La cara oculta de la industria del huevo
Es necesario que el Estado tome medidas para garantizar en la mayor medida de lo posible el bienestar de los animales en la producción de huevo.Openx [71](300x120)

03 de Julio de 2025
Ricardo Díaz-Alarcón
Abogado de la Universidad de los Andes, especialista en Derecho Ambiental de la Universidad del Rosario y magíster en Derecho (LL. M.) de la Universidad de Harvard (EE UU)
El huevo es uno de los alimentos más consumidos por los colombianos y, aunque poco se hable al respecto, también uno de los más crueles.
Muchos consumidores asocian la industria del huevo con una imagen idílica, la de una finca con pastos naturales, rodeada de montañas y una o dos aves paseándose alrededor. La mayor parte de las compañías productoras de huevo refuerzan esta imagen pastoril en su publicidad y sus marcas. Pero la vasta mayoría de huevos que compran los colombianos provienen de una realidad muy distinta, donde millones de gallinas están hacinadas permanentemente en espacios cerrados, a menudo en jaulas tan diminutas que incluso les impiden estirarse o caminar; donde es común que las aves se enfermen y mueran entre su propia suciedad, y donde hay tanto estrés y sufrimiento que muchas aves recurren al canibalismo.
La agonía extrema que viven las gallinas “ponedoras” en el país es causada, en gran parte, por el altísimo nivel de hacinamiento que les permite a los productores de huevo vender barato y ser más rentables. Para aumentar sus ganancias, la industria avícola recurre a sistemas intensivos de producción, en los que es posible explotar un alto número de animales con poca tierra. De hecho, según el Instituto Colombiano Agropecuario, el 90 % de las gallinas del país están en cerca del 1 % de los predios productores. En otras palabras, el huevo que se produce en Colombia es “barato” no porque cueste poco, sino porque el precio lo pagan los animales.
Por si quedaba alguna duda sobre esta incómoda realidad, en un reciente informe titulado Tiendas bajo la lupa, la organización Sinergia Animal evaluó los huevos vendidos en los principales supermercados de Colombia y confirmó que la inmensa mayoría provienen de aves confinadas en jaulas. El informe demuestra que la industria del huevo está construida sobre la agonía y la muerte de los animales, y sobre el error de los consumidores a quienes se hace creer otra cosa.
La producción de huevo y los derechos de los consumidores
El Estatuto del Consumidor (Ley 1480 de 2011) establece que los consumidores tienen derecho a recibir información “completa, veraz, transparente, oportuna, verificable, comprensible, precisa e idónea”, a recibir protección contra la publicidad engañosa y a elegir libremente los bienes y servicios que requieran.
Nacional e internacionalmente, muchos consumidores están cada vez más interesados en comprar bienes producidos de forma ética. Para algunos consumidores de huevo, el origen y las condiciones en las que el huevo fue producido son criterios de consumo relevantes. Pero la información que reciben está lejos de ser “completa”, “transparente” o “verificable”. El consumidor no sabe si el huevo que compra proviene de gallinas criadas en jaula, en galpón o en pastoreo, y no existe ninguna norma que regule cada uno de estos sistemas de producción o que establezca obligaciones para los productores. En cambio, el consumidor está expuesto a un sinnúmero de afirmaciones vagas e inverificables: que el huevo es “natural”, que las gallinas son “camperas”, que vienen de granjas “felices”, etc.
Esa mezcla de afirmaciones gaseosas y falta de información completa es un coctel peligroso, porque les impide a los consumidores tomar decisiones informadas y empujar el mercado hacia sistemas de producción menos nocivos.
Más allá del huevo “libre de jaula”
El reciente informe de Sinergia Animal califica mejor a los supermercados que venden huevos de gallinas “libres de jaula”. Pero esta expresión también es engañosa, porque sugiere más de lo que significa.
En realidad, aunque el sistema de producción de huevo en jaula es el que más sufrimiento causa a los animales, los sistemas “libres de jaula” no son mucho mejores. Una producción puede ser “libre de jaula” y aun así hacinar a miles gallinas en galpones cerrados, donde permanecen sin ver la luz del día ni tocar la tierra. Tanto en la producción de huevo en jaula como en la de galpón, los animales sufren un estrés intenso que les impide manifestar sus comportamientos naturales y que aumenta su susceptibilidad a las enfermedades y su mortalidad.
Incluso en el sistema de producción en pastoreo, que en teoría debería permitir el acceso de las gallinas al aire libre y pastos naturales durante la mayor parte del día, los animales son vistos y tratados como recursos y matados al final de su vida “productiva”. Además, en todos los sistemas de producción, son comunes prácticas que causan un inmenso sufrimiento físico a los animales: por ejemplo, es normal cortarles a las gallinas el pico sin ningún tipo de anestesia para evitar que se lastimen unas a otras o se canibalicen. También es normal matar a los polluelos machos tan pronto nacen, a menudo triturándolos vivos, pues se consideran inútiles para la industria.
¿Qué hacer?
Es necesario garantizar que los consumidores de huevo tengan información completa y verificable sobre los productos que compran y que conozcan la realidad de la industria que están apoyando. Esto implica que el Ministerio de Agricultura y el Instituto Colombiano Agropecuario regulen los distintos sistemas de producción, incluyendo obligaciones de bienestar animal en cabeza de los productores, e incluyan esa información en el Censo Pecuario Nacional.
Con regulaciones bien establecidas, es necesario que los productores de huevo informen a los consumidores explícitamente, mediante un etiquetado frontal, el sistema de producción que utilizan. También es necesario que la Superintendencia de Industria y Comercio garantice que la publicidad y el etiquetado de los productores de huevo no induzcan a error a los consumidores y se ajusten a las disposiciones del Estatuto del Consumidor.
Además, es necesario que el Estado tome medidas para garantizar en la mayor medida de lo posible el bienestar de los animales en la producción de huevo. Esto debería incluir, por ejemplo, la prohibición del uso de jaulas, el corte de pico, y la trituración de polluelos macho, así como el establecimiento de otros estándares obligatorios de protección.
Incluso bajo todas las anteriores medidas, la producción de huevo seguirá siendo problemática, porque requerirá el uso de sistemas altamente intensivos, como el de galpón, para satisfacer la demanda actual. Además, implicará la muerte de las gallinas una vez que terminen su vida “productiva”. Por eso, es necesario que la demanda de huevo disminuya dramáticamente, de modo que los sistemas de producción extensivos, como el de pastoreo, puedan ser la norma y no la excepción. Optar por una alimentación basada exclusivamente en alimentos de origen vegetal representa una opción más ética.
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