15 de Diciembre de 2024 /
Actualizado hace 7 hours | ISSN: 2805-6396

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Opinión / Columnista Impreso

Columnistas

¿Por qué Kelsen no vino a Colombia?

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Juan Camilo Restrepo

Exministro, abogado y economista

jotacrestrepo@yahoo.es

 

El historiador Camilo Sánchez acaba de publicar una interesante investigación trabajada en los archivos de la Cancillería Colombiana, y cuyos resultados se presentan en la última revista Malpensante (mayo 2016), bajo el título Los expedientes judíos en la Cancillería.

 

La conclusión central de esta investigación es la de que durante el gobierno del doctor Eduardo Santos, siendo canciller de la República el profesor Luis López de Mesa, se desencadenó una política hostil contra todos los refugiados judíos que aspiraban a disponer de una visa colombiana para huir de las persecuciones judías del régimen Nazi, a finales de los años treinta del siglo pasado en Europa.

 

Es curioso que fuera durante el gobierno del doctor Santos - que se caracterizó por la bienvenida benefactora que dispensó a todos los refugiados de la Guerra Civil Española que buscaron refugio en nuestra patria- en el que, por el contrario, floreció en la Cancillería colombiana una actitud chauvinista e incomprensible contra los perseguidos judíos que buscaban infructuosamente una visa de nuestro país para huir del terror de la Alemania Nazi en aquellos años aciagos.

 

En 1938 se expidió en Colombia el vergonzoso Decreto 1732 de aquel año, que poco honra a nuestra tradición civilista amiga del asilo, por el cual se desautorizaba a los funcionarios consulares colombianos en Europa a visar “pasaportes de individuos que hayan perdido su nacionalidad de origen o no la tengan”.

 

Uno de esos eminentes judíos que buscó infructuosamente visa para venir a Colombia fue nadie menos que Hans Kelsen. 

 

El historiador Sánchez así lo cuenta: “Un veterano miembro de la comunidad judía de Bogotá, quien pidió no ser citado, relata que hace unos treinta años, llegó hasta su oficina de la capital un anciano polaco que había logrado escapar de la guerra a  través de Suiza. Tras una consulta de trabajo, pasaron a charlar sobre diversos temas. El señor le comentó que en medio de los trámites para venir a Colombia se encontró en el consulado de Ginebra con un tipo muy fino que hablaba un exquisito alemán. El distinguido personaje le contó que era abogado y académico, y que había vivido la mayor parte de su vida en Austria (...). El eminente profesor, le informó que su petición de visa, con la intención  de venir a impartir clases a la Universidad Nacional de Colombia, había sido rechazada. Ni siquiera la intermediación de su buen amigo Jesús María Yepes, cónsul de Colombia en Ginebra, tuvo éxito”.

 

Así se frustró pues, para nuestro país, y para deshonra de la política exterior colombiana de aquel momento, la ocasión irrepetible de haber sido la patria que hubiera podido acoger a Hans Kelsen.

 

Muchos años después, cuando Kelsen escribe su autobiografía (publicada por la Universidad Externado de Colombia, en el 2008) relatará las persecuciones de que fue víctima en la Universidad de Viena, ya bajo la mano de hierro del nazismo, y, ante la imposibilidad de venir a Colombia - como lo relata esta interesante investigación del joven historiador Sánchez-, su decisión final de radicarse en EE UU, que generosamente le abrieron como a tantos otros sus puertas. Y donde pudo desarrollar Kelsen la parte final de su admirable vida académica hasta su muerte.

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