11 de Diciembre de 2024 /
Actualizado hace 8 hours | ISSN: 2805-6396

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Opinión / Columnista Impreso

La discusión de la Ley de Financiamiento

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Salomón Kalmanovitz

Economista e historiador

 

La Ley de Financiamiento (L. 1943/18) es inconveniente para el recaudo, la equidad y el desarrollo en paz de Colombia. El mismo Ministro de Hacienda admitió que el recaudo tributario caerá en un punto del PIB, del 14 % al 13 %, cuando las necesidades no dejan de aumentar. Según Guillermo Perry (q.e.p.d.), la reforma aumentaba el recaudo en el 2019 en 6,6 billones de pesos, pero devolvía 9,8 billones de pesos entre el 2020 y el 2022. Los profesores Marc Hofstetter y Leopoldo Fergusson, de la Universidad de los Andes, mostraron su preocupación, porque la reducción de impuestos al sector corporativo era inequitativa: llenaba el estatuto de exenciones y privilegios para ciertos sectores sin un criterio técnico que lo justificara.

 

El país requiere con urgencia un fortalecimiento financiero del Estado, pero también de su alcance y eficacia para que ejerza el monopolio de los medios de violencia y un control efectivo del territorio. Sin esa condición es difícil que exista paz y desarrollo económico en la amplia geografía azotada por la violencia, la insurgencia y el narcotráfico.

 

La Corte Constitucional declaró inexequible el grueso de la reforma, porque “no cumplió con la publicidad necesaria para que el legislador emitiera su consentimiento en la aprobación de una ley de alto contenido tributario, que requiere amplias garantías democráticas, en aplicación de los principios de literalidad y que no hay tributo sin representación”. En Colombia hay más representación sin tributación de los ricos y tributación sin representación de la clase media y pobres que en sociedades democráticas.

 

Carrasquilla insistió de manera terca y arrogante en hacer pasar el mismo texto tal cual fue aprobada a “pupitrazos” en el Congreso, desobedeciendo lo que le ordenaba hacer la Corte. La filosofía de la extrema derecha que representa el ministro está presente en la conducta del presidente de EE UU, Donald Trump, quien expresó con orgullo que él evadía impuestos porque era muy inteligente. Carrasquilla es todavía más inteligente para que todos los ricos del país paguen menos impuestos.

 

Según Emmanuel Saez en el libro El triunfo de la injusticia, la derecha está defendiendo “el interés propio implacable que destruye las normas de confianza y cooperación que están a la base de cualquier sociedad próspera. Ningún capitalista podría triunfar sin la infraestructura que conecta sus negocios con el resto del mundo, el alcantarillado que elimina sus excretas, los maestros que enseñaron a leer a sus abogados, los doctores y la investigación pública que lo mantiene sano, sin contar las leyes y jueces que defienden su propiedad (…). Sin impuestos no existe cooperación, ni prosperidad ni destino común, no hay siquiera una nación”.

Saez se refiere a una sociedad rica y madura. En el caso de países pobres como Colombia que requieren de la creación de instituciones que garanticen la vida de sus ciudadanos, construir las infraestructuras que lubriquen su desarrollo económico y de aumentar las coberturas universales de salud y educación, la urgencia de recaudar impuestos de los que pueden y deben pagarlos es mucho mayor.

 

La justificación de Carrasquilla de la máxima egoísta es que la reducción de impuestos a los ricos traerá inversión y riqueza para todos, lo cual no es necesario. El raquítico desarrollo del país puede conducir simplemente a que los ricos no inviertan sus ganancias localmente, sino que las lleven a paraísos fiscales donde no pagan ningún tributo.

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