14 de Diciembre de 2024 /
Actualizado hace 6 hours | ISSN: 2805-6396

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Opinión / Columnista Impreso

Columnistas

La inflación que nos agobia

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Salomón Kalmanovitz

Economista e historiador

 

 

Los cultivos y las importaciones están jalonando la inflación a niveles no vistos desde el año 2007, del 8 % anual. Los precios de los alimentos han subido más que los del resto de la canasta de consumo por el intenso verano, pero también porque algunos productos disfrutan de una protección elevada. Mientras que el peso ha sufrido una devaluación del 70 %, que debiera ser suficiente para defender cualquier actividad económica de la competencia internacional, el arancel del azúcar y del arroz alcanza el 80 %.

 

Otro elemento que le presta volatilidad a los precios de los alimentos es su escaso grado de industrialización. El procesamiento permitiría mantener inventarios que son menos perecederos que los alimentos frescos y cuyos precios no son tan sensibles a la oferta estacional. Los obstáculos son muchos, desde el escaso poder adquisitivo de la población que le impide almacenar en frío y en alacenas, hasta la cultura de la preparación de los alimentos. En todo caso, aun si se normaliza el clima, tomará entre 4 y 6 meses para que se recupere la actividad agropecuaria. En ese momento, sus precios se reducirán considerablemente y la inflación comenzará a domarse.

 

El verano también le está pasando cuenta de cobro al precio de los bienes regulados – electricidad, agua y combustibles – que han subido todos, exacerbando la inflación. El etanol y el biodiesel continúan siendo pagados por Ecopetrol (y todos nosotros) por encima de sus precios internacionales, en un juego compinchero que también contribuye a que ese tipo de industrias no pueda competir frente al mundo.

 

El traspaso de la devaluación a los precios internos parece estarse completando. El haber dependido tanto de la bonanza petrolera y no contar con política macroeconómica adecuada  dejó sujeta la economía a bruscas oscilaciones de la tasa de cambio. Ahora hay un factor estructural en el mercado de hidrocarburos que está ayudando a la economía colombiana: la producción a partir de esquisto en EE UU, que alcanzó niveles de producción de 10 millones de barriles diarios y viene cayendo, requiere de un nivel cercano a 50 dólares por barril para ser rentable. Este factor le está poniendo un piso al precio del petróleo, hoy rondando los 40 dólares por barril, lo que también ha contribuido a estabilizar el peso y los precios de las importaciones.

 

La inflación básica es una medida que informa el efecto de la demanda agregada en los precios, al sacar de la canasta aquellos que dependen del clima, como los alimentos, o de las decisiones de la autoridad pública (regulados). El nivel de esta medida persiste en datos elevados, del orden del 6,3 % anual, lo que sugiere que todavía existe un nivel excesivo de demanda. La política del Gobierno en la Junta Directiva del Emisor ha sido la de hacer ajustes suaves de la tasa de interés que rige el mercado interbancario, de 0,25 % por sesión, presionando a los codirectores para que asuman esta posición políticamente inocua. Con la inflación anual aumentando y su tasa de interés en solo el 6,5 %, la autoridad monetaria parece desbordada por los acontecimientos e impotente frente a la inflación.

 

En su próxima sesión, la Junta del Banco de la República deberá mostrarse más decidida para frenar tanto la presión inflacionaria como las expectativas incrédulas de los agentes frente a su meta, aunque cuenta con una mejor perspectiva de mediano plazo en torno a la reducción de la inflación.

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