Anecdotario político

Benjamín Ardila Duarte

Y volvió la oratoria a los debates presidenciales: cinco candidatos convirtieron la escena en una tribuna siempre ocupada por oradores férvidos. Los contenidos pueden discutirse en la reflexión o en el diálogo civilizador, pero la frase, la entonación, el ritmo son exigencias de la plaza pública recuperada.

La abstención, parcialmente conjurada en Colombia, aumenta por la ausencia de temas estelares en el debate presidencial: la deuda externa que López Pumarejo llamó la “deuda eterna”; las cooperativas, los sindicatos y la acción comunal, tampoco están; ni el costo de vida ni la canasta familiar que mueve a votar a las amas de casa norteamericanas; ni la crítica a altos precios y bajos salarios. Hay segmentos olvidados y, por eso, la gente no vota.

El ministro gaitanista y médico bugueño, Jorge Bejarano, acabó con la misma chicha industrializada e impura vendida en carrotanques. Y criticó, sin éxito, que los departamentos se sostenían con la producción de licores de discutible calidad. Raro país: para educar al niño es necesario que el padre se emborrache y consuma rones y aguardientes de las licoreras.

El juramento de sus vasallos ante los reyes de Aragón en su investidura expresaba: “Nosotros, que valemos tanto como vos, prestamos juramento a vos, que no valéis más que nos, y os aceptamos como soberano, siempre que vos respetéis nuestras leyes y nuestras libertades”.

El mayo francés, hace 50 años, conmovió la actividad universitaria del mundo. Sylvain Zegel compiló las tesis de los estudiantes de entonces que Edgar Faure incorporó en la ley de su reforma universitaria. También se acabó la Guerra del Vietnam y los trabajadores lograron un 38 % de aumento en sus ingresos. Empero, Aron y Vargas Llosa consideran esos episodios como de irracionalidad, a pesar de los logros incontables en el campo docente y en el área política.