13 de Diciembre de 2024 /
Actualizado hace 28 minutes | ISSN: 2805-6396

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Opinión / Columnista Impreso

Los ‘sandbox’ regulatorios. Una alternativa innovadora para una legislación más eficiente

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Adriana Zapata

 

Doctora en Derecho

 

La irrupción de la economía digital ha transformado la manera tradicional de hacer negocios. Tomó por sorpresa a los proveedores tradicionales, creó atajos en la forma de ofrecer los bienes y servicios prescindiendo de los intermediarios, hasta encontrar al consumidor final que celebró su llegada. Según el cristal con el que se le mire, el resultado puede ser calificado como bueno o malo, pero, en cualquier caso, ha acarreado consecuencias para toda la economía. Desde la perspectiva regulatoria, las respuestas a esta revolución han ido desde la prohibición total hasta la plena libertad de operación.

 

Sin duda, todavía no hemos encontrado la mejor forma de tratar la situación, pero, seamos francos, ninguno de los mencionados extremos parece ser la forma más adecuada de responder. Una tercera vía ha aparecido en los últimos años, consistente en acercarse a la actividad, entenderla, experimentarla, probar sus riesgos y bondades, mediante ensayos a los que se vinculan reguladores y supervisores al lado de los emprendedores y la clientela y, solo al final de ese proceso, se opta por la incorporación o exclusión de la actividad a la vida económica. Pero esta solución pasa por superar un problema no menor: el de los escollos que ofrece la normativa vigente que establece condiciones de operación, muchas veces inalcanzables para los actores de esta nueva economía. La solución a este impase llega de la mano de los sandbox regulatorios, término prestado de las areneras para los juegos infantiles, en las que los niños dejan correr sus fantasías y materializan sus creaciones.

 

Un sandbox regulatorio es, entonces, un escenario de prueba controlado al que acuden los innovadores para poner en práctica sus iniciativas, por lo general, asociadas a emprendimientos digitales con aplicación en todos los sectores de la economía. Las pruebas se limitan temporal y espacialmente y se rigen por condiciones normativas atenuadas respecto de las que aplican para la industria tradicional, todo sujeto a la supervisión de la autoridad. Se trata de verdaderas excepciones regulatorias o normas a la medida. La clientela es informada del ambiente de prueba en el que se encuentra. Terminado el ensayo, el emprendedor entra en una fase de transición hacia las condiciones normales y el regulador toma nota de las modificaciones normativas que habrá de adoptar. Nada descarta que compañías ya establecidas entren también en los sandbox cuando quieran incursionar en nuevas actividades.

 

Las primeras manifestaciones se dieron en el sector de las conocidas fintech en el 2015, gracias al pragmatismo inglés y bajo el impulso de la FCA, autoridad financiera del Reino Unido. Esta iniciativa dejó en evidencia sus beneficios, entre los que se encuentran la protección del consumidor financiero, dar al regulador capacidad de adaptarse a las nuevas realidades y permitir el desarrollo de una industria que aporta empleo, protegiendo a los que en ella invierten. Singapur, otro referente en materia de innovación, incursionó al año siguiente en los sandbox para el sector fintech, así como el país galo con la creación de France Expérimentation, que, a diferencia de los anteriores, se abre a distintos sectores económicos, dando resultados exitosos en lo medioambiental, financiero, tributario y energético, entre otros. Sigue en el tiempo el Abnomics del Japón del 2017, también para distintos sectores de la economía que involucren inteligencia artificial, blockchain, internet de las cosas y big data.

 

En el caso colombiano, encontramos dos ejemplos de sandbox regulatorios: el primero constituido con el Decreto 1234 del 2020, mediante el cual el Gobierno crea un espacio de pruebas controlado para actividades de innovación financiera. Aquí, el sandbox debe ser tecnológico y proponer soluciones innovadoras que aumenten la eficiencia en la prestación de los servicios o en el ofrecimiento de productos financieros, resolver problemáticas para los consumidores, facilitar la inclusión financiera, mejorar el cumplimiento normativo, desarrollar los mercados financieros o mejorar su competitividad. El ejercicio trae consigo la aplicación de una facultad novedosa consistente en el principio de ponderación, que no es otra cosa que un ejercicio que realiza la entidad de regulación para definir el marco normativo de los desarrollos tecnológicos innovadores, de acuerdo con sus riesgos y características.

 

El segundo modelo de sandbox nos llega de la mano de la Comisión de Regulación de Comunicaciones, que inició la implementación del primer sandbox regulatorio en materia de comunicaciones, no solamente en Colombia, sino también en el mundo. Desde septiembre, se publicó la invitación a los innovadores a probar la viabilidad operativa de modelos de negocio relacionados con la provisión de redes y servicios de telecomunicación, operadores de servicios postales, proveedores de televisión, agentes del sector audiovisual y proveedores de contenidos y aplicaciones.

 

Aparte de estos extraordinarios desarrollos en Colombia, no sobraría pensar en que una ley de carácter general permitiera la creación de sandbox en todos los sectores de la economía, que habilite la actuación coordinada de los organismos de vigilancia y control de los distintos sectores de la economía, para que impriman dinámica al emprendimiento, ahora tan necesario para nuestro bienestar.

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