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25 de Abril de 2024 /
Actualizado hace 8 horas | ISSN: 2805-6396

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Opinión / Columnista Impreso

Un propósito para el año nuevo: adelgace sus oraciones y alimente mejor sus párrafos

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Diego Eduardo López Medina

Profesor Facultad de Derecho Universidad de los Andes

diegolopezmedina@hotmail.com

 

Si bajar de peso es el sempiterno y nunca cumplido propósito, aquí le voy a proponer uno diferente para el 2019. Vale la pena seguir indagando un poco sobre la forma como escribimos los abogados y las abogadas en Colombia. La publicación del Manual de escritura jurídica (Agencia Nacional de Defensa Jurídica del Estado y Legis, 2018) ha despertado interés. “Pensé que escribía muy bien”, me dijo un abogado experimentado el otro día, algo desilusionado por la edición que hicimos varios de un texto suyo. Conversando aquí y allá, sin embargo, muchos están dispuestos a ganar conciencia, sensibilidad y control de su prosa.

 

La revisión de piezas de escritura muestra varios problemas básicos y recurrentes. Presentaré algunos que aparecen con enorme frecuencia en la revisión y edición de textos que he tenido ocasión de hacer. El primero y más obvio es que los abogados, por alguna razón, no dedicamos el tiempo suficiente a revisar y editar el texto. Para hacerlo se requiere, cuando menos, dedicarle el tiempo necesario para releerlo a fondo y poder así corregir los errores evidentes e identificar y ponderar los menos evidentes. Los errores evidentes son muestra de chapucería y falta de profesionalismo. He notado que existe una tendencia a excusarlos con facilidad para decir que, en realidad, no importan. La falta de revisión mínima hace que los textos salgan muy sucios, llenos de “moscas”: errores de mecanografía, ortografía, tildes, espaciado, mayúsculas, citaciones, concordancia de género y número…

 

Pero los problemas más graves están, como es natural, en el fondo de la redacción. Existe un patrón muy generalizado y consistente: los juristas colombianos escriben en oraciones excesivamente largas que conjuntan en párrafos notoriamente cortos. Un muestreo extenso revela que los abogados escribimos en oraciones largas que tienen un promedio de entre 30 y 50 palabras y en párrafos cortos que tienen entre 50 y 70 palabras. Con estos números, los párrafos tienen dos características: son cortos y están compuestos por pocas oraciones. En promedio, el párrafo de los juristas colombianos se mueve, según el caso, entre 2 y 3 oraciones. Y abundan, como la maleza, los párrafos unioracionales.

 

Los expertos dicen que un buen prosista en derecho escribe oraciones que tienen, en promedio, 20 palabras. Los párrafos bien desarrollados, a su vez, se sitúan en promedio alrededor de las 150 palabras, aunque en mi experiencia quedan bien entre las 110 y 130 palabras. Con estos números, un párrafo normalizado debería tener entre 4 y 8 oraciones. En su equivalencia lógica, la oración, como unidad gramatical, es el espacio de expresión de las “premisas”, y el párrafo de un “argumento”. Frente a estos estándares recomendados, la oración y el párrafo colombianos son de regular calidad: las oraciones son muy largas y complejas, llenas de comas, “ques” relativos, frases subordinadas y yuxtapuestas. Es como si el estilo nacional prescribiera comprimir todo un argumento en una sola oración. El resultado es nefasto: las oraciones terminan largas y enredadas, llenas de cláusulas internas, sin sentido claro del sujeto y la acción principales y sin diferenciación y desarrollo de las premisas.

 

El párrafo corto genera problemas complementarios: las premisas no se diferencian, sino que se amontonan; el sentido general del argumento es oscuro y termina casi siempre implícito y poco desarrollado. Estas oraciones largas en párrafos cortos, por su complejidad, son difíciles de leer. Los mensajes sencillos tienen que ser releídos varias veces. El pensamiento no fluye de las premisas al argumento con naturalidad, sino que se enreda en oraciones kilométricas que buscan decir más de lo que buenamente puede sostener la gramática española.

 

Las recomendaciones son sencillas y mejorarían mucho la redacción jurídica. Escribamos en oraciones más cortas, que expresen ideas claras y que unan un sujeto con su verbo y complemento. Cada oración debe expresar una premisa. El párrafo debe tratar de redondear un argumento sencillo y poderoso. Los párrafos deben ser mucho más largos que la actual usanza para poder desarrollar un argumento de manera completa, pero sin superar las 150 palabras. La separación de párrafos anuncia con claridad un cambio, matiz o perspectiva en el argumento. Los argumentos separados por párrafos forman, en su integridad, el discurso.

 

Este texto, que usted está terminando de leer, está escrito bajo estas recomendaciones: son 35 oraciones agrupadas en 6 párrafos. Las oraciones tienen un promedio de 19,85 palabras. Los párrafos tienen un promedio de 115 palabras. Por tanto, cada párrafo tiene 5,8 oraciones en promedio. Frente al estilo jurídico nacional, este texto tiene oraciones más cortas, párrafos más largos y más oraciones por párrafo. Creemos que es un sencillo propósito para el 2019 que ayudará, desde la estructura de la composición, a lograr que nos entendamos mejor entre abogados. Y, de todas formas, no descuide su peso.

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