Pasar al contenido principal
25 de Abril de 2024 /
Actualizado hace 6 horas | ISSN: 2805-6396

Openx ID [25](728x110)

1/ 5

Noticias gratuitas restantes. Suscríbete y consulta actualidad jurídica al instante.

Opinión / Etcétera

Curiosidades y...

Artefactos biológicos

32804

Antonio Vélez M.

 

Los atomizadores o nebulizadores son un sorprendente descubrimiento de los poco apreciados insectos. Los individuos de cierta especie de saltamontes cuyo alimento preferido lo constituyen algunas plantas tóxicas extraen los jugos venenosos y los almacenan en un depósito especial que llevan conectado a un ingenioso equipo de nebulización. Cuando algún enemigo de peligro se acerca lo suficiente al animal, el atomizador entra en acción y hace huir al atrevido, o lo deja momentáneamente en malas condiciones físicas. Hay una cruel paradoja escondida en esta historia: el atomizador es, justamente, el arma casera disponible más efectiva para defendernos hoy de los insectos, sus inventores.

 

El telescopio de refracción no es, si hablamos con rigor, un invento de Galileo. Los halcones y otras aves rapaces emparentadas con ellos poseen ojos con características telescópicas en verdad impresionantes. Son capaces de discernir objetos de menos de dos centímetros de diámetro a distancias superiores al medio kilómetro. Del halcón sacre se cuenta que puede reconocer con seguridad una paloma en movimiento a 10 kilómetros de distancia. Este maravilloso poder de resolución se debe al elevado número de terminaciones fotosensibles en la retina.

 

La ecolocalización por medio de ultrafrecuencias es una manera ingeniosa de descubrir obstáculos o enemigos invisibles por medio del eco reflejado en ellos -el lujoso transatlántico Titanic se hundió por desconocerse esta tecnología en su época -. Pero muchísimo tiempo antes de que los ingenieros electrónicos construyeran el primer prototipo del sonar, ya los delfines, las orcas, los murciélagos y otras especies animales utilizaban el mismo principio para los mismos fines. Pues bien, todos esos animales poseen un equipo generador de señales de alta frecuencia, o sonda ecoica, y otro neuronal, complementario del anterior, para interpretar los ecos reflejados en el objeto que se pretende localizar. Con estos dos mecanismos el animal puede conocer la distancia, dirección, tamaño, forma y características dinámicas del objeto rastreado.

 

Antes de que el hombre descubriera las aplicaciones de la electricidad, las comunicaciones a larga distancia eran difíciles, lentas y muy pobres en contenido de información. Las noticias importantes viajaban, generalmente, a pie, en barco de vela o a lomo de caballo. Para telecomunicaciones rápidas, el equipo más avanzado lo descubrieron, por necesidad bélica, los antiguos pueblos guerreros: tanto persas como griegos y romanos entrenaban palomas mensajeras que luego soltaban desde los campos de batalla, portando de regreso a sus palomares diminutos mensajes anillados en sus patas. De contar con buenas condiciones meteorológicas, y de no interponerse ningún predador en la ruta, este primitivo correo aéreo tardaba varias horas en llegar a su destino, cuando no días.

 

En el mundo animal hay una especie que resolvió con gran éxito el problema de comunicarse a distancia, y lo hizo mucho tiempo antes que el hombre: por lo menos 150 millones de años antes del nacimiento de Marconi. Pues bien, la ballena jorobada se comunica en minutos con sus congéneres más alejados, a veces de extremo a extremo del océano. Le basta para ello la intensidad descomunal de su voz. Estos cetáceos emiten una especie de canto que puede durar hasta media hora. Monólogo de gigantes que se transmite por todos los mares a la impresionante velocidad de un kilómetro y medio por segundo (la velocidad del sonido en el agua), lo que lo hace audible con claridad absoluta, minutos más tarde, en el otro extremo del mundo. Adviértase que si se desea intercambiar información y los mensajes tardan mucho tiempo en llegar a su destino, es necesario cambiar el diálogo por largos monólogos alternados, tal cual lo hacen las ballenas. Alguien se ha atrevido a conjeturar que si no fuese por la interposición de las masas continentales, una ballena podría escuchar su propio canto, ocho horas más tarde, después de este haberle dado la vuelta completa al mundo. Una proeza de largo alcance que nos hace enmudecer, e imposible de imitar aun con los altoparlantes de mayor nivel en decibeles que el hombre haya podido construir hasta el presente.  

 

Opina, Comenta

Openx inferior flotante [28](728x90)

Openx entre contenido [29](728x110)

Openx entre contenido [72](300x250)