Origen nazista y marxista del Nuevo Derecho (I)

Javier Tamayo Jaramillo

Exmagistrado de la Corte Suprema de Justicia y tratadista

tamajillo@hotmail.com

Desde hace años, sostengo que el activismo judicial es el arma utilizada por el nazismo y el marxismo para entronizarse en el poder. No significa que todos los activistas judiciales sean lo uno o lo otro. Solo busco mostrar el peligro que para el Estado social de derecho significa esa postura.

Hoy me limitaré a reproducir solo dos casos narrados y comentados en la obra titulada Los juristas del horror, del profesor alemán Ingo Muller (Edit. ABC, Bogotá, 2011). El autor se refiere al nacimiento del Nuevo Derecho, pero esta vez, en la Alemania del Nacional Socialismo. Al respecto, expresa:

“Durante los años siguientes, los Tribunales mantuvieron un sesgo a favor de los Nazis a medida que se desarrollaba la lucha política. La actitud a veces era abierta y en otras ocasiones trataba de justificarse bajo formas de interpretación de la Ley”.

“La justicia de la época también tuvo sesgo a favor de los Nazis en los casos de choques entre las tropas de éstos y los Republicanos. Después de un ataque de las SA contra miembros del ‘Frente de Hierro’, por ejemplo, La Gran Sala Penal del Tribunal de Distrito de Hildesheim dictó sentencias con penas que iban desde seis hasta ocho meses en el caso de Nacional Socialistas, mientras que a los Social Demócratas que se habían defendido, se les condenaba apenas de 12 a 24 meses y en un caso a una pena de Presidio”[1].

“El partido Social Demócrata ya se había referido a las consecuencias políticas de tales decisiones desde 1924. Los diputados Social Demócratas del Reichstag le advirtieron al Gobierno que ‘La administración de justicia llevada de esta manera constituye un peligro para la República en la medida en que le permite a las organizaciones subversivas y monárquicas amasar armas sin permitir a aquella parte de la población que apoya a la democracia la posibilidad de defenderse y de insistir en el respeto del derecho. La manera como esas tácticas resquebrajaban los fundamentos jurídicos del Gobierno era aún más graves.

Después de que la Corte Suprema del Reich admitió que la ‘Defensa del Estado’ podía justificar el homicidio, el profesor de derecho de Frankfurt Hugo Sinzheimer formuló una protesta exacta contra ‘el principio monstruoso que esta decisión ha osado proponer: El Estado de derecho que los jueces están llamados a proteger, esta decisión lo destruye”[2] (la negrilla es mía).

Finalmente, Muller afirma:

“El principio jurídico fundamental de la dictadura Nazi, ‘es derecho todo lo que beneficia al pueblo’ había sido establecido por los Tribunales más elevados de la nación cinco años antes de que los Nazis tomaran el poder, y a los teóricos Nacional Socialistas les gustaba indicar luego el papel decisivo desempeñado por la venerable Corte Suprema del Reich al crear ‘El Nuevo Derecho’, cuya única norma es el bienestar y la seguridad del pueblo Alemán”[3] (negrilla ajena al texto). Vean ustedes el origen del nombre de la teoría del Nuevo Derecho.

Aunque el mi próxima columna me referiré al activismo judicial en Italia, quiero dejar ligadas las teorías nazista y marxista del activismo judicial, con lo cual pruebo que con un populismo entusiasta e ingenuo, con el activismo de las cortes, estamos recorriendo un peligroso camino hacia el caos y, luego, al autoritarismo.

Lourdes de Souza, al explicar la teoría del Uso alternativo del derecho, fuente del Nuevo Derecho en Colombia, expresa:

“Así, por un lado, los presupuestos antiformalistas (activismo de los jueces) son los que componen la base crítico-constructiva de una nueva concepción teórico-filosófico-científica del fenómeno jurídico y de su hermenéutica; y, por otro, están los presupuestos neomarxistas que tratan de ubicar o coimplicar el antiformalismo teórico con una praxis revolucionaria y/o transformadora de las realidades jurídica, social y política” (Souza, Lourdes. El uso alternativo del derecho, UNAL, Bogotá, pág. 29).

Como veremos, lo curioso es que cuando asumen el poder, los totalitaristas se apegan literalmente a sus leyes y a su jurisprudencia.