15 de Diciembre de 2024 /
Actualizado hace 9 hours | ISSN: 2805-6396

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Opinión / Columnista Impreso

Reforma tributaria estructural 2016 - Opinión / Columnistas

La comisión tributaria no es un biombo

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Juan Camilo Restrepo

Exministro, abogado y economista

jotacrestrepo@yahoo.es

 


Anif acuñó recientemente una frase por la cual ya recibió el regaño correspondiente, pero que no carece de razón: dijo que el Ministerio de Hacienda se está especializando en el  peligroso arte de postergar las medidas tributarias de fondo.

 

La mejor prueba de ello la vimos cuando, recientemente, el Ministro de Salud, agobiado seguramente por la crisis fiscal de su sector y teniendo que asumir un papel que no es el suyo, se vio en la necesidad de dirigirse a la comisión de expertos tributarios solicitándoles que estudien un impuesto a las bebidas azucaradas y otras medidas que podría generar  importantes ingresos para el maltrecho sector de la salud. ¿Qué tal que por falta de coordinación otros ministros comenzaran a disparar reformas tributarias cada uno por su lado?

La comisión de expertos tributarios no puede convertirse en un biombo detrás del cual se oculte la mala coordinación gubernamental. Ante la propuesta del Ministro de Salud, Hacienda dijo a su colega que no opinaba y que mejor le enviara sus propuestas a la comisión de sabios tributarios. Extraña respuesta. O bien la propuesta del Ministro de Salud es juiciosa, en cuyo caso es responsabilidad del Gobierno darle la debida consideración para evitar que se profundice la crisis de la salud, o bien es necia y, entonces, debe descartarla. Pero no escudarse en la comisión para dilatar una decisión al respecto.

 

La Revista Semana reseñó lo siguiente al consultar al ministro sobre la propuesta: “Además de tapar ese viejo déficit, también le preocupan las finanzas del sistema hacia el futuro, pues cálculos oficiales muestran que se requerirán cuatro billones de pesos nuevos al año para apalancar la mayor demanda de servicios. Esto porque la Ley Estatutaria, que elevó la salud a un derecho fundamental y obligó al Estado a darles a los colombianos un amplísimo plan de salud, va a demandar más recursos”. Seguidamente, advirtió que Gaviria dijo: “La propuesta que se hizo para aumentar los aportes y cobrarles un impuesto a las bebidas azucaradas no es para resolver los problemas actuales sino los futuros”.

 

Tal como lo revela el presupuesto para la vigencia fiscal del 2016, el déficit fiscal sigue siendo gigantesco. Hasta el punto de que obligó al Gobierno a realizar recortes despiadados en el rubro de inversión para el año entrante. Golpeando los objetivos de inversión que se habían incluido en la Ley del Plan de Desarrollo sancionada hace menos de un mes. 

¿Cómo se explica que en menos de un mes (que fue el tiempo que transcurrió entre la aprobación del plan cuatrienal y la presentación del presupuesto para la vigencia 2016) se hubiera dado un giro de 180 grados, y los responsables de la programación presupuestal cayeran en cuenta de que la inversión del plan había que recortarla? Infinidad de programas que se anunciaron a los cuatro vientos quedarán en eso: en anuncios.

 

La opacidad en las cifras fiscales sigue marcando el paso. Por ejemplo, Fernando Zarama Vásquez y Camilo Zarama Martínez en un libro que acaban de publicar (editorial Legis, 2015) demuestran cómo las reformas tributarias del 2012 y del 2014 (además de los defectos técnicos de que están plagadas y del costoso error en que incurrieron al elevar las tarifas de las empresas a niveles exhorbitantes) han generado menos recaudos que si no se hubiera hecho nada.

 

Ahora vienen las conclusiones de la comisión de expertos. Todo indica que este año solo se acogerán sus recomendaciones en lo atinente a las entidades sin ánimo de lucro. Lo que está bien, pero ciertamente está lejos de constituir una verdadera reforma estructural. Dicha reforma  sería presentada -si acaso- en el 2016, para que entre en vigencia a partir del 2017. Solo que para ese entonces ya será tardía.

 

Mientras tanto, al Gobierno se le está acabando el tiempo político para tramitar una reforma de envergadura. Por el momento sigue - con una curiosa táctica homeopática- practicando el peligroso arte de postergar las medidas fiscales de fondo.

 

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