dinámica de poder y riqueza [es] el conocimiento” (pág. 25).

Estos valiosos trabajos de investigadores, escritores y catedráticos nos incentivan a mantener firme la paz y eficaz la justicia, para no perder la oportunidad de seguir viendo descender las estadísticas de homicidios y masacres. Pero también a propender por la tolerancia, para no anular y borrar al otro. Así sucede en el ensayo de Margarita Garrido sobre la historia de nuestras guerras civiles en el Cauca, y en el de Fabio López, donde se estudia el papel cultural de la izquierda, su sectarismo y su afán de convocar. En muchos de los textos se pide precisamente eso: un mito que funde, una palabra que establezca el renovado pacto de convivencia.